Hoy toca ración de clásicas porque vamos a hablar de la Yamaha GR 50, una pequeña naked de estilo café racer y pequeño motor monocilíndrico de dos tiempos que la marca de Iwata comercializó a mediados de los años 70.
Quizá por mecánica nos parezca poco más que una bicicleta, pero en el apartado estético tenía unos cuantos detalles y guiños al mundo de las carreras como la forma del asiento que acababa en una subida pronunciada que hacía las veces de respaldo, ideal para poner ahí el trasero y agacharte sobre el depósito con el fin de alcanzar la máxima velocidad posible.
El colín con los laterales redondeados para colocar el dorsal del piloto también nos recuerda al mundo de las carreras, al igual que el depósito de combustible de formas estrechas y alargadas completaba esa idea de moto “deportiva” pese a su escueta cilindrada.
No obstante, si atendemos a su ciclística está claro que no estamos hablando de una deportiva. No hay más que fijarse en los amortiguadores gemelos en el tren trasero o los frenos de tambor en ambos ejes. Hoy nos pueden parecer características del pleistoceno, pero es que esta moto pertenece casi a esa época. Estamos hablando de casi 50 años a sus espaldas.
El pequeño monocilíndrico refrigerado por aire erogaba unos tímidos 4,5 CV de potencia a 8.000 vueltas con un par motor de 4,2 Nm. Leedlo bien: 4,2 no 42. Cifras discretas para mover un conjunto de peso también discreto, ya que daba en báscula 64,5 kilos. Hoy en día hay patinetes eléctricos que casi pesan más. Era una moto realmente baja y compacta.
Pero pensémoslos bien. La Yamaha GR 50 tenía un pequeño chasis tubular de cuna simple que en poco se diferenciaba del que pudiera tener una bicicleta y el sistema eléctrico carecía de batería o puesta en marcha puesto que el motor cobraba vida con el clásico e infalible arranque por patada o kick start.
Desgraciadamente, la Yamaha GR 50 nunca llegó a nuestro país. Por aquellos años los fabricantes asiáticos aún se estaban labrando su camino hacia occidente, y en suelo patrio teníamos nuestras Puch Monza 50, Bultacos y demás motocicletas de la industria nacional que en verdad poco distaban a nivel técnico de esta Yamaha, si no la superaban como ocurría en muchos casos.
Y es que esta pequeña moto nunca estuvo pensada para aumentar la imagen y el buen nombre de Yamaha, para eso, para la conquista de occidente, tenía otros modelos mucho más deseables, prestacionales y vanguardistas. Al final, nuestra protagonista era sencillamente eso: un vehículo humilde y asequible para poner en movimiento a un país, en este caso, a su Japón natal.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS