Durante los años cincuenta, cuando aún no habían hecho su desembarco en el mundial las monturas niponas, casi todo lo que tenía que ver con esta competición se cocinaba entre Italia y el Reino Unido. Dos potencias motociclistas con los fabricantes de carreras más punteros del momento, teniendo además amplias aficiones en las que sustentar este deporte. En ese sentido, posiblemente el piloto más querido por las mismas durante aquella época fuera Geoff Duke. Toda una leyenda que, además, en 1952 dio la campanada fichando por Gilera para ganar al año siguiente el mundial de medio litro a lomos de una montura en la que se citaron lo mejor de la mecánica italiana y las últimas innovaciones en materia de chasis realizadas por la inglesa Norton.
No obstante, deberemos remontarnos un tiempo atrás para entender cómo afloraron las habilidades naturales de Geoff Duke. Nacido en 1923, nuestro protagonista fue un consumado piloto desde su infancia. De hecho, él mismo señaló en no pocas entrevistas que con tan sólo 12 años adquirió su primera moto desvencijada aunque perfecta para servirle como banco de aprendizaje. A partir de ahí, los años fueron pasando hasta que en 1941 se alistó como voluntario en la Armada Británica en pleno inicio de la Segunda Guerra Mundial. Destinado a la mensajería pilotando motocicletas, llegó a ser tan efectivo que al poco se le encomendó formar a toda una sección motorizada.
Pasada la contienda, en 1947 se incorporó como operario a BSA llegando a ser incluso piloto oficial de la marca en carreras de trial. No obstante, al año siguiente cambió ese trabajo por otro similar en Norton, donde desde 1949 empezó a despuntar en las carreras de asfalto con motocicletas de medio litro. Además, en la fábrica se dieron cuenta del potencial que escondía Geoff Duke no sólo por sus habilidades al manillar, sino también por su habilidad de trabajar junto a los mecánicos. De hecho, sus miras y cuidados se dirigían a todos los ámbitos periféricos a la máquina, siendo el principal impulsor del mono de cuero en una sola pieza. Todo un avance al servicio de una mayor comodidad para los pilotos.
No sólo fue uno de los mejores pilotos de la época, sino que también tuvo una visión global respecto a la competición, desarrollando el mono de una pieza y sabiendo cómo trabajar en equipo con los mecánicos
Gilera 500 1953, la moto ganadora de Geoff Duke
Al poco de empezar a formar parte del equipo de Norton Geoff Duke va cosechando sus primeros éxitos de gran calado, dando la campanada en 1950 al hacerse con la victoria en el Senior TT de la Isla de Man. No obstante, la relación entre el piloto y la marca se fue deteriorando. No en vano, mientras éste ganaba cada vez más cariño y adeptos entre la afición la marca apenas le retribuía con un salario acorde. Algo que, además, iba en sintonía con lo que sufrido por el resto de pilotos oficiales.
Llegados a este punto, en 1952 Geoff Duke decide aceptar la generosa oferta de Gilera para mudar a su equipo de carreras. Algo realmente polémico, puesto que en aquel momento no se veía bien en el Reino Unido que uno de sus pilotos acudiera al mundial a lomos de una máquina extranjera. Sin embargo, la audacia y atrevimiento de Duke tuvo su recompensa, ya que nada más llegar a Italia se encontró con un equipo entregado a colaborar con él de cara al desarrollo de la moto de la próxima temporada.
Basada en un motor de cuatro cilindros con hasta 60 CV en las unidades más potenciadas, la principal novedad introducida por Geoff Duke se basó en el chasis. Peligrosamente parecido a los que acaba de desarrollar Norton, rebajando la altura del motor en casi ocho centímetros respecto al modelo de 1952.
El cambio de Norton a Gilera fue polémico en el Reino Unido, más aún cuando se vio cómo la Gilera 500 adoptaba para 1953 un tipo de chasis muy similar al de Norton
Además, los amortiguadores traseros se hacían más robustos y el manillar más aerodinámico. Todo ello intentando compensar los problemas de fiabilidad dados por las válvulas y los pistones. Todo ello relacionado con los muelles – Ducati se encargaría de frenar aquello con su sistema desmodrómico – y la temperatura, ya que la refrigeración por aire no era suficiente para evitar unas temperaturas que, a veces, hacían flaquear a los pistones. De todos modos, a pesar de todo esto Geoff Duke se hizo con tres de las ocho carreras de la temporada, ganando así el título del medio litro en el mundial de aquel año. Una hazaña con la que se expuso el gran potencial de este piloto, la habilidad mecánica de Gilera y los problemas laborales de los equipos británicos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS