La Yamaha XT 500 es considerada por consenso como la primera moto trail de la historia. Corría el año 1976 cuando los de Iwata pusieron este modelo en producción. La Yamaha XT 500 fue novedosísima en su día porque combinaba dos mundos que hasta ese momento habían sido como el agua y el aceite: la carretera y el campo.
Esta moto se diseñó principalmente con miras en el mercado estadounidense, que demandaba una moto capaz de funcionar bien en sus infinitas carreteras rectilíneas, pero que a la vez diera buen resultado en las largas y desérticas pistas que pueden encontrarse en este país. Con la XT dieron en el clavo.
Mecánicamente estaba animada por un motor monocilíndrico refrigerado por aire de 499 cc, con solo dos válvulas y distribución SOHC. Esta mecánica estaba heredada de la Yamaha SR 500, otro mito rodante, y era de sobra conocida su fiabilidad a prueba de bombas en dicho modelo. Mecánica sencilla, mantenimiento austero, fiabilidad… estas cosas ya empiezan a recordarnos los que serían los principales mimbres del segmento trail en las siguientes décadas de los años 80 y 90.
Erogaba unos modestos 32 CV de potencia a 6.500 vueltas. No era ningún portento para la época, y las motos de campo coetáneas de dos tiempos se la merendaban en prestaciones. Sin embargo, 32 CV en un motor de 500 cc ya eran más que suficientes para poder circular cómodamente a 100 o 120 km/h sin sentir que estabas estresando la mecánica.
El plato fuerte venía en el apartado ciclo con una suspensión delantera de 195 mm de recorrido, y un doble amortiguador atrás de 142 mm, que para un esquema de suspensión de este tipo no era moco de pavo, precisamente. La altura libre al suelo era de unos correctos 215 mm y el sistema de frenado corría a cardo de sendos… tambores. Con sus 140 kilos en seco, desde luego era un juguetito muy fácil de llevar.
Estamos hablando de unas especificaciones que eran realmente dignas para 1976, y que sin ser especialmente brillantes cumplían con creces para un uso offroad… tranquilo y alegre, aunque no puramente prestacional. La gracia de la moto no era la velocidad pura, sino la robustez y su polivalencia.
De hecho, nuestra protagonista de hoy tiene el honor de ser la primera moto que ganó el rally París-Dakar en su edición inaugural, allá por 1978. Durante aquella primera prueba, 13 serían las Yamaha XT 500 que llegaron a la capital senegalesa.
El modelo aguantó en producción hasta finales de los años 80. En nuestro país no llegó a comercializarse oficialmente, por lo que es una moto verdaderamente rara de ver. Lo que sí vimos y conocemos bien fueron las diferentes sucesoras y herederas del legado de la Yamaha XT 500, el origen, el génesis.
De hecho, sobre la base de esta moto los japoneses crearon algunas versiones con nombres míticos que hoy en día están más vigentes que nunca, como la Yamaha XT 500 Ténéré, que añadía un carenado frontal, un depósito de mayor capacidad (el original solo tenía 8,8 litros) y en general una preparación más enfocada en los viajes y la aventura. Os suena esto, ¿no?
Todos conocemos las Yamaha XT 600 y posteriores. De hecho, la Yamaha XT 660 Z Ténéré se dejó de vender hace tan solo cinco años, y con ella quizá murió el legado original del trail sencillo, el trail monocilíndrico, el trail democrático que trajo consigo la original Yamaha XT 500 hace ya 45 años.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS