La Suzuki GSF 400 Bandit es uno de esos modelos míticos y altamente recordados de los años 90. Seguro que la palabra Bandit genera más de un anhelo de nostalgia y una sonrisa en la cara de muchos de los que nos leéis habitualmente. Este modelo se presentó en 1989 y forma parte de aquella generación de motocicletas japonesas de 250 y 400 cm3 que inundaron el mercado durante los años 80 como consecuencia de su restrictiva regulación interna que gravaba fuertemente las altas cilindradas.
La Suzuki GSF 400 Bandit era una naked con aspiraciones deportivas. Dentro del catálogo de Hammamatsu, se situaba por encima de la Suzuki GS 500, de corte más tranquilo y funcional. No era una moto especialmente rápida o potente, pero contaba con una buena parte ciclo para los estándares de la época; y el motor, pese a erogar entorno a 60 CV, tenía un carácter rabioso y puntiagudo que recordaba al de las motocicletas de dos tiempos que ya empezaban a desaparecer en esa época.
El motor era un tetracilíndrico en linea de 16 válvulas y refrigeración líquida. Contaba con una bancada de cuatro carburadores Mikuni de 32 mm que era realmente complicada de ajustar y conseguir que funcionase al 100%. Esta mecánica destacaba por su carácter puntiagudo. Con la zona roja en 14.500 vueltas queda patente que era un auténtico molinillo.
Con sus 60 CV y su caja de cambios de seis velocidades era capaz de alcanzar 185 km/h de velocidad máxima, nada mal si tenemos en cuenta el nulo trabajo aerodinámico del modelo al tratarse de una naked. El consumo por su parte no era bajo, algo entendible si atendemos a las especificaciones tan radicales del propulsor. Las medias rondan los 5,6 l/100 km.
A parte de su mecánica, el otro punto fuerte de la moto era la ciclística. La suspensión estaba firmada por Kayaba en ambos trenes, contando con una horquilla de 41 mm en el anterior. Por otra parte, la frenada corría a cargo de un único disco de freno de 310 mm mordido por una pinza de dos pistones. Para los estándares de hoy en día puede parecernos insuficiente, pero en aquella época era las especificaciones ciclísticas distaban mucho de las que conocemos hoy en día.
De todas formas la Suzuki GSF 400 Bandit contaba a su favor con un reducido peso de entorno a 185 kg lista para rodar por lo que el freno conseguía hacer su trabajo razonablemente bien. El otro punto fuerte era su bastidor de tipo multitubular construido en acero que aportaba una buena dosis de rigidez.
La GSF 400 era una moto diseñada para el mercado japonés con una mecánica muy especial diseñada a golpe de legislación. En 1995 a los de Hamamatsu se les ocurrió que para occidente tenía más sentido colocar el conocido motor SACS tetracilíndrico de 600 refrigerado por aire y aceite que ya montaban las GSXF. Con esta maniobra conseguían una cifra de potencia similar, pero más utilizable gracias al mayor cubicaje y al carácter más tranquilo de la nueva mecánica. Además se mejoraba la sencillez técnica y la fiabilidad.
En el apartado estético la moto sigue los cánones de la estética naked clásica. Un diseño sencillo, sin florituras innecesarias pero que funciona muy bien. Destaca el faro circular tan típico de estas motos así como las dos esferas cromadas del cuadro de instrumentos, mientras que el chasis multitubular le da fuerza al modelo. Es curioso el aspecto de la mecánica que presenta aletines laterales para su enfriamiento, pese a tratarse de un modelo refrigerado por agua. Es un diseño que la marca japonesa reciclaría unos años más tarde al presentar la Suzuki SV 650 en 1998.
En resumen la Suzuki GSF 400 Bandit es un pedacito de historia de la automoción. Una buena representante de aquellos molinillos japoneses de finales de los 80 y los años 90. De segunda mano pueden encontrarse unidades a partir de unos mil euros. Al tratarse de un motor muy apretado yo intentaría evitar motos con kilometrajes elevados y como punto a tener en cuenta, la carburación. Del resto de elementos de la moto no se conocen males endémicos.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.preciosa moto
Es del año 88 la primera. Un moto hermosa
Mítica y con un motor que me encantaría probar, ojo al auge en los últimos años de este modelo gracias a las carreras de clásicas, muy demandada en dicha especialidad.
Yo tengo una desde hace unos meses. Me la compré por pura nostalgia. Con 16 años cuando imperaban las TZRs, las NSRs o las RDs apareció la Bandit y me quedé prendado. Hoy, con 40 años la disfruto muchísimo.
Como primera moto qtal?
Hola amigo! No! Cómo primer moto es peligroso! Mucha vuelta, motor rabioso y poco peso… Algo de menor cilindrada es recomendado para empezar, cuando lo domines, vendes y luego vas subiendo. Seguridad ante todo amigo, que de nada sirve manejar un cajón… Saludos!
Tengo también una 95 rojita desde hace 5 años, fruto del deseo no cumplido a los 20… ahora la utilizo a diario y es superdivertida. Como dice el articulo, es un molinillo y sube de vueltas como tal.
Tuve una a los 28 años, la mejor moto que una mujer puede tener. Hay q tener muchos huevos para andar en esa bestia! Sin dudas un misil con más de 150kg de peso llego a los 190 k/h de tablero! Impresionandte, ni hablemos del sonido!!!! Buenas rutas!
Totalmente de acuerdo, gente con moto mas grande la mira por encima del hombro pero cuando la ve en ruta cambia de opinión rápidamente. Curveando con ese peso y llevándola a medio regimen es un cohete enlazando las curvas.