Un par de años antes de presentar la Suzuki Nuda, la marca de Hamamatsu nos sorprendía con un concepto revolucionario por aquel entonces, y que todavía conserva ese toque avanzado. Se trata de la Suzuki Falcorustyco, un nombre muy curioso que poco tiene que ver con el campo.
Corría noviembre de 1985, cuando en el salón de Tokio Suzuki sorprendía con la presentación de este concepto. Por supuesto sus líneas futuristas llaman la atención nada más verlas, pero lo realmente interesante se encuentra bajo el carenado, en las soluciones técnicas que esta moto implementaba.
Pero comencemos por su nombre. Proviene del halcón gerifalte, el más grande de su especie, que en latín se llama “falco rusticolus”. Por lo que uniendo el nombre y eliminando algunas sílabas nos queda el nombre de este prototipo: “Falcorustyco”.
Los frenos eran actuados electromagnéticamente, por lo que en este caso se evitaba el líquido hidráulico
Otra curiosidad de este prototipo es que no tiene chasis propiamente dicho. El motor de 500 cm3 actúa de estructura portante para los brazos delantero y trasero, así como para el resto de elementos. Poseía cuatro cilindros, tres árboles de levas y 16 válvulas, aunque algunas malas lenguas rumorean que era una caja vacía hecha solamente para el salón de Tokio.
La transmisión secundaria no era por cadena o correa: era a través de líquido hidráulico, y este fluía a las dos ruedas, evitando la necesidad de emplear una caja de cambios. Por tanto, se trataba -al menos en teoría- de una moto 2×2. La dirección también era hidráulica, por lo que no había ninguna unión mecánica con la rueda delantera. En cuanto a la suspensión, empleaba amortiguadores activos, algo nunca antes visto hasta la fecha en una moto. Hoy en día es más habitual ver amortiguadores magnetorreológicos en coches -no tanto en motos-, pero en 1985 os aseguro que era muy futurista.
La dirección delantera estaba desacoplada de la suspensión, montada sobre un buje, mientras el manillar tenía los puños girados 90 grados hacia arriba, a modo de cuernos. Un concepto muy futurista con soluciones muy innovadoras -y costosas- que nunca llegó a materializarse en una moto de producción.
Pablo Mayo
Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.Absolutamente flipante. Buen trabajo