El nombre de Laverda es mundialmente conocido por todos los fanáticos de las motos y siempre será recordado por aquellas Laverda SFC 750 o la espectacular Laverda V6, uno de los proyectos más ambiciosos de la firma italiana – que, además, contó con la colaboración de nada menos que Giulio Alfieri–. El caso es que la firma italiana también se forjó un nombre más que respetable, aunque en España solo recordemos los modelos “grandes”. Es más, Laverda fue precursor de un campeonato monomarca May popular en Italia, el Trofeo Laverda, el cual se corrió con las LB Sport y LB Uno entre 1984 y 1986
Sin embargo, ya por entonces, los problemas económicos llamaban a la puerta y en la década de los 80, concretamente en 1986, la empresa entró en suspensión de pagos, momento en el cual, la familia Laverda sale de escena y se produce un traspaso a una sociedad financiera que no consigue reflotar la marca. Así, a finales de 1988, una cooperativa formada por 70 antiguos empleados intentaron que la compañía volviera a su actividad.
Es entonces cuando aparece uno de los modelos más desconocidos de todos los que produjo: la Laverda Navarro 125. Se trataba de una moto deportiva, con un diseño exterior bastante avanzado para la época, pero que escondía en su interior los órganos vitales de la Cagiva Freccia C12R. La cooperativa firmó un acuerdo con Cagiva para el suministro de motores, tanto de 50 centímetros cúbicos –par a las Laverda Cocis 50 y K3 Enduro– como de 125 – para la Blues 125 y Toledo 125–. La Navarro 125 sería el modelo más especial.
Curiosamente, la empresa dijo en su momento que se escogieron nombres españoles porque resultaban adecuados para el relanzamiento de Laverda, pero ese relanzamiento nunca llegó a buen puerto. De entrada, la Laverda Navarro 125 nunca tuvo el éxito esperado y la producción se detuvo poco después de su puesta en marcha. Los motivos, al parecer, se centraron en su elevado precio y en su diseño, obra del francés Jamel Mecheri, que pecó de ser demasiado original.
Sin embargo, el auténtico causante de su poco éxito fue el precio: 5.980.000 liras en 1990, muy por encima de sus rivales aun siendo un modelo que desde el principio estaba anticuado técnicamente. El motor, como se ha comentado antes, procedía de la Freccia C12R con su famoso cambio de siete relaciones; propulsor potente, 29,33 CV a 10.500 revoluciones, equipado con válvula electrónica y un escape específico para la Laverda Navarro, pero “viejo” allá por 1990.
Presumía de una velocidad punta de 158 Km/h, era rápida, pero el chasis era el mismo entramado de tubos de las LB Sport y LB Uno, diseñado a mediados de los 80 y reforzado para la ocasión. Se completaba con los frenos de la Cagiva Freccia C12R, así como el manillar, la tija superior, los intermitentes y todo el bloque eléctrico.
Apenas se vendieron unos cientos de unidades y hoy, es un objeto de colección para los seguidores de las “viejas” 125 italianas, así como para los amantes de Laverda.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS