Cuando un vehículo cubre una parte importante en la historia de la vida de muchos ciudadanos es difícil hablar sobre él, ya que son vehículos capaces de generar multitud de opiniones dispares. Aún más si cabe si es un vehículo muy conocido por la mayor parte del público como fue el caso del SEAT 600, el cual tiene no sólo miles de seguidores dentro de nuestras fronteras, sino que también los tiene fuera de ellas gracias a el mismo y sus hermanos.
Hablar de nuestra Moto del día de hoy, la Bultaco Mercurio 155 (Modelo 9) seguramente no tenga la misma importancia, está claro que no tuvo la misma repercusión, pero sí que influyó en una gran parte de la población española que aún en una época como fueron los años 60, en la que si bien el automóvil se encontraba relativamente extendido, muchos no podían hacer frente al pago de uno de ellos.
Esta necesidad en la que muchas familias necesitaban un vehículo funcional para desplazarse a un precio más económico la cubrían las motocicletas, pero dentro de este grupo de compradores comenzaban a surgir algunos usuarios que queriendo un vehículo funcional y económico a su vez buscaban un vehículo con cierto ADN deportivo.
Y esto es algo que muchos encontraban impreso en la marca recién creada por D. Francisco Javier Bultó -D. Paco, como lo conocían sus trabajadores y personal relacionado con el mundo el mundo de la motocicleta de la época-, fundador de la marca Bultaco tras romper con Montesa por no querer mantener el desarrollo de sus modelos de competición.
El primer modelo que puso a la venta la marca fue la deportiva Bultaco Tralla 101, un modelo que recogía la filosofía de competición que la marca quería dar a sus nuevas creaciones, un modelo prestacional y relativamente caro. Como todos sabemos, pocas son las marcas que son capaces de vivir de sus modelos superdeportivos -Honda por ejemplo no saca la mayor parte de sus beneficios de vender Honda CBR 1000 RR-R, precisamente-.
Y menos en una España que atravesaba una crisis económica y social, y aquí es donde entra en valor el concepto de nuestra moto del día, la Bultaco Mercurio 155, una moto que muchos denominaron en la época “la moto del pueblo”, ya que consiguió poner sobre nuestras carreteras muchas miles de unidades ligadas a historias familiares.
Las Mercurio también fueron parte de las denominadas como “las tranquilas de Bultaco” -como se titula el libro de Francisco Herreros-, haciendo referencia a que eran motos que no surgieron con la idea de la competición en la cabeza, ni de unas prestaciones deslumbrantes, sino como un medio de transporte fiable, económico y duradero.
El primer modelo que nació, en el año 1961, fue la Bultaco Mercurio 125, que se vendía a un precio de unas 18.500 pesetas de la época, un precio ajustado gracias a prescindir de elementos visuales como los cromados del motor, del escape, del cerco del faro e incluso de los tambores de freno de las ruedas, o usar llantas con algún radio menos que los modelos más punteros, estando todo en ella pensado para hacer un vehículo robusto que aguantase el paso de los kilómetros sin desfallecer y sin complicar la vida de sus usuarios.
Para muchos, el modelo que mejor representó la filosofía de las Mercurio fue la versión 155 (Modelo 9), una motocicleta que tomó como base la 125 (Modelo 7) que he mencionado anteriormente, en la que se colocó un nuevo motor de 153,1 cc procedente de las Bultaco 155 -Modelo 2- y que es en la que nos centraremos hoy. También hubo versiones posteriores de incluso mayor cilindrada, e incluso algunas versiones exclusivas para el mercado americano que no calaron tanto entre el público patrio.
Nació en el año 1963 y tomaba prestado todo el chasis y parte ciclo de su hermana menor, aunque hubo algunas unidades preserie que montaban otros componentes y el mismo color azul cielo de los modelos 125. Finalmente, para lanzar el modelo definitivo, se decidió que el color final a utilizar sería el azul marino en conjunto con el gris plateado, ya que la marca decidió dejar el color azul para los modelos más utilitarios y el rojo para los modelos más deportivos, aunque hubo algunas excepciones.
Aunque en un principio se comercializó con los mismos acabados rudimentarios del modelo 125, rápidamente se pasó a utilizar el cromo en todas las partes y a utilizar un nuevo manillar; mejoras que también llegarían al modelo de cuarto de litro posteriormente.
Si damos un repaso general a la moto encontramos una moto relativamente pequeña, de formas clásicas redondeadas, con un diseño vistoso -en las unidades conservadas, claro está- tras haber pasado a día de hoy más de 57 años desde que se puso a la venta. No encontramos multitud de elementos como en las motos actuales, no tiene carenado y casi todos los componentes tienen una función, nada es superfluo, eso sí, se encuentran construidos con estilo.
Recuerdo, que la primera vez que me subí a la Bultaco Mercurio 155 de mi familiar Santiago -quien me transmitió el gusto por los vehículos clásicos-, lo que más me llamó la atención fue el selector de cambio doble -punta/tacón- situado a la derecha del motor, también la caja de herramientas asegurada mediante cerradura con llave debajo del asiento en el lateral izquierdo y su faro con velocímetro incorporado…
… su asiento de unas dimensiones gigantescas, difícil de encontrar en la mejor turismo actual, así como un cubre cadenas de unas dimensiones bastante generosas, que quizá no era el más vistoso de la época pero que cumplía perfectamente con su función: no mancharnos ni que la transmisión se deteriorase por la exposición a elementos como agua o polvo.
El chasis y conjunto de parte ciclo era muy sencillo, contando con un bastidor tubular de acero de simple cuna sobre el que se colocaba el propulsor, y unido al mismo un basculante también de doble brazo y de una sección tubular de muy pequeño diámetro. Los amortiguadores traseros eran de tipo telescópico, montando dos paralelos en la parte trasera que unían el basculante al bastidor. La horquilla delantera era de tipo convencional con un generoso recorrido, y como es de esperar no se podía realizar ningún tipo de ajuste.
Los frenos eran de tambor en ambos trenes, de similar medida, 140×30 mm en ambas ruedas, cuyo diámetro era de 17 pulgadas con neumáticos de 3 pulgadas de ancho. El depósito era de 12 litros, y gracias a su peso contenido de 87 kg -93 kg según otras fuentes-, sus discretas dimensiones de 1.915 mm de largo, 600 mm de ancho -890 mm si medimos el manillar de extremo a extremo- y potencia justa, conseguía realizar consumos relativamente bajos inferiores a 4 litros, un buen valor incluso hoy día.
Lo mejor de esta moto era sin duda su sencillo propulsor, un monocilíndrico de dos tiempos de 153,1 cc refrigerado por aire, con un diámetro/carrera de 57×60 mm, capaz de entregar 11,6 CV a tan sólo 5.500 RPM (un régimen bajo para un motor dos tiempos), alimentado por un carburador Zenith MX con difusor de 20 mm y una caja de cambios de cuatro velocidades cuya transmisión final se realizaba mediante cadena.
El comportamiento de la Bultaco Mercurio 155 era de una suavidad bastante conseguida -para los estándares de la época- con un nivel sonoro contenido y una respuesta de aceleración bastante contundente para la potencia y año de fabricación. Cabe destacar que su cambio tenía unos desarrollos bastante largos, sobre todo en primera velocidad, en la que era capaz de superar los 40 km/h y conseguía obtener una velocidad superior a 90 km/h en cuarta velocidad, aunque se encontraba más a gusto rodando en cruceros de 80 km/h.
Si queréis verla en acción, en este vídeo sale un ejemplar bien restaurado
La frenada era buena a pesar de no utilizar grandes avances tecnológicos, pese a que en algunas pruebas de la época mencionaban que se echaba en falta algo de mordiente en el tren trasero, nada importante y que se solventaba frenando con ambos tambores. La agilidad del conjunto era muy buena gracias al bajo peso y un asiento muy bajo a tan sólo 760 mm del suelo, que la hacía apta para los conductores de talla más pequeña.
Podemos decir que es una moto que sin ser la mejor en nada se ganó el corazón de muchos motoristas que buscando una solución económica a sus necesidades de movilidad encontraron un vehículo que les proporcionó además libertad y diversión en una época en la que era difícil llegar a fin de mes para muchas familias.
Además, generó tan buen nivel de ventas que se mantuvo con distintas versiones hasta el final de la marca, con distintas cilindradas e incluso un modelo denominado campera que era básicamente igual, aunque con el escape elevado para aumentar sus capacidades en tierra.
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Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.Buen artículo y muchas gracias por colgar un video de nuestro canal autos historics.
¡Gracias a vosotros!
Nos alegra que te haya gustado, os damos la enhorabuena por mantener esa unidad en un estado excepcional y el reportaje en vídeo. ¡Que la disfrutéis muchos años!