Ganar trece campeonatos mundiales no está al alcance de muchos. Por ello, la figura de Ángel Nieto resulta básica para entender a nuestro motociclismo de competición más cercano. En ese sentido, sin duda la marca más unida a su estampa es Derbi. Sin embargo, el piloto zamorano también desfiló por equipos italianos como los de las casas Morbidelli y Minarelli. En el caso del primero recaló tras ganar dos títulos consecutivos con Derbi en 1971 y 1972, sustituyendo a Gilberto Parlotti tras su desgraciada muerte disputando el TT de la Isla de Man. Paradójicamente, forzando la máquina intentando recortar puntos respecto al propio Nieto.
No obstante, la Morbidelli no estaba a la altura de la situación pues aún le faltaba un largo tiempo de desarrollo. Prueba de ello es que, en 1975, inauguró tres años en lo más alto del cajón al final de la temporada. Todo ello gracias a Paolo Pieri y Pier Paolo Bianchi. De todos modos, sea como fuese Nieto no tuvo paciencia como para ver qué pasaba finalmente con la evolución de la Morbidelli, por lo que acabó dejando pronto el equipo para recalar en Bultaco. Hecho que no solucionó sus problemas en la categoría de los 125, ya que la motocicleta catalana tampoco estaba al nivel de conquistar los primeros puestos.
Así las cosas, en 1978 finalmente fichó por Minarelli. Eso sí, aunque finalmente se convertiría en el piloto estrella del equipo, al comienzo empezó como secundario de Pier Paolo Bianchi, quien también había recalado en Minarelli tras un tiempo previo en Morbidelli. No obstante, un accidente del italiano le dejó el camino despejado a Nieto. Algo que no le permitió ganar el título de 125 durante aquel 1978, aunque sí se hizo con la victoria en las últimas cuatro carreras. De esta manera, para la temporada siguiente partía como uno de los pilotos favoritos, confirmando la intuición al hacerse con el Mundial.
Aunque entró al equipo en un rango inferior al que disfrutaba Bianchi, Ángel Nieto ya llevaba ocho mundiales ganados a sus espaldas, convirtiéndose al año siguiente en la apuesta indiscutible del equipo
Minarelli 125, la montura verde y amarilla
A Minarelli en los cincuenta se le podía seguir la pista a través de multitud de pequeños ciclomotores repartidos por diferentes mercados europeos. No en vano, aunque fabricaba sus propias motos la faceta por la que era más conocida se basaba en la fabricación de motores. Justo en la misma forma y manera que Villiers, proveyendo de mecánicas a todo tipo de fabricantes independientes con carácter popular. Muy comunes – también en España – hasta comienzos de los años sesenta.
Además, ya en los setenta también ofrecía una amplia gama de motores para vehículos agrícolas. Sin embargo, a pesar de estas líneas de negocio tan sobrias y racionales la verdadera pasión de la dirección de la marca era la competición. Algo parecido a lo que ocurría en Morbidelli, la cual se dedicaba al mundo de la madera y las herramientas. De esta forma, Minarelli se lanzó con su propio equipo al Mundial de 125 en 1978 apostando por un carenado distinguible por sus colores verde y amarillo.
Respecto al estreno, decidieron apostar fuerte con la contratación de Pier Paolo Bianchi – con dos mundiales de 125 en su palmarés – y Ángel Nieto – quien de aquellas ya sumaba ni más ni menos que ocho – . Construida en torno a un chasis de tubos construido por la austriaca Egli – posteriormente la futura campeona Garelli se decantaría por el monocasco – la Minarelli 125 montaba un motor de dos cilindros caracterizado por ser más pequeño y ligero que los del resto de la parrilla.
Su motor bicilíndrico era pequeño, ligero y nervioso. Ideal para la categoría del octavo de litro, haciendo que Ángel Nieto ganase dos títulos más con esta marca
Además, los cilindros iban con una cierta inclinación. Todo ello para ofrecer más nervio aún con menos potencia absoluta, siendo una montura especialmente ágil en los circuitos revirados. En suma, la Minarelli 125 fue un diseño perfectamente amoldado a Ángel Nieto, quien se haría con dos títulos mundiales a su lomo. Eso sí, tras dejar Minarelli vendrían tres títulos más – consecutivos, y los últimos para sumar sus trece – con Garelli. Algo de lo que os hablaremos en otro artículo.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS