Moto del día: Aermacchi Ala d’Oro 175

Moto del día: Aermacchi Ala d’Oro 175

Lanzada antes de la alianza con Harley-Davidson, marcó el inicio de una importante saga deportiva para los circuitos


Tiempo de lectura: 4 min.

Como en otros tantos casos, para entender la génesis de la Aermacchi Ala d’Oro antes hemos de comprender el fracaso comercial de un modelo bien diferente. El Chimera. Primera motocicleta de la marca italiana con más de 150 centímetros cúbicos y que, a pesar de su aspecto innovador, fue un verdadero fracaso comercial. Pero vayamos por partes. Lo primero a tener en cuenta es como Aermacchi representó desde sus inicios en el mundo de las dos ruedas una referencia tecnológica a muy buen nivel. No en vano, ésta nació siendo una división específica dedicada al motociclismo, diversificando así la oferta de una gran empresa con sólidas raíces en la aviación.

A partir de aquí, Aermacchi fue cubriendo durante los años cincuenta una cierta porción del mercado transalpino enfocado a las bajas cilindradas. No obstante, y de cara a competir en el creciente mundo de las turismo monocilíndricas – aquellas que, al poco, barrería el definitivo auge del automovilismo – presentó en 1956 la Chimera con 175 centímetros cúbicos. Dominada por una estética futurista – muy similar a la que después luciría también la Parrilla Slughi – ésta no tuvo éxito en los concesionarios, posiblemente, por ese mismo aspecto tan llamativo como original y rompedor. De esta manera, en 1958 se lanzó la Ala Rossa.

Básicamente la misma motocicleta aunque sin el completo carenado que escondía completamente la mecánica. Y ahí si. Con un aspecto más corriente la Ala Rossa empezó a hacerse un hueco en las listas de ventas italianas, asegurando la permanencia de una gama que, tan sólo tres años antes, básicamente estaba compuesta por motocarros y algunas motocicletas ligeras. Así las cosas, Aermacchi pensó en la posibilidad de dar el salto a las carreras no sólo como una forma de promocionarse, sino también de probar nuevas y más prestacionales mecánicas. Sin embargo, este salto lo hizo con una derivada de la Ala Rossa. Así nacía, en 1958, la primera Ala d’Oro.

Tras asentarse en los concesionarios con diversas ofertas turismo, la empresa italiana emprendió la vía de las carreras gracias a esta saga de competición

Ala d’Oro 175, la primera de una saga deportiva famosa en la Italia de los años sesenta

Basándose en la Ala Rossa de serie, la Ala d’Oro llevaba a los circuitos la mecánica de aquella turismo potenciando hasta los 20,8 CV – casi el doble de lo dado en las unidades de serie comercial – su monocilíndrico de cuatro tiempos con 170 centímetros cúbicos. Todo ello sobre un bastidor con un único tubo central. Sin duda, una opción más que interesante para el Campeonato Italiano de Velocidad, donde esta máquina debutó bajo el patrocinio del equipo oficial de la marca en 1958.

Aunque en las pistas de velocidad los resultados no fueron especialmente llamativos, en el Campeonato de Carreras de Montaña sí se cosecharon bastantes victorias con Angelo Tenconi a los mandos. Verdadero especialista en esta modalidad, habiendo ganado hasta cinco veces el Campeonato Europeo de Carreras en Cuesta. Todo ello gracias a un peso no muy alto – unos 180 kilos – y una velocidad punta de hasta 160 kilómetros por hora.

Llegados a este punto, en 1960 Aermacchi vivió un momento trascendental debido a su alianza con Harley-Davidson. Un hecho que hemos de situar en la previsión que la empresa estadounidense tuvo respecto a cómo se iban a introducir en su mercado local los fabricantes nipones con las bajas cilindradas. Algo que, a nivel técnico, les podía solventar tener bajo su control a Aermacchí como proveedora mecánica en este sentido.

Desde la cilindrada de 175, en esta saga se llegaron a desarrollar hasta motores con 400 centímetros cúbicos

Además, en 1960 la Ala d’Oro tuvo una fantástica evolución gracias a su variante con 250 centímetros cúbicos. El primer modelo de la marca en llegar al Mundial de Velocidad, rebajando sorprendentemente el peso hasta los 102 kilos al tiempo que incrementaba la potencia hasta los 26 CV a 9.000 revoluciones por minuto. Y bueno, para sumar un punto de leyenda a su causa el piloto estrella de Aermacchi en el Mundial era Alberto Pagani, hijo del icónico Nello Pagani, primer campeón mundial de 125 centímetros cúbicos en 1949.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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