Hoy en día quizás sea más difícil verlo, pero hace décadas la relación existente entre las bicicletas y las motocicletas era mucho más obvia. Prueba de ello es el ciclomotor BH. Sí, fabricado por la misma marca esencial para entender los afectos infantiles de millones de españoles, habiendo aprendido a marchar en equilibrio sobre dos ruedas gracias a una de sus creaciones. Algo que suscribe, sin ir más lejos, quien escribe estas líneas. Pero vayamos por partes. Para empezar, la verdad es que resulta llamativo ver a una máquina autopropulsada dentro de la historia de BH. No en vano, ésta no se caracteriza por una oferta variada en lo que se refiere a los diferentes tipos de vehículos.
Sin embargo, su propia trayectoria tampoco ha sido siempre monolítica y lineal. Lejos de ello, cuando BH echó a andar en 1909 lo hizo como una empresa dedicada al negocio de las armas de fuego. Afortunadamente, en 1923 cambió sus afanes bélicos por el mundo de las bicicletas, participando de la amplia tradición industrial vivida en su localidad de origen: Éibar. Precisamente el mismo municipio donde, a comienzos de los años cincuenta, se fundó Lambretta Locomociones S.A. Así las cosas, pasó la Guerra Civil y llegó el tiempo de la autarquía. Una época en la que las bicicletas seguían siendo un bien fundamental no sólo para el ocio, sino también para el sufrido día a día de millones de trabajadores sin acceso al transporte privado a motor.
No obstante, durante los años cincuenta se empezaron a popularizar los motores para bicicleta. Gracias a ello, se generaron decenas de miles de híbridos entre bicicleta y motocicleta llamados velomotor. Una suerte de apaño mixto para tiempos de escasez. Asimismo, este fenómeno también se dio en Italia. País donde aparecieron las mecánicas aplicables a bicicleta Cucciolo – Ducati – o Mosquito – Garrelli – . Ambas popularizadas en España gracias a la barcelonesa Mototrans y a la sevillana ISA respectivamente. Tanto así que, desde 1956, BH ofreció los cuadros Super BH adaptados a la instalación de dichos motores.
Durante los años cincuenta fue bastante común el motorizar bicicletas con mecánicas adaptadas a ello. Prueba de esta forma de transportarse fueron el Cucciolo o el Mosquito
Ciclomotor BH, una incursión al mundo del motor
Lo de ver empresas que desde el ciclismo han llegado al ámbito del motor a explosión no es tan raro. En Italia está el caso de Bianchi y aquí en la Península Ibérica el de Derbi. Es más, el propio nombre de esta empresa es el resultado de abreviar el término Derivados de Bicicletas. Denominación comercial a la que, en 1950, mutó el antiguo taller de bicicletas de Rabasa i Singla tras el éxito experimentado por su velomotor SRS.
Con este caldo de cultivo, no es nada extraño que justo a mediados de los cincuenta la potente empresa ciclista BH decidiera hacer una incursión en el mundo del motor. Menos aún cuando, gracias al lento pero progresivo aumento en el nivel de vida, muchos de sus clientes tradicionales estaban cambiando el pedal por el acelerador como opción de movilidad en el día a día. Así las cosas, hacia 1956 lanzó al que publicitaba como “ el ciclomotor más nuevo de España “.
Y vaya, lo cierto es que su diseño sí resultaba atractivo. Además, contó con la visión de presentarse con la barra baja, adecuándose a lo que, de aquellas, se denominaba como uso “ femenino “ al ser apto para mantener el decoro al montarse incluso llevando falda. Una situación también compartida por el clero más vetusto, quién incluso condicionó el mote popular adjudicado a una variante de la primera Montesa: la “ Sotanas “. Versión con la barra baja de la B46/49.
Desde Bianchi hasta Derbi siempre ha sido una constante ver cómo las fábricas de motocicletas y bicicletas se entremezclan en sus actividades
Respecto al motor, éste era un ingenio francés de marca Mistral con dos tiempos y dos velocidades al puño. Además, se ofrecían dos tipos diferentes de horquilla delantera a fin de tener un tipo de suspensión u otra. En suma, se trataba de un modelo realmente adecuado para el mercado español de la época, en clara competencia con los ISA, Derbi, OSSA o Sanglas – sí, incluso esta empresa definida por las cilindradas generosas tuvo su gama con 50 centímetros cúbicos – de la época. No obstante, en 1962 – tres años después del traslado de BH desde Éibar hasta Vitoria – dejó de fabricarse. A partir de aquí, las BH sólo se moverían por el puro músculo hasta la llegada de las actuales bicicletas eléctricas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS