La Peugeot Ludix 50 es una moto que quizá no te suene, pero que seguro que has visto infinidad de veces por la calle, aunque no te dieses cuenta. Estamos ante el vehículo de reparto de comida a domicilio por antonomasia de las dos últimas décadas. Todos nos acordamos de los Vespino del Telepizza. Pues la moto que tuvo la difícil tarea de sustituir a estas indestructibles motos fue la Peugeot Ludix.
Se comenzó a vender en 2005 y nos dejó para siempre hará poco menos de un lustro, aunque ahora ha vuelto en forma de chapa con una nueva versión eléctrica, la Peugeot e-Ludix, más acorde a los nuevos tiempos eco-friendly que vivimos hoy en día. Durante estos 10 años de existencia, aproximadamente, ha habido diferentes variantes de la moto. En foto todas eran muy parecidas y sus líneas de diseño no cambiaban un solo ápice, pero bajo la piel de la moto sí había importantes diferencias.
Las primeras series contaban con llantas de 10 pulgadas, frenos de tambor en los dos ejes, un solo faro frontal con menos potencia lumínica que la linterna del móvil, y arranque a patada (sin puesta en marcha eléctrica). Eran las más austeras y espartanas, pero también las más fieles al concepto original: el de hacer una moto con lo mínimo, que costase lo mínimo y que pesara lo mínimo. Era la Peugeot Ludix One que ilustra la cabecera del artículo.
De hecho, tenías todo un vehículo que andaba por sí mismo y se ponía a unos 70 km/h (sin limitar) por poco más de 1.000 euros y con 70 kilos de peso. Era algo así como la mítica Peugeot Vogue, que a su vez estaba inspirada en las Motobécane Mobylette de toda la vida.
Con el paso de los años fueron apareciendo nuevas versiones con freno de disco delantero, llanta de 12 pulgadas y después de 14 en las últimas series, con lo cual ya casi podía considerarse un scooter de rueda alta. La puesta en marcha eléctrica también llegó al poco tiempo, en 2007, en lo que se conocería como la Peugeot Ludix 2, aunque en esencia era la misma moto con cuatro cosas más aquí y allá, lo que hacía un total de cuatro cosas extra respecto al modelo previo.
Durante toda su existencia se combinaron versiones convencionales homologadas para dos plazas con versiones “cargo” que eliminaban el asiento trasero y en su lugar tenían una parrilla portabultos de generosas dimensiones para colocar el cajón de reparto. La moto estaba animada por un sencillo motor monocilíndrico refrigerado por aire forzado de 49 cc y dos tiempos. Al menos contaba con mezclador incorporado para realizar esa extraña alquimia de gasolina junto con aceite en las proporciones adecuadas.
La potencia rondaba los 3 CV, con los cuales la Peugeot Ludix podía alcanzar sin problemas los 45 km/h que establece la legislación para ciclomotores. De hecho, hasta tenía un cierto nervio durante los primeros metros en las salidas desde parado gracias a su corazón bitemporal.
Si se eliminaban los topes de limitación, entonces podía alcanzar velocidades máximas escalofriantes de unos 60 km/h. La gracia de esta moto es que valía muy poco y que gracias a sus ruedas de reducido diámetro tenía un radio de giro similar al de un patinete eléctrico, o al que puedes tener tú cuando caminas.
La parte negativa es que la fiabilidad no era su fuerte, y en este apartado puedo hablar con información de primera mano, puesto que me tocó sufrir arreglando estas motos durante varios años en un restaurante de comida rápida con reparto a domicilio. La Peugeot Ludix era una moto que se desmembraba a nada que se la exigiese un trato un poco intensivo.
Eran averías muy sencillas, casi tontas por lo general. Nada caro y nada grave, pero los problemas eran un goteo continuó día tras día. Las bombillas de bulbo de 35 W se fundían con una facilidad pasmosa, no era raro ver cables de acelerador rotos, y luego estaba el sempiterno problema con las dificultades para arrancar, derivado de bujías petroleadas o problemas de carburación. Eran motos que había que estar encima de ellas todos los días y que solían dar guerra con relativa frecuencia. En comparación, una 125 4T era algo así como un milagro de la fiabilidad.
Hoy en día pueden encontrarse a precios muy razonables: entre 400 y 500 euros hay cosas interesantes a la venta. El principal problema de este tipo de moto son las nuevas formas de movilidad que están surgiendo hoy en día, como los patinetes eléctricos, con unos costes mucho más reducidos al no tener que pagar seguro ni impuestos, y en la práctica… ofreciendo un servicio similar al usuario.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.Vaya tela, pues se me ha caído un mito con estas motillos, que siempre pensé que eran “carne de perro” por los simples y duras que parecían… en cambio yo tuve una Sukuki Address 50 que funcionó sin apenas incidencias (de motor ninguna) más de 40.000 km, la cosa con 2 ruedas más fiables que jamás tuve incluyendo scooters 4T, una cosa asombrosa…
Un saludete
En la pizzería las scooter 4T eran eternas, sobre todo si eran de primeras marcas. La Honda PCX era la reina, pero mi Honda Wave 110 ganaba por goleada en consumo y coste de mantenimiento. Luego también había varias Piaggio Liberty y sé de buena tinta de varias unidades de la Liberty que han pasado de los 60.000 Km repartiendo, sin más visitas al taller que los mantenimientos programados. Luego las típicas naked como la Honda CB 125 F o la Yamaha YS 125. Todas estas 125 4T eran durísimas, tanto a nivel de motor como de “carrocería”, ya que… Leer más »