En 1955 Honda consiguió convertirse en el fabricante de motocicletas más importante de Japón. El paso previo a su actual posición dominante en el mercado mundial, habiendo dejado atrás una historia con multitud de éxitos pero también algún que otro fracaso. Uno de ellos es la scooter Honda Juno de 1954. Retirada del mercado tras tan sólo un año y medio en producción, llegando a unas escuetas 5.980 unidades en un mercado que, como el japonés, crecía exponencialmente en lo referido a la venta de vehículos centrados en la movilidad urbana.
Sin embargo, en este último punto la Honda Juno sí fue un éxito muy importante. Y es que, a pesar de su fracaso comercial, se trata del primer scooter de la marca. Un ensayo profético que en palabras del que fuera vicepresidente de la empresa puede definirse como un “fallo espléndido”. De hecho, rememorando su cualidad pionera Honda rescató el nombre de la Juno original en 1962 para la fabricación de dos series más. Así, se ponía en relieve la importancia de un modelo clave para entender la transición de Honda desde una empresa centrada en la fabricación de ingenios para motorizar bicicletas a la que firmó la Super Cub de 1958.
El modelo con el cual Honda se asentó en el panorama de las motocicletas, ofreciendo un producto sencillo y versátil que gracias a su economía llegó a ser rápidamente un éxito de ventas. Todo ello gracias a incidir en un nuevo tipo de montura – la scooter – mucho más urbana y práctica que la Dream E de 1951. Una creación fiable y duradera, pero más apta para los viajes por carretera que para los trayectos diarios por las crecientes ciudades japonesas y sus inmensas áreas metropolitanas. En ese sentido, la Honda Juno presentó ventajas objetivas como el parabrisas fijo o los dos asientos.
Aunque fue un fracaso comercial este modelo resultó de una gran importancia para Honda ya que entró por primera vez en el segmento de las scooter
Honda Juno, el primer scooter de Honda
A pesar de su gran crecimiento en ventas, lo cierto es que a mediados de los cincuenta Honda no parecía ser tan innovadora como Fuji o Mitsubishi. Ejemplo de ello es que estas dos marcas ya tenían sus respectivos modelos scooter. El Rabbit en el caso de la primera y el Silver Pigeon en el de la segunda. Dos sencillas pero efectivas motocicletas urbanas que obligaron a Honda a ponerse al día con este segmento, apostando con la Honda Juno por nuevos materiales como el componente plástico reforzado con fibra de vidrio.
Técnica usada en Japón por primera vez gracias a la Honda Juno, la cual también exhibía como seña identificativa su enorme parabrisas integrado en el propio manillar. Además, otra innovación fue el arranque eléctrico. Retomado en 1957 para la C71, al igual que la experiencia adquirida en el uso de plásticos para carenados de motocicleta. Si junto a estas novedades le añadimos a la Honda Juno de 1954 su motor monocilíndrico de 189 cm3 y 9CV a 4.800 revoluciones por minuto nos da una creación de lo más interesante.
Sin embargo, la rapidez con la que fue diseñada impidió pulir algunos problemas que terminaron siendo fatales. Para empezar, el uso de la fibra de vidrio no logró aligerar el peso debido a que Honda aún debía mejorar bastante el manejo de este material. Este sobrepeso incidió en un comportamiento ya de por sí algo torpe, sublimado por unas suspensiones problemáticas que no fueron del gusto del mercado en absoluto.
Con el uso de la fibra de vidrio se quiso lograr un menor peso, sin embargo en Honda pecaron de optimistas al utilizar esta técnica novedosa sin haberla ensayado antes lo debido
Además, el motor contó con graves problemas de ventilación. Hecho que puede verse en las últimas series de la Honda Juno, las cuales montaron tomas de aire mucho más grandes que las iniciales para intentar solventar esto. Un cúmulo de problemas que impidió a esta motocicleta ser un éxito de ventas, aunque ha quedado para la historia no sólo como la primera scooter de Honda, sino también uno de los modelos con los que la marca logró ser el fabricante más importante de Japón a mediados de los años cincuenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS