Quien siga esta breve sección diaria desde hace tiempo ya sabrá cómo nos gusta dar ciertos saltos temporales a la hora de explicar las cosas. Dicho esto, la historia de la BMW R39 -primera monocilíndrica de la marca, lanzada al mercado alemán en 1925- vamos a comenzarla por la España de los años sesenta.
Y es que, no en vano, BMW es una de las casas motociclistas con una personalidad mecánica más marcada. En base a ello, sus bicilíndricos bóxer con refrigeración por aire han definido muy bien la trayectoria de la marca, siendo partícipes de la misma desde que uno de ellos equipara a su primera creación de dos ruedas allá por 1923.
No obstante, en la amplia gama de la casa germana también ha habido espacio para otros tipos de motor. Es más, esto ha ocurrido desde 1925 y, en el caso de España, todo lo relativo a los monocilíndricos BMW nos es muy conocido gracias a las R27 ensambladas por la madrileña ROA y, en su mayor parte, utilizadas por la pretérita Guardia Civil de Tráfico.
Llegados a este punto, desde 1964 éstas representaron una seria competencia para Sanglas la cual, con sus motocicletas de cuatro tiempos, era la marca preferida por parte del parque móvil del estado desde los tiempos de la posguerra. Una trayectoria consolidada que, a la postre, logró dejar a un lado a la advenediza ROA, la cual ensamblaba piezas llegadas desde Alemania junto a otras de origen español a fin de cumplir así, por los pelos, con los requisitos marcados para la llamada “fabricación nacional”.
Aunque la imagen de BMW siempre ha estado muy ligada a los bicilíndricos bóxer, lo cierto es que desde 1925 también ha ofrecido modelos con un único cilindro. En el caso de éste el fracaso comercial vino por hacerlo de tan buena calidad que, a fin de cuentas, costaba tan sólo un poco menos que el modelo superior.
Llegados a este punto, ya vemos cómo la oferta de motocicletas monocilíndricas por parte de BMW no ha sido algo tan extraño como se pudiera pensar para una marca tan apegada a las mecánicas bóxer. De hecho, tal y como hemos dicho anteriormente la R39 apareció en 1925, todo ello con la intención de ser una especie de modelo de acceso a la gama del fabricante, de aquellas presidida por la R32 con 494 centímetros cúbicos.
Respecto al bastidor, la R39 contaba con una base muy similar a la de las bicilíndricas, con un chasis en tubos de acero rígido y ligero al mismo tiempo. En relación al cubicaje, el cilindro con cuatro tiempos de nuestra protagonista era capaz de rendir hasta 6,5 CV siendo perforado en 247 centímetros cúbicos.
Una buenas cifras para la época, corroboradas por el hecho de que la BMW R39 lograse ganar el campeonato alemán de motocicletas turismo durante la temporada de 1925. Ahora, cómo puede ser que todo aquello no se tradujera en un verdadero éxito de ventas. Bueno, pues por el precio. Y es que, dadas las calidades de esta primera monocilíndrica su factura no era muy inferior a la mostrada por su hermana mayor la bóxer R32 o su sustituta la R37.
Es más, si cotejamos las cifras de producción llama la atención cómo mientras de la R32 se vendieron más de 3.000 unidades la R39 apenas llegó a las poco más de 880. Y eso que, a fin de cuentas, sus tiempos en el mercado fueron realmente parecidos. En fin, una lección que ningún fabricante habría de olvidar: si vas hacer un modelo de acceso, que sea realmente accesible y, sobre todo, mucho más barato que lo ya ofertado.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS