“Si estuviera listo para comprar una motocicleta de 500 cm3 y paseara por un concesionario de Moto Guzzi mientras recorro las tiendas locales de motocicletas, es probable que no fuese a por una Moto Guzzi V50 Monza. Hay que comprender que la V50 Monza, simplemente, no es una máquina para el comprador casual o promedio”. Así la describieron los editores de la revista Cycle en su edición de noviembre de 1981.
Irónicamente, se suponía que la V50 Monza era la oportunidad de Moto Guzzi de mercadotecnia masiva dirigida a los entusiastas de las motocicletas, un hecho que los editores de Cycle no apreciaron o, tal vez, rechazaron. Lo que Alejandro De Tomaso se esperaba como jefe la compañía era que la Moto Guzzi V50 Monza fuese la motocicleta que contuviese la marea de la invasión japonesa. Pero al final primaba más el deseo por lo que era en realidad: una ilusión.
Cuando De Tomaso tomó el control de Moto Guzzi en 1973 con el respaldo financiero del gobierno italiano, era una empresa con graves problemas financieros. Aunque los entusiastas elogiaron al fabricante italiano por su línea de motos con grandes motores V-Twin como la V7 o la Eldorado, Moto Guzzi estaba perdiendo dinero constantemente. Para cambiar el rumbo, De Tomaso decidió aprovechar la experiencia de los bicilíndricos en V enfriados por aire para mudarse a motos de pequeño desplazamiento y asequibles para una población más grande.
Así es como nacieron los modelos V35 y V50. Y aunque el esta última fue alabada por la prensa europea del motociclismo, fue básicamente ignorada en Estados Unidos, donde el mercado se estaba saturando con modelos cada vez más sofisticadas y competentes venidos de Japón. Para ayudar a centrar la atención en su pequeño modelo, la compañía presentó la exclusiva Moto Guzzi V50 Monza. Quería ser el cohete de bolsillo de Europa.
Recibió válvulas y carburadores más grandes (de 28 mm en lugar de 24 mm), además de colectores de admisión y escape completamente revisados para extraer unos cuantos caballos más de potencia del propulsor, tres más para ser exactos. Eran 48 CV para mover una masa en seco de 160 kilos. Eso eran 40 kilos menos que la Honda CX 500, su rival más directo. Pero el encargado de hacer que pareciese una moto rápida era el carenado, muy al estilo de la Moto Guzzi Le Mans de 850 cm3.
Para detenerse, la Moto Guzzi V50 Monza empleó el sistema de frenada combinada patentado de la marca: el pedal del freno actúa sobre el disco trasero y el delantero izquierdo, mientras que el disco delantero derecho ejerce presionando la maneta del manillar. También se tuvo en cuenta un especial detalle por la ergonomía de los interruptores, la calidad y fiabilidad de construcción. Sin embargo, un elevado precio de venta la acabó condenando sin llegar a cumplir su meta.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.Yo tengo una Monza 500cc Sport 1975 desde hace varios años.. Es una moto muy baja (ideal para gente de poca estatura), ràpida y de buena frenada. El motor es alegre, sin pasarse. Tiene las vibraciones típicas de las bicilindricas en V. Consumo muy ajustado (6/7%). Supera sin problemas los 150 Km/h. La quinta velocidad entra bien a partir de 110km/h, engranarla antes hace que decaiga la potencia (?). Es una curiosidad que hicieran tan largo el desarrollo, solo justificado en el ahorro de combustible. Es una moto muchisimo mas còmoda que sus hermanas mayores y infinitamente mas manejable debido… Leer más »
Muchas gracias por tus aportes, enriquecen mucho la entrada.
Monísima !!! y no parece tan “bicharraco ” como la impresionante Le mans..