A los pocos meses de iniciar su andadura, Bultaco ya empezó a ver la importancia creciente que iban a tener las monturas Off-Road. De esta manera, en 1960 presentó la Sherpa N. Basada en los esquemas de una turismo, ésta adaptaba algunos elementos de forma muy rudimentaria a la práctica de los caminos. No obstante, como punto muy a su favor tenía el ser una excelente base para el desarrollo futuros productos relacionados con el Cross. De hecho, mientras en Reino Unido vivía un cierto éxito comercial – con un inesperado uso deportivo, pues en verdad se diseño cómo una máquina para el día a día agrícola y forestal – en Cataluña la propia Bultaco preparó dos unidades para su participación en el International Six Days celebrado en Alemania durante 1962.
Llegados a este punto, la participación de Oriol Puig Bultó y José Sánchez en aquella cita deportiva fue todo un éxito. Gracias a ello, de cara al año siguiente se sigue desarrollando aquel diseño dotándolo con un motor de 200 centímetros cúbicos para, nuevamente, lograr unos excelentes resultados. Debido a ello, aquellas motocicletas llamaron la atención de los agentes estadounidenses de la marca catalana, quienes reclamaron su fabricación en serie de cara a lograr una opción comercial destinada al creciente interés por el Trial y el Cross.
Debido a ello nacía la Matador en 1964, sucedida rápidamente por la Matador MK2 al año siguiente. Además, ésta se basaba en una excelente mezcla de agilidad en terrenos escarpados y cierta velocidad en tramos más abiertos. Todo ello con un cambio bien estudiado gracias a sus cinco relaciones; las tres primeras muy cortas – para la práctica del Trial – y las dos últimas mucho más largas a fin de hacer práctica a esta motocicleta en zonas donde fuera necesaria una velocidad notoria. Así las cosas, la Matador sigue evolucionando con una nueva generación lanzada cada dos o tres años como mucho. Sin embargo, pronto empiezan a llegar los problemas.
La Matador nació a partir de la Sherpa N, preparando varias unidades -con un gran éxito- para la prueba del International Six Days
Bultaco Matador MK10, el final de la saga.
Durante los años sesenta la práctica del Off-Road evolucionó de una forma espectacular. Y no, no hablamos tan sólo en términos de afición pues, en verdad, nos referimos a la especialización de sus diseños. De esta manera, es fácil reconocer cómo a finales de los años cincuenta – e incluso hasta bien entada la década siguiente – las distintas ramas del motociclismo campero no estaban aún muy definidas. Es más, todos ellas se hacían con máquinas muy poco especializadas.
De esta manera, hasta la llegada de la ligera y manejable Sherpa T “Sammy Miller” el Trial británico estaba dominado por pesadas máquinas de cuatro tiempos que, a primera vista, no contenían demasiadas diferencias para con una turismo de carretera. Es más, algunas de las primeras Cross de Montesa y Bultaco derivaban directamente de las Brio y Tralla. A partir de aquí, hemos de entender cómo la marca de Francisco Xavier Bultó empezó a desplegar una gama cada vez más variada a finales de los años sesenta.
Con todo ello, mientras la Pursang se encargaba del Motocross – recogiendo todo lo aprendido junto a los hermanos Rickman en la comercialización de la Metisse – la Sherpa T se ocupaba del Trial con unos importantes éxitos deportivos. Además, para otras especialidades estaban la Lobito y posteriormente la Alpina. En fin, una gama en la que la Matador fue quedando muy disipada; más aún cuando el lanzamiento de la Matador en 1975 daba una nueva – y más vibrante – alternativa a los usuarios del Todo Terreno.
A mediados de los años setenta el Enduro -o todoterreno- había progresado a pruebas donde hacía falta más rapidez a la hora de enlazar unos tramos con otros. De esta manera, la Matador quedó desactualizada por lo que tuvo que ser sustituida por la Frontera, mucho más ágil
Con todo ello, coincidiendo con la aparición de la Frontera en Bultaco resignificaron a la Matador lanzando la MK9. Destinada a un uso mixto entre asfalto y camino, ésta se ajustó para ser una cómoda y sencilla montura en largas excursiones camperas. En suma, una Trail puesta al día. Además, ya que en Bultaco comenzaban a sentirse los efectos de haber perdido cuota de mercado en los Estados Unidos, la Matador MK9 sirvió para economizar todo lo posible ayudando a sacar piezas guardadas en los almacenes. Otro de los recurrentes “puzzle” en la casa barcelonesa. Debido a ello, mientras la suspensión delantera y el escape provenían de la Sherpa, el asiento era el mismo que el de la Metralla al tiempo que el freno delantero resultaba compartido con la recién estrenada Frontera. Respecto al motor, la MK9 ampliaba su cilindrada hasta los 348 centímetros cúbicos. Muchos más que los exhibidos por su antecesora con cuarto de litro. Todo ello para dar 21,6CV a 6.500 revoluciones por minuto con un carburador Bing 84 y 116 kilos de peso. Asimismo, como en versiones anteriores la cadena seguía cubierta por las típicas gomas con fuelles. Tras dos años, en 1977 llegó la Matador MK10. Última versión de la saga. Idéntica en lo mecánico a la MK9 aunque con algunos pequeños retoques en cuestiones como el guardabarros delantero. El final de una época.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS