Moto del día: Gimson Canigó TT

Moto del día: Gimson Canigó TT

Aunque la marca desapareció poco después de su lanzamiento, este ciclomotor de Cross desvelaba la bien que ésta supo leer el mercado


Tiempo de lectura: 5 min.

Perdida en el marasmo experimentado por la industria motociclista española durante los años setenta, Gimson es una de las marcas cuya memoria no se encuentra tan rescatada como la de Montesa, Bultaco u OSSA. Sin embargo, aunque su desaparición – sin contar el epílogo murciano interpretado por Motomur – nos privase de sus populares modelos de baja cilindrada hay que reconocer cómo ésta supo leer ciertas claves esenciales para el mercado de la época. De esta manera, no sólo presentó de forma pionera una montura urbana con motor eléctrico antes de llegar al ecuador de los setenta, sino que también se introdujo en el emergente sector de los ciclomotores camperos con la Gimson Canigó TT. Pero vayamos por partes.

Así las cosas, lo mejor será situarnos en 1957. Año de lanzamiento para el 600, marcando un punto de inflexión fundamental en el motociclismo español ya que, no en vano, la popularización del automóvil gracias a la expansión del consumo y los precios de derribo presentados por SEAT arrinconaron al mundo de las dos ruedas hasta nichos de mercado muy concretos. Obviamente, uno de ellos era el relativo al uso diario por ciudad, siendo por tanto aconsejable para cualquier fabricante seguir presente en los segmentos de las scooter y ciclomotores. No obstante, más allá de la practicidad el motociclismo encontraba una prometedora vía como opción de ocio.

Llegados a este punto, evidentemente había que poner la deportividad al alcance de las masas. Sin embargo, la constante popularización del Trial y el Motocross en la Península Ibérica hizo que esto se viera más en lo relativo al campo que en todo lo referido al asfalto. Es decir, siguiendo la estrategia marcada por Bultaco fueron cada vez más los fabricantes conscientes de la necesidad de producir monturas aptas para caminos o abruptas zonas rocosas. Por todo ello, a finales de los sesenta el motociclismo español se dividía, principalmente, entre las opciones urbanas para el día a día y aquellas que tenían al campo como una zona de recreo y deportividad. No obstante, para comprender la génesis de la Gimson Canigó TT aún quedaba un elemento por añadir a la ecuación.

Gimson saltó a mediados de los años cincuenta desde la fabricación de bicicletas a la de velomotores y ciclomotores. Una especialidad en la que supo mantenerse muy bien a lo largo de los años, produciendo multitud de modelos en los que incorporó tanto el motor Gamo como el Flandria

Gimson Canigó TT, llega el público joven

En la dura España de la posguerra las cartillas de racionamiento no se eliminaron hasta 1951. Un dato que nos habla sobre la precariedad de la vida para las clases populares durante los años cuarenta y buena parte de los cincuenta. No obstante, la introducción en los mercados internacionales a partir de los primeros pactos con los Estados Unidos – 1953 – marca el auge de la economía y, por tanto, la generalización del consumo junto a la aparición de las nuevas clases medias producto del devastador éxodo rural.

De esta manera, a finales de los años sesenta muchas familias ya habían conquistado un umbral de bienestar con el cual permitirse adquisiciones imposibles poco tiempo atrás. Una de ellas – quizás de las más burguesas – era comprar monturas recreacionales para el disfrute ocasional de los más jóvenes. Es decir, un ciclomotor. Con menos de 50 centímetros cúbicos y, por tanto, evidentes ventajas fiscales así como la posibilidad de ser conducido legalmente desde los dieciséis años.

No obstante, un simple ciclomotor urbano no cumplía las ansias adolescentes echadas al galope de las hormonas. Mas aún cuando, gracias a la popularización del Motocross y el Trial, los adolescentes más avezados en el mundo de las dos ruedas a motor andaban con ansias de emular a Pere Pi, Domingo Gris o, ya a finales de los años setenta, Toni Elías. En base a todo este contexto, los fabricantes ibéricos se lanzaron desde 1972 a la fabricación de ciclomotores con aptitudes camperas para iniciar así a los chavales en el Motocross. Gracias a ello, las habitaciones de no pocos jóvenes comenzaron a decorarse con catálogos de la Puch Minicross, la Lambretta Trepador o la Derbi Cross 50 4V.

gimson canigo tt (3)

Además de esta opción en chapa estampada, la histórica casa de Figueras ofrecía opciones con bastidores tubulares que tuvieron cierta difusión en el panorama del Trial juvenil

Un panorama prometedor al cual vino a ingresar la Gimson Canigó TT en 1973. Menos conocida que las ya mencionadas, aunque dotada de una larga vida comercial en la que se llegaron a registrar al menos dos generaciones – la segunda con el cambio al pie – . Construida en base a un cuadro monoestructura en chapa estampada – la casa catalana venía trabajado con éxito esta fórmula desde el Gimson Sport de 1955 – este ciclomotor montó un motor monocilíndrico de dos tiempos con 49,7 centímetros cúbicos y una relación de compresión 8:1. Todo ello complementado con el Skipper Trial y el Jumper Cross, enfocados al público que buscase un chasis tubular. Sin duda una gama muy interesante en lo referido al mundo de las cilindradas más escuetas, desgraciadamente perdida cuando la empresa cerró su factoría en Figueras en medio de la flexibilización de los cupos de importación en pro de las competitivas motocicletas japonesas. No obstante, aquella tradición de ciclomotores camperos marcada por el Gimson Canigó se perpetuó cuando, años después, la murciana Motomur – nueva depositaria de los derechos comerciales de Gimson – lanzó su LSA.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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