Hacer algo de excelente calidad no siempre va unido a tener éxito comercial. Prueba de ello es la historia de la Rieju Isard de 1958, la cual contaba con un cuidado diseño y unos refinados acabados que, paradójicamente, lastraron su vida comercial. Así las cosas, lo que nos enseña este caso es que en el mundo del motor no sólo podemos quedarnos en la fase de producción; ésta también ha de casar con la proyección al mercado. Es decir, no basta con hacer un excelente vehículo, sino que al mismo tiempo hemos de pensar sí éste podrá o no podrá tener hueco en el mercado. En este sentido, la Isard contó con un nivel muy por encima a la media de su segmento, alzando el precio y, por tanto, haciéndola nada competitiva contra sus competidoras de espectro popular.
Y es que realmente no resulta adecuado fabricar algo de excelente calidad cuando nos estamos dirigiendo a un nicho de mercado donde, lo que prima, es el bajo precio así como un producto que, seguramente, será rápidamente desechado por otro. Justo lo que estaba pasando en la España de finales de los cincuenta, donde una enorme cantidad de velocípedos, motocarros y motocicletas de diferentes cilindradas sucumbían a diario ante el auge del poder adquisitivo en las familias, más pudientes a la hora de adquirir un automóvil en vez de un descubierto modelo de dos ruedas.
Bajo este contexto, la Rieju Isard no encontró hueco comercial más que durante dos pírricos años en los que registró índice de ventas. No obstante, lo que de aquellas fue su principal problema ahora se torna en su mayor virtud, pues la mezcla de excelente diseño, buena calidad y muy pocas unidades no deja de ser una de las preferidas entre cualquier coleccionista amante de las rarezas. Además, también cuenta con el atractivo de ser uno de los primeros capítulos en la historia de Rieju. La marca catalana que nació en los años treinta unida al mundo de la bicicleta pero que, décadas después, llegó a ser clave en la competición. Y eso por no hablar de que el pasado 2019 consiguió un importante contrato para suministrar de motos eléctricas a Correos.
Hacer un modelo excelente no basta, también ha de estar en concordancia con las necesidades y posibles financieros del segmento al cual se dirige. Algo que, en verdad, no estuvo muy conseguido en el desarrollo de esta montura
Rieju Isard, la traducción de un diseño francés
La historia de Rieju es un lugar común entre los fabricantes populares después de la Segunda Guera Mundial. De hecho, todo aquello de fabricar ingenios para motorizar bicicletas en un país devastado en su economía guarda relación hasta con los primeros pasos. También con Ducati. A partir de aquí, según la sociedad va recuperando vigor financiero la fabricación de motocicletas viene sola, derivando de una manera natural a la competición.
No obstante, en esta previsible y lineal biografía todo pudo torcerse debido a la Rieju Isard. En palabras de la marca “ un pequeño gran desastre “, el cual puso las finanzas en estado de peligro debido a la negativa relación inversión / beneficios. Y es que en la fase de desarrollo hubo un largo trecho que ya venía hecho, pues en verdad la Rieju Isard está basada en el scooter francés RSI 100 Sulky.
Del cual tomó esa hibridación entre moto urbana y motocicleta lista para viajes de ciudad en ciudad, ya que bajo su carenado la Rieju Isard esconde un motor de octavo de litro procedente de AMC. El grupo británico donde se refugiaron marcas emblemáticas como Norton, Sunbeam o AJS. Una serie de referencias que, aún de forma indirecta, dieron una excelente pátina de calidad a la Rieju Isard.
Basada en un diseño francés, en la España de la época no tuvo éxito así que tan sólo estuvo en producción unos dos años. Hoy en día es toda una pieza para coleccionistas
De hecho, quizás demasiada. Y es que aquellos acabados – que algunos consideraban de forma llana y popular los más “ Rolls-Royce “ del momento en España – junto al cuidado diseño de los carenados hacían de la Rieju Isard una montura demasiado buena para el segmento al cual se lanzaba. Algo así como si Bentley sacase un pequeño modelo del segmento B. Con todo esto a sus espaldas, la Isard acabó su vida comercial en 1960 aunque, afortunadamente, Rieju sobrevivió a ella. Un bache del que salió gracias a las buenas ventas del modelo Jaca de 1959. No obstante, eso será objeto de nuevos artículos sobre Rieju.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS