Los dos sábados anteriores he estado hablando en nuestra sección Moto del día sobre motos custom de octavo de litro que no se ciñen a la idea general de custom en la que podríamos pensar en un primer momento, ya sea por ser una motocicleta de motor monocilíndrico, como la Suzuki GZ 125 Marauder, o por tener una mecánica dos tiempos deportiva como la Aprilia Classic 125.
Hoy, para terminar con esta entrega personal de motos custom de octavo de litro que nos han acompañado a lo largo de nuestra historia reciente, vamos a hablar de la Suzuki VL 125 LC Intruder. Una custom que esta vez sí que cumple con toda la receta tradicional -o casi- que se espera de una moto custom: aspecto clásico y con buenos acabados, motor bicilíndrico en V refrigerado por aire y una posición con la espalda recta y las piernas adelantadas.
A nivel visual es una moto en la que podemos apreciar un tamaño notable y compensado pese a ser una motocicleta de tan solo 124 cc. Sus formas clásicas hacen que su diseño siga plenamente vigente incluso a día de hoy pese a ser una moto nacida en 1998
En su diseño destacan sus alargados guardabarros delantero y trasero -algo que se acentúa si quitamos el asiento desmontable de acompañante- o el cromado de tapas laterales, tapas de culata, intermitentes o sistema de escape que en las primeras versiones cuenta con doble salida lateral, pasando en las versiones posteriores a emplear un escape en el que los dos colectores se unen en un único silencioso que apacigua más su sonido y es algo más restrictivo con las emisiones.
Las dimensiones del propulsor ocupan a la perfección el hueco presente dentro del bastidor, un hecho que hace que se vea una moto compensada y de mayor cilindrada que otros modelos, en los que se aprecia una serie de espacios que hacen aparentar que el propulsor es de una talla inferior al tamaño del chasis.
La instrumentación se encuentra sobre el depósito, en la zona más cercana al manillar, y que se encuentra más elevada, lo que no obliga a desviar demasiado la mirada de la carretera. Es una instrumentación sencilla, con un velocímetro analógico y un odómetro con parciales situados en una pequeña pantalla digital.
Estos dos elementos se encuentra también acompañados por varios testigos luminosos que indican las principales funciones, aunque se echa en falta sobre todo un medidor de combustible. A nivel técnico es una moto que se mantuvo invariable en los más de 10 años que estuvo a la venta.
Equipaba, como hemos dicho, un motor bicilíndrico con la V abierta a 65º y refrigeración por aire, que está alimentado mediante un carburador Mikuni BDS26 y cuyo diámetro/carrera de 44×40,9 mm le otorgaban una cilindrada de 124 cc.
Con todo ello se conseguía una potencia de 13 CV (12 CV en las últimas versiones) a 10.500 RPM y un par de 9,8 Nm a 8.000 RPM. Pese a no ser una potencia desmesurada, si lo comparamos con motores de un único cilindro, es un motor más agradable, con menos vibraciones y con un rango de utilización más amplio, junto con una entrega de potencia más dulce.
El chasis se encuentra fabricado en tubo de acero, conformando un bastidor de tipo simple cuna, que acoge el propulsor abrazándolo desde su parte inferior. Al mismo se ancla un basculante de doble brazo de sección rectangular, fabricado también en acero ,con su brazo derecho oculto por el sistema de escape y con el izquierdo totalmente a la vista, junto con la transmisión, que en este caso se realiza mediante cadena.
La suspensión nos indica que es una moto para tomarnos la vida con tranquilidad, ya que cuenta con una horquilla telescópica convencional con botellas anodizadas y 120 mm de recorrido, carentes totalmente de ajustes, y de un tarado confortable. Un tarado que se vuelve excesivamente blando si queremos realizar una conducción para la que no ha sido desarrollada.
La suspensión trasera cuenta con dos amortiguadores laterales, que en este caso sí son regulables en precarga, para encontrar una configuración acorde al peso que tenga que soportar tanto en conducción individual, con pasajero e incluso con carga.
La frenada de la Suzuki VL 125 LC Intruder es otro de los puntos en el que esta pequeña custom nos invita a olvidarnos del estrés y disfrutar del viaje. Cuenta con un único disco delantero de 275 mm -totalmente liso- que es accionado por una pinza de único pistón con un mordiente discreto.
A la frenada delantera le acompaña un sencillo tambor trasero, con un diámetro de 130 mm, que se encarga de ayudar a la detención de una moto que en seco tiene un peso declarado de tan solo 142 kg. Si sumamos sus 12 litros de combustible, aceite, líquido de frenos, etc. se encontrará más bien cercana a 160 kg, que es un peso que se empieza a tornar serio para un equipo de frenos tan sencillo.
El tamaño de las llantas es de 18 pulgadas para la delantera y de 15 pulgadas para la trasera, con neumáticos 90/90 y 130/90, respectivamente. Un conjunto suficiente para la potencia capaz de desarrollar el propulsor, sin lastrarlo demasiado, y manteniendo una buena adherencia y sin perjudicar la manejabilidad, que no es un punto en el que destaque especialmente.
Como ya habréis podido intuir, la Suzuki Intruder 125 se trata de una moto que una vez que nos subimos a ella nos hará sentirnos a gusto con una posición cómoda y relajada, con los brazos estirados y las piernas adelantadas, lo que invita a realizar desplazamientos tranquilos
Esto es también a lo que nos invitará el carácter de su propulsor, que con una entrega de potencia desde abajo y sin baches, y que gracias al buen escalonamiento de su caja de cambios de cinco relaciones, será capaz de alcanzar velocidades puntas superiores a 100 km/h y de mantener cruceros de 90 km/h sin forzar la mecánica.
Quizá sea una opción algo más cara que su hermana Marauder en el mercado de segunda mano -ambas están descatalogadas- y también algo menos manejable, pero si queremos rodar con ella en carretera con ella nos sentiremos más a gusto. La elección entre ambas seguramente dependerá de si la utilizarás como “moto escuela” o quieras quedártela un largo periodo de tiempo, apartado en el que verdaderamente tendrás que tener en cuenta esos euros de más.
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Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS