Las más de las veces, los diferentes tipos de motocicletas que han ido llenando diversos nichos de mercado han salido de sesudos estudios sobre la oferta y la demanda. Sin embargo, en el caso de las monturas Rastro – nombre dado en los Estados Unidos a las mixtas entre Trial y Enduro – todo vino por un proceso improvisado surgido de la necesidad. Un proceso que tuvo como fruto a la Bultaco Alpina de 1971. Recordada como el inicio de un nuevo segmento de motocicleta al tiempo que, en la mente de no pocos aficionados, aparece siendo su salvadora en instantes comprometidos. Una doble vida que empieza con el accidente sufrido por Manuel Fabregat en 1969. Sin duda, un punto de partida con no poco toque literario. Vamos a ello.
Para finales de los años sesenta, la afición al motociclismo campero en Cataluña – ya fuera en su vertiente de Motocross como en la de Trial – se había hecho con una amplia legión de seguidores. Así las cosas, casi todos los fines de semana se disputaban pruebas en zonas rurales con caminos agrestes y aislados como escenario. Un contexto donde no pocos pilotos sufrían accidentes, saliéndose de la pista para no ser encontrados hasta horas después. Justo lo que le ocurrió en Manresa a Manuel Fabregat. Un experimentado participante en las pruebas de Trial que, tras sufrir un percance, permaneció horas aislado sin que nadie percibiera su falta.
Un hecho traumático que afortunadamente no llegó a mayores, dándole sin embargo la noción sobre la necesidad de crear un servicio de ayuda en carrera. De esta manera, ya que él mismo era parte de la Compañía Alpina de Cruz Roja, pensó en crear una división motorizada que controlase el paso de los pilotos y, en caso de faltar alguno, acudiera en su búsqueda y ayuda médica. Llegados a este punto, ya que Manuel Fabregat tenía cierta relación con Xavier Bultó gracias al mundo de la competición, ambos hombres se entendieron de cara a crear un modelo adaptado a las necesidades de ese nuevo cuerpo creado al amparo de la Cruz Roja de Barcelona. Nacía así la que, al tiempo, iba a ser la Bultaco Alpina.
A finales de los años sesenta la práctica del Trial y el Motocross en Cataluña se había popularizado tanto que se requirieron servicios de asistencia a las carreras por parte de la Cruz Roja
Bultaco Alpina, de la Cruz Roja a la fabricación en serie
Como base para el cometido de asistencia, Manuel Fabregat y Xavier Bultó pensaron un usar a la Sherpa T en su versión de cuarto de litro, ya que la de 350 centímetros cúbicos no aparecería hasta 1972. Revolucionaria gracias a su ligero y nervioso motor de dos tiempos, ésta consiguió sobrepasar a las antiguas y pesadas motocicletas de Trial británicas dotadas de motores bicilíndricos a cuatro tiempos. Es decir, sin duda se trataba de una opción perfecta para motorizar a cualquier cuerpo de intervención médica con la montaña como lugar de operaciones.
No obstante, la Sherpa adolecía de un problema bastante serio de cara a los propósitos de la Cruz Roja. Y es que, no en vano, se trataba de una escueta y ligera montura de competición donde no existía posibilidad real de portar un mínimo equipo con útiles para la asistencia. De esta manera, en Bultaco modificaron al modelo de serie dotándole de un sillín más amplio, un volante magnético para hacer más cómodo el manejo del manillar y unas suspensiones adecuadas para el uso mixto carretera-camino.
Es decir, convirtieron a la Sherpa en una motocicleta mucho más versátil. Totalmente adecuada para largas travesías por el monte con cierta cantidad de carga. De esta manera, la unidad de Moto Alpina al fin tenía un instrumento de trabajo adecuado, pasando a ser parte habitual en la infraestructura de las pruebas de Trial y Enduro en Cataluña. Además, sus miembros no permanecían estáticos esperando algún posible aviso. Lejos de ello, iban peinando los tramos al tiempo que controlaban el número de corredores al paso en cada tramo. Todo ello con el fin de, si se detectaba alguna falta, acudir al rastreo en la zona correspondiente.
Aquella idea que partía de un diseño de Trial para acabar en una motocicleta con un uso mucho más versátil cuajó a la perfección en la gama de Bultaco, siendo al poco replicada por OSSA con su Explorer de 1973
Y vaya, la verdad es que su labor fue tan útil y encomiable que se les llegó a requerir por parte de la Federación de Motociclismo en pruebas repartidas por toda la geografía peninsular. Algunas de ellas de talla internacional, como los Seis Días del Guadarrama. No obstante, la activa mente de Xavier Bultó iba a dar una vuelta de tuerca más a todo esto. Y es que él era consciente de que, con aquellas Sherpa preparadas para la Cruz Roja, habían creado un nuevo tipo de moto perfecta para disfrutar del campo sin necesidad de sufrir el esfuerzo y las limitaciones propias del Trial. Obviamente, su instinto comercial le estaba señalando la idoneidad de llevarla a serie. Algo que definitivamente ocurrió cuando, en 1971, apareció la Bultaco Alpina. Punto de partida para las Rastro, la definición de montura Off Road exitosa en ventas que inspiró a la creación, dos años más tarde, de la OSSA Explorer. Todo un acierto. De hecho, el propio Xavier Bultó disfrutaba con asiduidad de una unidad con la que realizaba excursiones campestres. ¡Y todo ello a partir de aquel accidente ocurrido en 1969! Sin duda una gran historia.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS