Aunque tuvo su génesis en las monturas de asfalto, lo cierto es que Bultaco experimentó sus mayores éxitos en competición – e incluso en ventas – gracias a la especialidad del Trial. En este sentido, la importancia de la Sherpa T avala lo dicho en base a su multitud de evoluciones experimentadas constantemente hasta los años ochenta. De hecho, junto con la de la Pursang la de la Sherpa T es la saga más extensa en toda la historia de la casa catalana. Además, también fue una excelente montura de competición, con diversos campeonatos de España, Europa y el Mundo sobre su lomo.
No obstante, la gran paradoja de todo esto llega cuando analizamos los inicios del Trial en la Península Ibérica. Y es que, al fin y al cabo, hasta bien entrados los años sesenta ésta era una especialidad no sólo minoritaria sino prácticamente inexistente. Es más, a comienzos de la década quienes practicaban Trial se podían contar en una lista muy reducida donde, además, figuraban varios miembros de la familia Bultó. En suma, aún a riesgo de incurrir en los peligros de todo reduccionismo el Trial parecía moverse únicamente en torno a la finca privada de Francisco Xavier Bultó.
No obstante, en Bultaco no ignoraban la rapidez con la que dicha especialidad estaba ganando terreno en el extranjero. En Francia pero también, claro está, en el Reino Unido. Lugar desde el cual se irradió la fiebre por el Off-Road al resto de Europa durante los años sesenta. Además, desde que fuera presentada en 1960 la Sherpa N – en principio enfocada a la práctica del Trail o el uso diario en las explotaciones agrarias – se convirtió en una opción recurrente para los pilotos británicos de Trial. No en vano, aunque no había nacido para ello su ligereza y sencillez frente a las máquinas locales con cuatro tiempos hacían de ella una opción solvente.
Aunque a comienzos de los años sesenta el Trial en la Península Ibérica estaba ajustado a un estrecho círculo en torno a la familia Bultó, lo cierto es que gracias a los éxitos internacionales de la marca esta especialidad empezó a gozar de una gran afición especialmente en Cataluña
Bultaco Sherpa T Modelo 27, evolucionando la exitosa Sammy Miller
A pesar de no ser una especialidad precisamente extendida en el mercado local de Bultaco, la marca contó con un equipo oficial para la misma desde sus inicios. Eso sí, en un principio bastante más modesto que el dirigido al asfalto con las TSS. De hecho, los pilotos más recurrentes eran sobrinos del propio Francisco Xavier Bultó equipados con algunas Sherpa N levemente modificadas por la fábrica.
No obstante, salían de forma recurrente al extranjero. Llegados a este punto, en 1962 lograron entablar contacto con el piloto británico Sammy Miller. Especialista en Trial pero también en probar y desarrollar todo tipo de motocicletas, éste se vio muy interesado en las posibilidades de la Sherpa N de cara a competir en lo más exigente del Trial. Debido a ello, llegó a trasladarse a la finca de la familia Bultó a fin de crear lo que, en 1964, se convertiría en la Sherpa T.
Extremadamente espartana – podía encargarse incluso sin sistema eléctrico – esta ligera dos tiempos fue un rival tan duro como inesperado para las pesadas y ya anticuadas monturas británicas con cuatro tiempos. De hecho, en ese mismo año Sammy Miller se hacía con la victoria en los Seis Días de Escocia. Una verdadera revolución pues, recurriendo al historial, vemos como ésta fue la primera victoria de una motocicleta fabricada fuera del Reino Unido. Y, recordemos, aquella prueba venía siendo una cita referencial desde su primera edición allá por 1902.
En el extenso panorama creado por las Sherpa T desde los años sesenta hasta los ochenta, la Modelo 27 se presenta como la primera actualización importante sobre el modelo original
Así las cosas, en 1965 Bultaco lanzó al mercado aquella máquina de competición bajo el lema “lista, ya sólo necesita el piloto”. Dotada con un monocilíndrico de 244 centímetros cúbicos, ésta entregaba 18 CV a 8.000 revoluciones por minuto con un índice de compresión de 8 a 1. Todo ello para mover 92 kilos fácilmente manejables gracias a todas las modificaciones realizadas a indicación de Sammy Miller sobre el chasis monotubo de las Sherpa N. Con todo ello, esta motocicleta de Trial se convirtió en un gran éxito de ventas con casi 1.300 unidades en dos años de comercialización. Una cifra excelente al estar hablando de una máquina de uso tan sumamente específico. Llegados a este punto, las constantes lecciones adquiridas en competición hicieron que en 1967 se presentara una nueva generación de la Sherpa T conocida como Modelo 27. En ella el índice de compresión aumentaba, llegando a entregar así una potencia de 19,6 CV. Además, la caja de cambios ganaba una marcha sumando por tanto hasta cinco al tiempo que el depósito y el asiento se colocaban en una posición más cercana al suelo. Todo para, mes a mes, seguir cosechando nuevas victorias internacionales.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS