Moto del día: Trojant & Nagl W4

Moto del día: Trojant & Nagl W4

Con un interesante y muy peculiar motor W4, esta motocicleta ha resucitado gracias a una fantástica réplica realizada en República Checa.


Tiempo de lectura: 4 min.

Una de las cuestiones más interesantes en los albores del motociclismo fue la gran diversidad mecánica. No en vano, aquellos primeros años tuvieron mucho de iniciático, por lo que experimentar estaba a la orden del día a fin de lograr una tecnología mejor que la desplegada por la competencia. Obviamente, los más de aquellos inventos no tuvieron demasiado recorrido, aunque sí sirvieron para ir tanteando posibilidades en aquella nueva y fascinante época marcada por la escalada tecnológica.

Es más, esto mismo también ocurrió en el automovilismo. De esta manera, Henry Ford retrasó deliberadamente un sustituto para su icónico Model T debido a estar especialmente entretenido en proyectos como el del motor X-8. Fruto de unir dos bloques V4 y, en general, bastante relacionado con ciertos esquemas básicos también vistos en los motores radiales utilizados por la aviación. Ahora, ¿esto tuvo eco en el motociclismo?

Evidentemente sí. De hecho, rebuscando tan sólo un poco en los catálogos de motocicletas históricas estadounidenses no es complejo toparse con algún que otro experimento basado en incorporar un pequeño motor radial a un chasis en “loop” de aquellos tan frecuentes antes de la Primera Guerra Mundial. De todos modos, y aún no siendo estrictamente una motocicleta con motor radial, en todo este contexto llama poderosamente la atención la Trojant & Nagl Torpedo W4 de 1909. Un diseño realmente heterodoxo que, gracias al trabajo artesanal del checho Pavel Malanik, ha vuelto a la vida en forma de réplica cuidada hasta el más mínimo detalle.

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En los primeros años del motociclismo todo estaba por descubrir. Una situación en la que florecieron todo tipo de diseños experimentales en medio de una carrera tecnológica vertiginosa

Trojant & Nagl Torpedo W4, un motor complejo para una motocicleta única

La actual República Checa cuenta con una tradición automotriz en la que destacan ejemplos de una gran calidad. Para empezar, e interpretando una clara conexión con España, Skoda fabricó bajo licencia imponentes modelos de Hispano-Suiza. Además, justo antes de la Segunda Guerra Mundial Tatra estaba produciendo algunos de los diseños más interesantes y avanzados de la época. Es más, la cuadrilla de nazis comandada por Ferdinand Porsche copió descaradamente uno de ellos de cara a crear su Tipo 1.

Asimismo, en el ámbito de las motocicletas los alrededores de Praga registraron iniciativas tan interesantes como la de Trojant & Nagl. Fundada hacia 1903, esta empresa sobrevivió hasta la Primera Guerra Mundial gracias a una escalada tecnológica en la cual los monocilíndricos jugaron el primer capítulo para luego ser rebasados por bicilíndricos e ingenios en W.

Pero, ¿a qué nos referimos con esa W? Bueno, para empezar lo más importante es no ver a estos motores como una especie de diseño radial partido por la mitad. De hecho, esto se entiende gracias a que los cilindros están dispuestos de forma que las bielas puedan trabajar directamente con el cigüeñal. Una diferencia esencial, ya que en un motor radial la estructura sería, para no liarnos con cuestiones que necesitarían de una buena pizarra, bastante más compleja. En suma, al motor W4 de esta Trojant & Nagl es recomendable verlo como la unión de dos V2.

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En futuras publicaciones hablaremos de más réplicas relativas a este artesano checho, quien ha hecho un fantástico trabajo de documentación al reconstruir esta motocicleta W4

Dicho esto, la otra característica llamativa de este motor es la adopción de válvulas de admisión atmosférica. Simples y fáciles de mantener, gracias a ellas no se debía incorporar árboles de levas. Y es que este tipo de válvulas se manejan en base al vacío creado en la culata durante determinada fase del movimiento del pistón. Todo ello en conjunción con un resorte ajustado de manera no muy exigente. Ahora, obviamente este diseño tenía una desventaja evidente al analizar las revoluciones por minuto. Y es que, a cambio de su simpleza, la válvula de admisión atmosférica impedía que el motor superase las en torno a 2.000 revoluciones por minuto. Aún así, resulta interesante comprobar cómo a la réplica realizada por Pavel Malanik se le ha llegado a registrar una velocidad de 120 kilómetros por hora en el óvalo de Montlhéry. Sin duda un excelente trabajo basado en una meticulosa “arqueología del motor” al cual volveremos con publicaciones centradas en la figura de este entusiasta checo.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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