La moto de hoy también podría calificarse como coche, si nos atenemos a su volante, asiento y seis ruedas, pero creemos que encaja más con la clasificación de moto, por rara que sea. Se trata del Bi-Autogo, una moto de comienzos del siglo XX, cuando las ganas por destacar con algo novedoso estaban en pleno auge.
Como decimos, podría tratarse de un híbrido entre un micro-coche y una moto. Posee un pequeño habitáculo, como los coches de la época, con volante y asiento. También posee un motor V8 en posición transversal, lo que invita a pensar que es un coche. Pero la configuración de dos ruedas en línea, la acercan mucho más al concepto de moto que conocemos.
Es cierto que en sus laterales poseía unos ruedines retráctiles para mantener el equilibrio a bajas velocidades, pero en cuanto se aumentaba el ritmo, subían, dejando al vehículo como una moto peculiar.
Fue diseñada y construida en Detroit, EEUU, por James Scripps Booth, de 1908 a 1912, quien fascinado por los micro-coches de la época, quiso innovar, y vaya si lo hizo. El motor que eligió era un V8 de 6.306 cm3 que ofrecía 45 CV de potencia, que no es mucho rendimiento, pero era uno de los primeros de su clase en aquella época.
Esos tubos de cobre que veis por los laterales son el radiador. Mediante la circulación del fluido por ellos y en su largo recorrido, el contacto con el aire hacía que transmitiesen el calor al ambiente. Un sistema un poco rudimentario, pero muy bien adaptado a la anchura del vehículo: un radiador frontal sería inviable en este modelo. Como curiosidad, podéis fijaros en su bastidor con remaches y la suspensión delantera de doble ballesta.
Por su mezcla híbrida entre coche y moto, el peso era un reto: pesaba 1.500 kg, una barbaridad para mantenerse a dos ruedas. Ahora entenderéis el por qué de los ruedines laterales. Como es natural, no tuvo mucho éxito, pues solamente se construyó una unidad. La innovación no es buena en sí misma, si no aporta utilidad y practicidad.
Pablo Mayo
Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.COMENTARIOS