En la amplia y dilatada historia del motociclismo italiano la Gilera Saturno fue uno de los modelos más deseados durante años. Concretamente aquellos años en los que las competiciones internacionales fueron reconfigurándose tras la Segunda Guerra Mundial, sirviendo como fin último a los numerosos y disputados trofeos italianos en los que maduró lo mejor de su industria y sus pilotos. De hecho, consultado monografías sobre el motociclismo en aquel país el nombre de la Gilera Saturno es de los que más se repite entre 1947 y 1958. Principales años de actividad para una montura que evolucionó, como siempre pasa en estos casos, a lo largo de años en los que se fueron solapando cambios mecánicos de todo tipo.
Pero vayamos por partes. Fundada en 1909 por Giuseppe Gilera esta marca forjó especialmente desde los años treinta una justa fama de escuadra competitiva en los circuitos. Aquellos en los que se medía junto a las Bianchi del momento, montando todo tipo de versiones del icónico motor Rondine de cuatro tiempos, ampliado desde la décima parte de un litro hasta la mitad. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial fue precisamente en el medio litro donde Gilera conquistó más éxitos en el mundial, ganando en 1950 y 1952 con Umberto Masetti – primer italiano en ganar el título del medio litro – , así como con el cinco veces ganador de la Isla de Man Geoff Duke en 1953, 1954 y 1955.
Así las cosas, resulta difícil no ser un seguidor de la historia del mundial en sus tiempos más clásicos sin caer rendido a los encantos y razones de Gilera. No obstante, siquiera lo pasional de aquellas competiciones a vida o muerte – la falta de seguridad en aquellos circuitos daría para escribir diversos tomos – debe apartarnos del análisis racional de las cosas. Y es que, incluso aquellas carreras de pioneros no dejaban de contar con una planificación financiera asentada en lógicas empresariales reconocibles. En el caso de Gilera todo se basaba en la venta masiva de motocicletas deportivas de serie, las cuales a su vez se beneficiaban de la excelente reputación cosechada por la marca en el mundial. Justo lo mismo que Ferrari o Maserati durante aquellos mismos años. Hoy, para bien o para mal, todo es muy distinto.
Gilera es una de las marcas básicas para entender los primeros tiempos del mundial de motociclismo, siendo una marca que buscaba en la venta de modelos de serie el poder sufragar las carreras
Gilera Saturno, gana el domingo vende el lunes
Como tantas y tantas cosas, la Gilera Saturno también está marcada por la Segunda Guerra Mundial. Y es que se diseñó para ser estrenada en 1940. De hecho, se presentó ese mismo año en el Salón de Milán ya con su característico bloque monocilíndrico de cuatro tiempos y medio litro. No obstante, antes del estallido de la contienda sólo pudieron ser ensambladas seis unidades destinadas a la competición.
Tras ello, la industria automotriz italiana se volcó en la producción militar. Un periodo de cinco años casi vacío en los que se refiere al desarrollo de automóviles y motocicletas más allá de ciertos proyectos muy interesantes firmados por el español Wifredo Ricart para Alfa Romeo. No obstante, cuando pasó la Segunda Guerra Mundial la Gilera Saturno volvió a producción – esta vez masiva – en 1946.
Con cuatro versiones en gama – había que diversificar para vender lo máximo posible – se vendió hasta 1958 con más de 6.000 unidades en su haber. Por ello la Gilera Saturno se convirtió en una máquina tan esencial para la marca, ya que posibilitó en buena medida la financiación de las carreras internacionales. Además, de todas ellas al menos 300 eran Competizione y unas 60 Corsa. Las dos variantes más enfocadas a las carreras, dando una buena medida de lo importante que fue para los piloto-cliente del momento. Y eso por no hablar de la fantástica Saturno-Piuma.
Con varias versiones de calle y un gran palmarés en los circuitos esta montura es una de las mejore motocicletas deportivas de su época
Respecto a la mecánica – usando la ficha técnica de su primera actualización en 1952, la más extendida – , su bloque de medio litro rendía una potencia de 22 CV a 5.000 revoluciones por minuto alimentándose con un carburador Dell’Orto para mover los 175 kilos dados por la Gilera Saturno. En los cambios montaba una caja secuencial de cuatro velocidades controlada por pedal en el lateral derecho. La velocidad máxima era de unos 130 kilómetros por hora en las unidades más afinadas. En suma, una motocicleta deportiva excepcional para la época.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS