La Honda FT 400 (de Flat Track) es otra de esas motos atípicas y desconocidas en nuestro país, puesto que nunca llegó a estas tierras. El modelo se presentó en 1982 y la idea era ofrecer un producto sencillo, fiable y asequible, pero que ofreciese un punto extra respecto a las típicas 125 y 250 de aquella época, que eran las utilitarias para el día a día.
Mecánicamente estaba animada por un motor similar al de estas últimas, un monocilíndrico refrigerado por aire y con cuatro válvulas por cilindro. El extra estaba en esos 400 cc de cilindrada que aportaban un plus de prestaciones.
La potencia llegaba hasta los 27 CV, que en comparación a los “diecimuchos” o 20 que venían dando las cuarto de litro de aquella época ya era una mejoría notable. Y ya no era solo la cifra final, sino que el caballaje estaba más a “mano”, ya que la cifra máxima se conseguía a 6.500 vueltas, por lo que no había que jugar en demasía con el cambio para sacar su jugo.
Si nos fijamos en las fotografías vemos que el esquema general era similar al de las 250 y 125 de la época, como por ejemplo la Honda CB 250 o la Yamaha SR 250. De hecho, si no te dicen que es de 400 cm3 lo mismo no te das cuenta.
El chasis de semicuna tubular construido en acero era una solución idéntica, mientras que una horquilla frontal y una pareja de amortiguadores gemelos completaban la ciclística. Eran componentes simples, humildes y económicos, justo lo que pretendía la moto. Obviamente no era un prodigio en cuanto a dinamismo, pero no era eso lo que se buscaba.
Donde la moto se salía del tradicional “sota caballo y rey” que tanto le gusta a los fabricantes japoneses era en el apartado de la estética. Aquí se liaron la manta a la cabeza y experimentaron con algunos conceptos rompedores.
El primero fue el jugar con las formas cuadradas, tanto en los retrovisores como sobre todo en el foco frontal. Pocas cosas han envejecido tan mal en el mundo de la moto como los faros cuadrados, esa aberración estética de los años 80. Hoy en día me parecen una atrocidad, aunque quien sabe, lo mismo en aquella época eran lo más, como juntar el fucsia con el negro.
El otro reclamo estético al que tampoco le ha sentado bien el paso de los años es el diseño de las llantas de aleación cuya forma de estrella de cinco puntas es cuanto menos… un poquito satánica. O a mí me recuerda en parte a ese rollo de la espiritualidad maligna.
Nunca fue una moto especialmente refinada. En general, todos los productos de Honda son de buena calidad, pero hay unas Hondas, un pequeño grupo de privilegiadas que están hechas con un mimo especial, mientras que otras están más “descuidadas”. La Honda FT 400 pertenece a estas últimas. Las vibraciones eran una constante en este modelo y además no aguantaba todo lo bien que cabría esperar el paso del tiempo.
Justo en el mismo año en el que se presentó esta, los japoneses sacaron una hermana gemela suya un poca vitaminada, la Honda FT 500, que en esencia era la misma moto, pero con un poco más de carrera de pistón, de ahí el incremento en la cilindrada y también en la potencia, que llegaba hasta los 32 CV.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS