Si buscas una moto que sea potente y sofisticada; corpulenta, pero fina; robusta, pero dócil, deja de buscar, pero prepárate para ahorrar. La Ducati Diavel V4 o la Triumph Rocket 3, son dos de las muscle bike o macho bikes (como algunos les gusta llamarlas) que combinan a la perfección todas las necesidades de esos amantes más férreos a las dos ruedas.
En una nos encontramos con el espíritu italiano más puro, donde la tradicional tira para casa, pero con un toque sofisticado y puramente tecnológico, olvidando ese lado más Desmo, que han catapultado a la marca. En la otra, viajamos a la Europa más clásica, donde la estética prima más que la innovación, y en la que el trabajo artesanal parece que va a más.
Son bonitas y estilizadas, igual que la Yamaha V-Max en la que se inspiraron hace años, pero no son aptas para todos los bolsillos. En el caso de la furia rossa, parte de unos 30.390 euros, mientras que la desbocada británica lo hace de unos 26.395 euros. Unos precios que hablan por sí solo, tanto como estos dos modelos que cuando los ves por la calle, no te queda más remedio que girarte para admirar y embelesarte por lo que son capaces de hacer.
Poderío y personalidad a raudales
Cuando echamos un vistazo a la Ducati Diavel V4 vemos que viene con un corte futurista, pero manteniendo esa agresividad tan italiana, que hace que puedas amarla desde el primer momento. Delgada, pero musculosa, esta cruiser con alma streetfighter tiene esa respuesta inmediata y salvaje, que todos queremos tener, algo que se confirma con su agilidad en plena conducción, lo que te hará disfrutar en cualquier instante.

Como viene siendo habitual, en Ducati han sido capaces de combinar la potencia pura del motor con la tecnología más puntera y eso es lo que les ha hecho estar en un primer plano. Gracias a su integración en el interior de un chasis de cruiser. Ahora, gracias a su motor V4 Granturismo, que tiene una cilindrada de 1.158 cc y lo hace con una configuración no Desmo, lo que hace que su potencia sea gestionada por distintos componentes electrónicos.
Capaz de alcanzar unos 168 CV de potencia a 10.750 rpm y un par motor de 126 Nm a 7.500 rpm, este motor que se combina con una caja de cambios de seis marchas y gracias a su configuración, las válvulas convencionales permite que se alcance más revoluciones con una menor fricción mecánica. A todo esto, hay que tener en consideración, que mediante su acelerador electrónico se puede modular la respuesta del motor, evitando las pérdidas de tracción o los derroches de potencia. A esto hay que sumarle que puede desactivar los cilindros traseros, lo que permite que se reduzca el consumo y se preserve al máximo su rendimiento.
Por su parte, la Triumph Rocket 3 es la confirmación más pura de que la ingeniería bien aplicada puede ofrecer grandes máquinas. Con un tamaño bastante considerable, nos encontramos con un motor tricilíndrico en línea longitudinal, confirma que es un fuera de serie, capaz de alcanzar una cilindrada de hasta 2.458 cc, unos resultados que para una moto de su categoría no está nada mal y más si se tiene en consideración que es el más grande jamás equipado en una moto de producción.
Con una potencia máxima de 167 CV a 6.000 rpm y un par máximo de 221 Nm a 4.000 rpm, se confirma que es una moto que su potencia estará presente desde el primer instante. Mediante una aceleración explosiva en cualquier marcha, vemos que es una moto que no se queda de brazos cruzados.

Esta muscle cruiser anglosajona, combina a la perfección la elegancia con la bestialidad de un motor robusto e imponente. Esto es así desde que la ves por primera vez, donde el propulsor está expuesto, con detalles en aluminio que hace te sientas atraído por ella. Al subirte a ella, ya te impone ese respeto de una moto de su categoría. Esto se confirma con una aceleración notoria desde ralentí y ofreciendo esa conducción suave que no es nada habitual en una moto como esta, especialmente en autopista, donde es muy estable.
Destinadas a un cliente muy concreto
Su corpulencia habla por sí sola, algo inusual en una moto italiana. Destinada a un público exclusivo, que quieren una cruiser que sea distinta y se salga de la tendencia de las Harley americanas, la Ducati Diavel está pensada para esos amantes de la potencia bruta y que quieren ser el centro de atención, sin renunciar a la agilidad en su paso por curva. Con una edad que está más próxima a los 35 años de entrada, quieren que se disfrute más del viaje que de la moto en sí.
Si nos fijamos en la Triumph Rocket, poco más podemos decir que no se haya dicho, de la Diavel, aunque en este caso es más para un entusiasta del par motor, que quiera disfrutar de las aceleraciones más bruscas. Eso sí, está pensada para los más experimentados sobre las dos ruedas y que sepan gozar de la tradición británica.
Lo mismo sucede con el resto de macho bikes, que son motos imponentes estéticamente y que tiene un carácter muy particular, que no pasa desapercibido. Para ello, están pensadas para esos usuarios con más experiencia, por lo que su edad de acceso parte de unos 30 o 35 años, algo que también se nota en su poder adquisitivo, que no se tiran a las ofertas y prefieren pagar algo que tenga una calidad bastante elevada, pero sobre todo, que hable por sí sola la moto, que tenga esa personalidad y estética poderosa.

Yamaha V-Max, con ella empezó todo
Es la clave para comprender de donde venimos. Se lanzó hace años, y representa esa filosofía sin concesiones y extremas, que contaba con un diseño musculoso y una gran aceleración. Esto hay que sumarle un gran motor y una presencia estética que llega a intimidar, y es más, puede que ya hayas visto alguna similar, pero en formato Harley.
Se trata de una moto que busca emocionar antes que ser práctica. Su primer lanzamiento data de 1985, con un motor V4 de 1.197 CV, sorprendía con unos 145 CV de potencia, e incluso llegó a introducir el sistema V-Boost, que abría los conductos de admisión extras a altas revoluciones. Capaz de reinventar el concepto tradicional, introdujo las drag bikes de calle, siendo una de esas motos que ahora desbordan testosterona, pero manteniendo ese estilo tan particular.
En el fondo, esta moto, llegaba a reinterpretar lo que veíamos hasta la fecha. Con una potencia absurdamente excesiva, pero que era usable desde el primer momento, nos ofrecía una actitud salvaje, con la fiabilidad japonesa. No era una moto para todos los públicos, pero nos daba ese respeto que solo motos de su corpulencia eran capaces de imponer.
Alejandro Delgado
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