Sin duda MV Agusta es una de las marcas de motocicletas más excitantes de todos los tiempos. Algo avalado por su palmarés en las carreras, especialmente cuando hablamos de la categoría del medio litro, donde fue dominante desde mediados de los cincuenta hasta mediados de los setenta. Dos décadas de éxitos abiertas por el título de John Surtees en 1956 y cerradas por el de Giacomo Agostini en 1972. Sin embargo, la producción de sus modelos pensados para las carreras también abarcó a las cilindradas más modestas, como puede verse en el caso de la MV Agusta 125 Monoalbero de 1953. Una carreras-cliente casi idéntica a la usada por los pilotos oficiales de la marca durante aquel mismo año.
De hecho, el diseño de la MV Agusta 125 permitía a los pilotos enfrentarse con garantías a una categoría en la que el fabricante italiano había ganado su primer título mundial. Concretamente en 1952, con la victoria de Cecil Sandford a lomos de una Motore Lungo. La antecesora de nuestra protagonista, también muy popular en el segmento de las carreras-cliente italianas, las cuales tuvieron que adaptarse a las normativas que, en no pocas carreras, exigían a las monturas con menos de 175 centímetros cúbicos llevar tan sólo un árbol de levas en vez de dos. De esta manera, la principal característica de la MV Agusta 125 fue precisamente ésa, ser una “ monoalbero “.
No obstante, en el mundial del octavo de litro no existía aquella limitación. Por lo que los años de este modelo en la máxima competición a la que podía aspirar no fueron del todo exitosos, siempre por detrás de las motocicletas con dos árboles y un funcionamiento con más y mejor rendimiento. Eso sí, en los campeonatos nacionales donde sí imperó la norma – como el italiano por ejemplo – la MV Agusta 125 fue avasalladora. De hecho, en 1953 también se hizo con el campeonato inglés de octavo de litro, llegando a sumar hasta 66 victorias repartidas por todo el continente. Eso el primer año, porque en general el palmarés de este modelo registra seis campeonatos de Italia, diez de otros países europeos y casi 400 carreras ganadas.
Por las regulaciones en carreras ajenas a las del mundial este modelo sólo pudo tener un árbol de levas, teniendo además ciertos problemas de fiabilidad en las válvulas
MV Agusta 125 Monoalbero, quitando el carenado
Como siempre tiene que haber un problema, el de la MV Agusta 125 era la fiabilidad. Cuestionable en lo relativo a los resortes de las válvulas, las cuales no aguantaban ir a un giro muy alto durante mucho tiempo. Un problema cuando estamos hablando de una montura capaz de subir hasta las 10.300 vueltas para entregar 16 CV y llegar hasta los 150 kilómetros por hora de velocidad punta.
Todo ello gracias a su único cilindro colocado en posición vertical, con cuatro tiempos, culata de aleación ligera y alimentación por un carburador Dell’Orto. Respecto a la aerodinámica ocurrió algo curioso, ya que en muchas carreras la MV Agusta 125 Monoalbero aparecía cubierta por el típico carenado responsable de ocultar la mecánica en los laterales y el frontal que daba hacia el eje delantero.
Sin embargo, mientras esto resultaba muy efectivo a altas velocidades en rectas, originaba serios problemas al recibir rachas fuertes de viento en el lateral. Tanto así que no pocas monturas se salían de la pista por ello, dando testimonio de la importancia de la aerodinámica en un tiempo en el que aún ciertos fabricantes no le daban la importancia debida.
Durante los años cincuenta esta montura fue dominante en las carreras europeas del octavo de litro gracias al éxito que tuvo entre los numerosos pilotos-clientes de la marca
Con todo ello, a partir de 1957 los pilotos-cliente que la usaron fueron decayendo. No obstante, justo para ese año dejó de producirse la MV Agusta 125 Monoalbero. Una de las motos de octavo de litro más exitosas de todos los tiempos aunque, al tiempo, una montura de la marca eclipsada por la leyenda forjada por sus hermanas de medio litro.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS