Llegamos al final de nuestra historia, la que nos ha llevado a repasar la gama de ciclomotores trail (enduro en aquella época) que lanzó la histórica marca Gilera, justo antes de que se centrase en la producción de scooters. Todo arrancó con la Gilera Rally 50, siguió con la Gilera RC 50 Top Rally y termina con la Gilera Sioux 50, un modelo que surgió en 1990 y estuvo en producción hasta finales de 1993, momento en el cual cerró la planta de Arcore.
La Gilera Sioux 50 fue una clara evolución de la Top Rally, ocupando su lugar en el mercado. El cambio más notable fue la modificación de la carrocería. Para ello, Gilera se basó en otro modelo que ya tenía en producción, pero en este caso en la categoría de 125 cc. Se trataba de la Gilera Apache 125, y que a su vez estaba emparentada con la Gilera Freestyle 125, uno de los primeros modelos que podríamos denominar sin lugar a equívocos, como una supermotard matriculable.
Como habréis podido observar, ese parecido estético hizo que la denominación estuviese también correlacionada. Al ciclomotor se le denominó Sioux, mientras que la 125 era una Apache, en ambos casos nombres de tribus indias nativas de América. Y la carrocería era sin duda todo un acierto, muy al estilo de las trail/enduro más grandes, que habían pasado a contar con líneas muy fluidas y dejaban atrás las formas rudas de los modelos ochenteros.
El corazón de la Gilera Sioux 50 fue el motor desarrollado por la marca italiana y del que os hablamos con la Top Rally: un monocilíndrico de dos tiempos (39×41,8 mm) con 6,5 CV y tres velocidades, fruto de la nueva normativa que ya no obligaba a caparlos a 1,5 CV, pero sí a equiparlos con solamente tres relaciones. Pero ahí estaban los chicos de Gilera para ofrecernos un kit con el que ofrecer la cuarta relación, y con ella asustar a más de una vieja.
Tenía todo lo bueno, sí (fiabilidad y prestaciones), pero también todo lo malo (vibraciones exageradas). No había más remedio que convivir con ello, pues no había ninguna solución. El chasis doble cuna en tubos de acero no fue necesario evolucionarlo, pero sí lo hicieron las suspensiones, aunque solamente con nuevos reglajes de hidráulicos. La horquilla con barras de 35 mm o el monoamortiguador trasero seguían estando presente (230/235 mm de recorrido, respectivamente).
Después de haber actualizado el modelo anterior con un disco de freno posterior de 220 mm, el equipo de frenos tampoco sufrió variación y mantenía el esquema, destacando el disco delantero de 240 mm con la pinza monopistón, escondido bajo el tan característico guardabarros con protección de disco, que evitaba el golpeo de las piedras y facilitaba la refrigeración. Los neumáticos seguían siendo 2,75×21″ delante y 4,10×18″ detrás, para un peso total de 65 kg en seco, a los que había que sumar 12 litros de gasolina, y 1,3 litros de aceite de la mezcla separada.
Con la Gilera Sioux 50 llegamos al canto del cisne de esta gama de modelos que diría adiós en 1993, pero que confirmaría a Gilera como un gran fabricante de ciclomotores prestacionales en prácticamente cualquier gama: Tubone, deportivas, trail, etc. En este enlace, del que hemos extraído la imagen de portada, tenéis más fotos de un propietario de una Sioux.
Ender
Japan Rules!!COMENTARIOS