Obviamente cada persona cuenta con su propio mapa de recuerdos. No obstante, sí es cierto que cuando se habla de OSSA casi siempre sale a relucir su lado más deportivo, siendo prácticamente imposible no acabar recordando a Santiago Herrero. Sin embargo, esta casa catalana fundada en 1940 no siempre tuvo a las carreras como su principal objetivo. Lejos de ello, su escalada en los circuitos fue producto de una madurada decisión empresarial donde la OSSA 230 Sport de 1966 jugó un papel simbólico como protagonista de una necesaria transición comercial. La cual, al tiempo, habla bastante sobre la forma y manera en la que estaba cambiando la sociedad tras la aprobación de los Planes de Estabilización de 1959.
De todos modos, como en cualquier proceso donde influyan diversos factores tanto exógenos como endógenos lo mejor será ir por partes. De esta manera vamos a situarnos justo en el comienzo de los años sesenta. Tras más de dos décadas, el régimen franquista acaba de dar un cambio de rumbo decisivo en su política económica, abriéndose se forma decidida a la inversión extranjera mientras se incentivan todos los resortes posibles de cara a la expansión del consumo y la creación de una nueva clase media. Así las cosas, el automóvil pasa a ser un objeto de masas con el SEAT 600 como símbolo del desarrollismo. Un contexto donde la motocicleta empieza a perder público según éste va adquiriendo la posibilidad de acceder a un pequeño automóvil.
Por todo ello, OSSA ve peligrar su modelo de negocio. De repente, aunque obviamente la motocicleta y el ciclomotor siguen siendo vehículos comprados para el día a día, ya no lo son tanto. Entonces, ¿cómo reorientar la situación? Pues de la misma manera que todos los fabricantes europeos lo estaban haciendo. Incentivando su lado más deportivo para así, junto a las recurrentes motos del día a día, crear diversos nichos de mercado destinados a un público que no va a dos ruedas como un mal menor, sino como un placer en el que cual incluso buscan prestaciones y cualidades específicas. Así las cosas, OSSA inició en 1963 su particular transición deportiva con la aparición de la 175 Sport. Un punto de inflexión incuestionable, pero al cual le faltaba la confirmación en carreras protagonizada por la OSSA 230 Sport.
A comienzos de los sesenta, el acceso creciente a pequeños automóviles como el SEAT 600 hizo que disminuyeran las ventas de motocicletas para el día a día. De esta manera, empresas como OSSA se reinventaron yendo derechas hacia el nicho de mercado representado por aquellos que no iban a dos ruedas como un mal menor, sino por elección y pasión por el pilotaje en moto
OSSA 230 Sport, todo queda entre primos
Como ya hemos comentado no pocas veces, las carreras no sólo están ahí por el puro placer de la competición. Para nada. También – e incluso principalmente – están para el desarrollo de nuevos productos y la creación de imagen de marca. De esta manera, para cualquiera de las marcas catalanas en disputa por liderar el mercado nacional en los años sesenta, hacerse con la victoria en las 24 Horas de Montjuïc tenía la misma importancia que para Ferrari, Jaguar o Bentley pudo tener ganar en Le Mans.
Pues bien, con la OSSA 230 Sport esta marca al fin lo consiguió. Ya que esta montura es responsable de las 662 vueltas al circuito de la montaña barcelonesa gracias a las cuales la dupla formada por Luis Yglesias y Carles Giró se hizo con la victoria en la edición de 1967. La única vez en la que OSSA ganó esta carrera, siendo además la última en que una motocicleta perteneciente al cuarto de litro lo consiguiera. En suma, resulta imposible contar la historia de las 24 Horas de Montjuïc sin mencionar a la OSSA 230 Sport de Yglesias y Giró.
Una moto que se basó en el modelo de calle, aparecido tan sólo un año antes con un monocilíndrico de 230 cm3 para rendir unos 25 CV con cuatro velocidades. Eso sí, en las carreras se rumoreaba que podía entregar hasta 30 CV gracias a la preparación específica, la cual sin embargo no mermaba su ya legendaria fiabilidad. Una suma de factores que hacían de esta OSSA un modelo perfecto para las carreras de resistencia, donde hecho logró tal fama que muchos aún la consideran la mejor motocicleta creada nunca por OSSA. Al menos en serie.
La OSSA 230 Sport no es sólo una montura icónica para la marca catalana y la reconversión deportiva que de ella hizo Eduard Giró, es que también es una de las protagonistas más célebres de las 24 Horas de Montjuïc gracias a su victoria en 1967
Curiosamente, Luis Yglesias y Carles Giró eran primos. Y, lo que es más, el propio Carlos Giró era a su vez primo de Eduard Giró. El mítico ingeniero de OSSA responsable de la 250 Monocasco e hijo del fundador de la marca Manuel Giró. Una estupenda referencia para cerrar este artículo, pues regresando al comienzo del mismo fue precisamente el joven Eduard quien tras conseguir su doctorado en ingeniería en 1964 lideró la transformación deportiva de OSSA analizada unos párrafos antes. La confirmación de que, a veces, la mejor manera de sobrevivir en el mercado no tanto ser generalista como conquistar un determinado nicho de mercado que, aun escueto, esté formado por clientes fieles y devotos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Hola, sólo una puntualización: Luis Yglesias Giró, era primo de Carlos y también de Eduardo.