Como diría algún castizo, en la Bultaco Lobito 74 se juntaron el hambre con las ganas de comer. Y es que cuando se presentó en 1966 se estaban dando cita diversos fenómenos en el mercado local. Para empezar, ya se había cumplido casi una década desde el momento en el que la aparición de modelos como el SEAT 600 había conseguido desplazar al motociclismo como la opción más recurrente a la hora de resolver las necesidades de movilidad diarias. Al fin y al cabo, según la capacidad de gasto de las familias aumentaba y el precio de los utilitarios descendía, lo lógico era dejar atrás el montar a la intemperie para disfrutar del ir bajo techo manejando un volante.
De esta forma, empresas como Montesa, Ossa o Bultaco no dejaron de hacer motos para el día a día, sí, pero sin duda sólo consiguieron sobrevivir al enfocarse hacia nuevos nichos de negocio relacionados con el ocio, la deportividad y la exportación al mercado norteamericano. Además, en ese trasiego aperturista producido en la España de los Planes de Estabilización, las marcas catalanas conocieron la escena de Enduro tan de moda en el mundo anglosajón a través de la conexión con pilotos británicos como los hermanos Rickman, Sammy Miller o Dan Shorey. Más en concreto todo lo relacionado con el trial. Especialidad que destacaba en su popularidad frente a las ya de por sí numerosas pruebas de motocross u otras variantes del motociclismo campero.
Con todo esto, Bultaco decidió enfocarse al igual que las marcas de la competencia hacia el mundo del rodar sobre tierra. De hecho, para los años setenta la mayor parte de las creaciones de la marca estaban totalmente enfocadas al mismo, incluyendo una mayor preocupación por su proyección en el mercado norteamericano que en el local. Algo lógico, pues al fin y al cabo el dinero manda sobre las ventas, y éstas sobre los propios diseños de cualquier marca. Y bueno, ya que estamos hablando de dinero llegamos al tercer motivo concitado para ver nacer en 1966 a la Bultaco Lobito 74. Ni más ni menos que la capacidad de algunas familias de la creciente burguesía urbana – el propio Xavier Bultó pertenecía a una de las familias más representativas de la burguesía catalana – para regalar a sus vástagos más jóvenes una máquina recreacional con habilidades para la práctica del tan de moda trial.
A mediados de los sesenta el Trial ya había llegado a la Península Ibérica gracias a la conexión de las marcas catalanas con el panorama británico de Enduro, por lo que Bultaco decidió crear una máquina versátil para que los más jóvenes pudieran hacerse con el rodar sobre tierra
Bultaco Lobito 74, un capricho para usuarios del carnet A1
Afortunadamente, el tiempo suele ser uno de los mayores factores a la hora de democratizar el consumo. Así las cosas, mientras el automovilismo fue en sus inicios un mundo reservado a los más pudientes – abundando por ello las marcas exclusivas por encima de las populares – hechos como el nacimiento del Ford T hicieron que, poco a poco, la movilidad privada se fuera extendiendo a las capas populares más allá del dar pedales sobre una bicicleta desvencijada. De esta manera, con el motociclismo ocurrió algo similar aunque en mucha menor medida ya que, al fin y al cabo, las monturas de dos ruedas siempre han sido más accesibles que las de cuatro.
Entendido esto, hoy en día resultaría un error señalar a la práctica del motociclismo juvenil como un deporte reservado a las clases más pudientes. Claro está que es más caro que la natación, el ciclismo o el puro acto del correr. Pero se ha popularizado tanto que, con esfuerzos familiares, puede ser accesible al público en general. Sin embargo esto no era así en la España de los sesenta. Un país, un tiempo, donde el simple acto de reivindicar la mejora de las condiciones laborales podía acarrear no pocos sufrimientos. Por ello, a la Bultaco Lobito 74 no se la entiende como una moto para mayorías a pesar de que se pudiera conducir a partir de los dieciséis años con el carnet A1.
Al fin y al cabo, las más de las familias no estaban en la posibilidad de financiar las veleidades saltarinas de sus ruidosos hijos adolescentes. De todos modos, para aquellas que sí pudieran y además contasen con atención por la creciente moda campera, la Bultaco Lobito 74 representaba una opción ideal para iniciar a los más jóvenes en el motociclismo, especialmente por su carácter polivalente y seguro. Un hecho que fue dejándose notar con más intensidad según pasaron los años – estuvo en producción hasta 1976, siendo sustituida por la Sherpa 74 – ya que el chasis pasó a ser más estable gracias a las evoluciones con doble cuna. Todo ello bendecido por un conjunto basculante muy efectivo.
En las última evoluciones del modelo antes de ser sustituido por la Sherpa 74 llamó bastante la atención la capacidad que tenía el motor para seguir funcionando sin problemas aún vadeando amplias masas de agua. Sin duda era una montura perfecta para rodar por el campo
Respecto a la mecánica, obviamente estamos hablando de un bloque monocilíndrico de dos tiempos con los 74 centímetros cúbicos necesarios para seguir moviéndose por debajo de los 75, los cuales actuaban como barrera legal de lo que era o no era un ciclomotor. Consultando la ficha técnica de la variante de 1975 – la última – comprobamos una potencia de 5,9 CV a 6.000 revoluciones por minuto con una compresión de 13:1. Todo ello para un peso de 79 kilos dominados por unos frenos que pruebas de la época resaltan como muy efectivos. En suma, la Bultaco Lobito 74 fue, durante sus diez años en producción, una de las mejores opciones para iniciarse en la práctica del motociclismo deportivo. Todo un juguete.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Hola.
Creo que estáis equivocados, la primera Lobito, era una 74, con el depósito metálico, pintado en amarillo.
La que sacáis en el artículo, es la última generación.
Por lo demás, felicitaros por los artículos.
Los leo con gran interés
Saludos
Valentín