La aparición en 1956 de la Ducati 100 Siluro no sólo es un hito plusmarquista con más de 40 récords de velocidad rebasados en un sólo día, sino también una efectiva confirmación para los esfuerzos de progreso emprendidos por la marca italiana. Y es que, a fin y al cabo, tras la destrucción provocada durante la Segunda Guerra Mundial esta histórica casa radiofónica tuvo que reinventarse completamente. Una situación donde el instinto comercial y la pericia técnica se conjugaron para alumbrar el Cucciolo; con tan sólo 1 CV de potencia así como un consumo anecdótico, fue perfecto para motorizar bicicletas en la depauperada Italia posbélica.
Así las cosas, aún quedaba mucho para unir el nombre de Ducati al de las prestaciones y la deportividad, necesitando no sólo generar una nueva gama de motores sino también hacer cuadrar sus cuentas en medio de un mercado empobrecido. Algo que terminaría por asentarse gracias a la llegada de Fabio Taglioni con soluciones mecánicas como la válvula desmodrónica, aunque no hubiera sido posible sin el éxito anterior de modelos como el Cruiser. No sólo el primer scooter de Ducati, sino también una de las monturas con las que, poco a poco, se iba evidenciando el notorio aumento en el nivel de vida de los italianos.
No obstante, y especialmente en el caso de la Europa de los cincuenta, los éxitos deportivos resultaban esenciales par aupar la imagen de marca y, por tanto, las ventas. De esta manera, hasta las populares Vespa y Lambretta andaban enzarzadas en una competición sin piedad por ver cuál de las dos conseguía batir más récords de velocidad. De hecho, cuando en 1949 la Lambretta Siluro pulverízó no pocos récords de velocidad para la categoría de los 125 centímetros cúbicos, Vespa reaccionó superándolos dos años más tarde con una montura del mismo nombre. Nombre que se repite también en la Ducati que hoy nos ocupa. ¿Por qué?
En los años cincuenta incluso las marcas con modelos más populares se apuntaban a batir récords de velocidad de cara a mejorar sus imagen y, por tanto, sus ventas
Ducati 100 Siluro, la velocidad al servicio de las ventas
Obviamente, las diferencias entre cualquier modelo de serie y sus derivados de competición son obvias. Más aún cuando se plantean para fines tan específicos como los récord de velocidad. Sin embargo, de cara a poder construir una campaña publicitaria mínimamente creíble como la de la Ducati 100 Siluro los motores sí han de ser iguales – o casi iguales – a los que cualquier comprador pudiera encontrar en los concesionarios. Sólo así el se puede vender una correlación entre el circuito y el producto de calle, elevando satisfactoriamente la imagen de marca.
Llegados a este punto, ¿qué se puede cambiar entonces? Bueno, principalmente la postura del piloto. Una cuestión más que vital, ya que sí además se le añade un estudiado carenado obtenemos una enorme ventaja aerodinámica, lo cual sintetizan a la perfección los modelos Siluro. Relativamente comunes tanto en automóviles como en motocicletas durante los años cuarenta y cincuenta, estas carrocerías se asemejaban a la forma de un torpedo. Una forma que no sólo en la estética, sino también en el resultado, resulta muy efectiva al atravesar el aire.
Es más, en el caso de la Ducati 100 Siluro el carenado corrió a cargo de Tibaldi y Nardi. Esta última, una de las casas automotrices artesanales del norte de Italia, autora de uno de los volantes más icónicos de los años cincuenta así como de no pocas piezas enfocadas a la mejora del rendimiento mecánico. De hecho, su fundador Enrico Nardi murió a consecuencia de la sepsis. Una enfermedad de la sangre provocada por el envenenamiento de la misma; en su caso por la cuantiosa inhalación de gases a la que se expuso en su taller.
Se usaban mecánicas muy semejantes a las de calle, lo que obligaba a centrar casi todos los esfuerzos en la reducción del peso y la mejora de la aerodinámica
Respecto al motor, la Ducati 100 Siluro montaba el mismo ingenio monocilíndrico de cuatro tiempos con 98 centímetros cúbicos de la Ducati 100 de calle. Eso sí, con unos carburadores más generosos para lograr así 14 CV a 11.000 revoluciones por minuto al servicio de una punta cifrada en 170 kilómetros por hora. Suficiente para la media de 160 kilómetros por hora con la que rodó el 30 de noviembre en el Circuito de Monza ganando así 44 récords mundiales de velocidad. Algo curioso, pues aunque es la cifra que la propia Ducati guarda en sus archivos existen fotografías de la Siluro con una pegatina en la que se puede leer 46. En fin, el pequeño misterio que toda gran máquina siempre alberga.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS