Especialmente a partir de los años setenta con motos como la Suzuki RG500 resulta bastante habitual ver a las llamadas piloto-cliente en lo más alto del pedestal. De esta manera, las mieles del éxito no sólo estaban reservadas a los equipos más potentes, pudiendo aspirar a las mismas cualquier pequeña escudería e, incluso, avezados pilotos particulares que se hacían a sí mismos las funciones de asistente en ruta y mecánico. No obstante, para los comienzos del campeonato mundial todo esto era realmente extraño. De hecho, hasta la séptima edición del mismo en 1955 no se produjo la victoria en la categoría del cuarto de litro de una piloto-cliente. Fue la NSU Sportmax comandada por Hermann Müller.
Además no nos estamos refiriendo a la victoria en un GP aislado, sino a la conquista del título de pilotos. Algo realmente meritorio, puesto que aún a día de hoy ésta resulta históricamente una hazaña bastante complicada si se quiere hacer fuera de los límites de un equipo oficial o, al menos, sin el apoyo externo pero decidido de una gran marca. Por ello Hermann Müller cuenta con un hueco de honor en la historia de los primeros tiempos del Campeonato del Mundo de 250. Sin embargo, su carrera empezó mucho antes llegando a pilotar incluso en lo que sería la antesala de la F1 moderna. Veamos.
Nacido en 1909, su primer despunte deportivo se produjo en 1932 al convertirse en campeón alemán de sidecar. Titulo complementado en 1936 al conquistar la victoria en el campeonato alemán del medio litro. Tras esto saltó al automovilismo, llegando a pilotar uno de los míticos Auto Union con motor central al tiempo que ganaba el GP de Francia en 1939. Sin duda el comienzo de la que podría haber sido una carrera a cuatro ruedas de lo más interesante, aunque finalmente truncada por la Segunda Guerra Mundial a la cual sobrevivió para regresar al mundo del motociclismo. Y eso que ya tenía una edad más o menos avanzada para el deporte. De hecho, cuando en 1955 se hizo con el título mundial del dos y medio sumaba 46 años. Una cifra que aún lo corona como el campeón más veterano en toda la historia del mundial.
La saga de las Max fue una de las prolíficas para NSU en aquellos años, aunque en este caso las derivadas para los piloto-cliente apenas tenían nada que ver con las destinadas a los concesionarios usuales
NSU Sportmax, éxitos mecánicos y problemas con el carenado
A comienzos de los años cincuenta se lanzó la NSU Max. Uno de los diseños más celebrados de entre todos los producidos por la casa germana, contando con una larga vida en las carreras incluyendo diferentes cilindradas y disposiciones mecánicas según la variante escogida. Eso sí, al contrario de otras muchas motocicletas las diferencias entre las unidades de serie y las de carreras eran bastante notorias. De esta manera, para contar la historia de la NSU Max lo primero a tener en cuenta es hacia qué lado nos estamos decantando. En este caso, lógicamente, por el de las carreras-cliente.
Ya puestos en esta vía, la primera carreras-cliente derivada de la NSU Max fue la Rennmax. Con sus 121 kilos, ésta se propulsaba por la energía de su bicilíndrico con dos árboles de levas en cabeza capaz de entregar casi 40 CV a 11.500 revoluciones por minuto. Una máquina de lo más efectiva, ganando de forma holgada casi cualquier competición en la que se presentaba. De hecho, fue la ganadora del mundial de dos y medio en su año de estreno, 1954. Revalidando por cierto el éxito también cosechado por la marca durante la temporada anterior en la misma categoría. Las dos veces con Werner Hass, primer campeón mundial de origen germano.
Así las cosas, todo apuntaba a que en 1955 la situación seguiría igual. Y bueno, aunque sí fue NSU la que estuvo en primera posición no lo estuvo gracias al equipo oficial sino al piloto particular Hermann Müller. Además cambió la montura, siendo para aquel año la NSU Sportmax la protagonista. Curiosamente una máquina más simple que su predecesora, en parte al ser fabricada en una serie corta – y no sólo en las unidades justas y concretas que pedía el equipo oficial – que llegó a alcanzar unas 36 unidades. En suma, un producto perfecto para el incipiente mercado de las carreras-cliente del mundial.
La marca alemana apostó desde muy pronto por ofrecer monturas de alta calidad para el mundo de los carrera-cliente, teniendo en la Sportmax un éxito rotundo debido a la cantidad de carreras conquistadas por la misma
Con 28CV a unas 5.000 revoluciones por minuto, la NSU Sportmax se valió de cuidar elementos como la aerodinámica para compensar la falta de potencia. Por ello fue carenada con un diseño Dustbin, el cual empezó a utilizarse a finales de los años cuarenta en las motos de octavo de litro llegando a suponer una ventaja de casi el 25% de velocidad en las rectas. Eso sí, finalmente quedó prohibido ya que su ventaja con el viento de frente se tornaba en trampa mortal cuando éste venía de lado, produciéndose numerosas salidas de pista bastante peligrosas. No obstante, para 1955 la combinación de la NSU Sportmax con el carenado Dustbin conquistó lo más alto de la categoría de dos y medio en una hazaña que entró de lleno a los anales del mundial.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS