La Bimota YB9 Bellaria fue presentada en el salón de Milán de 1989 de la mano de Pier Luigi Marconi, el director encargado del proyecto. Unos meses después se puso a la venta al público. Su nombre, adquirido de una población a pocos kilómetros del cuartel general de la marca en Rímini, hace honores a la bella comarca italiana de Emilia-Romaña donde nace el modelo.
Bimota, allá por los 90, era una fábrica de sueños que en general no estaba al alcance de la mayoría de los mortales, dada lo elevada de su tarifa normalmente. Buena prueba de ello es esta YB9 Bellaria, que con un precio de 3.028.227 pesetas del año 1990, era un despropósito en toda regla si lo enfocamos de un modo objetivo. De hecho, y por poner un ejemplo muy claro, una Honda Gold Wing del mismo año tenía una tarifa de 1.500.000 pesetas. Saquen sus conclusiones.
Lo que también es de recibo señalar es el hecho de que quien compraba una Bimota estaba adquiriendo algo casi único. En el caso de esta Bellaria, tan solo 145 unidades fueron fabricadas desde 1990 hasta 1993. Queda claro por lo tanto que la intención de la marca era la de crear motocicletas más cerca de ser obras dignas de museo, que meras herramientas de transporte.
Para la creación de esta Bimota se empleó el propulsor de 600 cc de origen Yamaha, el mismo que montaba su coetánea Yamaha FZR 600. Como cambios más significativos y casi únicos, en la parte mecánica se encontraban en la caja del filtro y un nuevo sistema de escape. La potencia, aun siendo la misma que en la FZR 600, 91 CV a 10.500 RPM, se dosificó para mejorar la respuesta a medio y alto régimen.
Esta exótica italiana era un compendio de exclusividad unido a un precio sin parangón en la categoría
A nivel de parte ciclo, y dadas las exigencias de los clientes de la marca, Bimota creaba por primera vez un modelo biplaza. Hasta ese momento todas sus creaciones eran motos exigentes, con corte deportivo y estéticas radicales. En esta ocasión intentaban crear algo más usable, de una manera única y sin perder un ápice de su contrastada calidad. Con estas premisas la Bellaria se ponía a disposición del público más exigente.
El chasis de doble viga de aluminio es uno de los elementos fundamentales de esta Bimota. Los detalles, tanto en este como en la tija o reposapiés del mismo material, te hacen darte cuenta que estabas ante algo diferente. Sus fresados hechos a mano y pulidos de manera artesanal demostraban la calidad que atesoraba la Bellaria. A ello hay que sumarle sus llantas Oscam, o un conjunto de frenado firmado por Brembo con dos discos flotantes de 300 mm delante y uno de 230 mm detrás, mordidos por pinzas de cuatro y dos pistones, respectivamente.
En cuanto a la suspensión, la Bimota Bellaria disponía de una horquilla invertida Marzocchi con barras de 40 mm en su tren delantero, regulable en tres posiciones. Para la parte posterior, un amortiguador de la misma marca regulable en diferentes parámetros era el encargado de realizar el trabajo. Lo curioso es que para poder acceder a él había que desmontar media moto. Aletas traseras y depósito iban en una pieza, por lo que la regulación se hacía una complicada tarea.
Además de detalles como los ya mencionados, esta curiosa deportiva italiana estrenaba por primera vez en una motocicleta de serie un cuadro de marcadores totalmente digital
Evidentemente, nada tiene que ver con los de la actualidad, pero en su momento se asemejaba más al de una nave espacial que al de una motocicleta. De difícil lectura, sobre todo durante el día, disponía de velocímetro, cuentavueltas, odómetro, y niveles de agua y gasolina, además de varios indicadores para la intermitencia, luz larga, etc.
Con un peso final de 188 kilogramos en vacío, la YB9 Bellaria era capaz de alcanzar los 236 km/h y hacer el 0 a 100 km/h en 3,9 segundos. De las 145 unidades fabricadas, tres de ellas se usaron con kit especiales para competición. El resto se sirvió en tres decoraciones distintas de las cuales, 105 fueron en color azul, 20 en azul y blanco y 17 en rojo.
En la actualidad encontrar una de unidad de esta old school en el mercado es casi imposible, dado el número de unidades fabricadas y lo más importante, las que puedan quedar en funcionamiento. Las últimas que estuvieron a la venta se vendieron entre 8.000 y 15.000 euros, precio nada desorbitado si tenemos en cuenta su escasez.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS