Antes de la Segunda Guerra Mundial BMW se había consolidado -en muy pocos años realmente- como uno de los fabricantes de referencia en el panorama europeo. Y no estamos hablando tanto en términos de cantidad como de calidad, ya que la casa bávara fue responsable de no pocos modelos capaces de interpretar, uno tras otro, una de las escaladas tecnológicas más notorias en el mundo de las dos ruedas. Además, todo ello se aderezó con motores prestaciones responsables de no pocos méritos deportivos.

Sin embargo, los años posteriores a la contienda la situación fue bien distinta. Para empezar, el potencial productivo de la marca había quedado seriamente mermado, con una de sus dos fábricas totalmente destruida mientras la otra había caído en manos de la futura RDA. Asimismo, las lógicas sanciones impuestas por los Aliados a fin de impedir un hipotético rebrote nazi limitaron la cilindrada de los motores a producir en Alemania.

De hecho, como ya hemos comentado varias veces en esta pequeña sección diaria y gratuita -si desean más profundidad en los contenidos pueden actuar como unos Médici del motociclismo colaborando con el Patreon, gracias- BMW sólo logró salvarse de un más que posible cierre vendiendo arados y material de cocina. Obviamente, con todo esto a sus espaldas aquella excelencia técnica interpretada durante los años treinta experimentó un brusco venirse abajo, condicionando a BMW el tener que sobrevivir a base de diseños patentados antes de la guerra. Algo que aprovecharon los fabricantes británicos a fin de tomar la delantera, apostando por nuevos y más llamativos monocilíndricos.

Después de la Segunda Guerra Mundial BM atravesó momentos realmente complicados donde tuvo que echar mano de diseños ya obsoletos

BMW R69, se consolida el repunte de la marca

Bajo este panorama, en BMW necesitaban de un buen golpe de efecto de cara a recuperar la delantera. Un hecho finalmente acaecido en 1951, cuando liberada de las restricciones anteriormente comentadas presentó al fin el motor M268. Un bicilíndrico bóxer -fiel por tanto al carácter marcado dos décadas antes- capaz de entregar 35 CV en su primera versión de una forma no sólo progresiva sino también fiable.

De esta manera, el M268 llegó para ser un propulsor perfecto para motocicletas turismo con aptitudes deportivas. Asimismo, sus 594 centímetros cúbicos le daban capacidad para entregar potencia desde bajas vueltas, siendo una buena opción si se quería incorporar un sidecar tal y como era aún bastante frecuente en aquellos años. Por cierto, todo ello fue acompañado con una campaña de publicidad en la que se hablaba del motor de las cien millas.

Un lema que no sólo incidía en la velocidad como banderín de enganche para las ventas, sino también -al expresarlo en millas- en el mercado de exportación que tan importante iba a ser en la recuperación de BMW tras la Segunda Guerra Mundial. Además, aunque a día de hoy esta cilindrada tan sólo algo superior al medio litro nos pueda parecer escueta, a comienzos de los años cincuenta se relacionada con los segmentos más exclusivos del motociclismo, especialmente si la ponemos en relación con lo que se estaba produciendo en el Reino Unido.

La calidad de la R69 estaba la nivel de sus excelentes cualidades turismo, presentándose como una de las motocicletas referenciales para el panorama europeo de la época

Así las cosas, la llegada de la R68 en 1952 trajo la puesta de largo del motor M268 sobre las calles. Y vaya, gracias a ella no se puede negar el regreso de BMW por todo lo alto. De hecho, sobre las innovaciones técnicas se ofertaba una calidad de acabados realmente excelente. En suma, la casa germana volvía al lugar que le correspondía. Algo consolidado con la aparición en 1955 de la primera R69 -estaría en producción hasta 1969 a lo largo de tres series que ya iremos tratando en la Moto del Día-, dominada por los 35 CV del M268 original, funcionando a una alta relación de compresión aunque, sobre la carretera, destacando más por sus cualidades turismo que por su pura velocidad. Y es que, como dirían los medios de la época, aquí estamos hablando de una máquina equilibrada y excelente en todos los sentidos.