No te pierdas este on board en la Yamaha con la que Lawson ganó el mundial del 86

No te pierdas este on board en la Yamaha con la que Lawson ganó el mundial del 86

Podremos hacernos una idea de lo que veía Lawson en cada carrera


Tiempo de lectura: 1 min.

¿Recuerdas cuando las carreras del Mundial de Velocidad estaban dominadas por los motores “dos tiempos”? Fueron muchísimos que, gracias a Internet, podemos seguir disfrutando desde casa y cuando queramos, lo que también sirve para que, quienes no vivieron aquella época, puedan ver como eran las carreras de entonces; motos tecnológicamente muy avanzadas, pero tan lejos de las actuales MotoGP, que hasta parecen motos “básicas”.

Sin embargo, seguro que muchos recordarán cosas como los sonómetros que se usaban en desde el muro de boxes, para analizar los motores de los rivales, o cuando se descubrió el motor “big bang” de Honda… y hablamos de motores de “2T”, propulsores tremendamente ruidosos y espectacularmente violentos, que gracias al concepto “big bang” desarrollado por la firma japonesa, hizo que fueran bastante más accesibles y más suaves en la entrega de potencia, lo que a su vez, les permitió arrasar carrera tras carrera.

Eran motos superligeras, pero con potencias, en los últimos compases del Mundial de Velocidad antes de convertirse en MotoGP, que rondaban los 200 CV. Sí, comparado con una MotoGP actual, parece poca cosa, pero no olvidéis que eran motores “dos tiempos”, no todo el mundo podía domar esas bestias.

Pero gracias a la red de redes y al desarrollo de las cámaras de vídeos, tan pequeñas que casi te las puedes poner de pendiente, nos podemos dar una vuelta, aunque sea virtual, a lomos de un modelo mítico: la Yamaha YZR500 OW81, con la que Eddie Lawson ganó el mundial de 1986. Sí, vale, no es lo mismo que estar realmente encima de una moto como esa, pero al menos, podremos hacernos una idea de lo que veía Lawson en cada carrera.

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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