La KTM RC8 1190 R nació como la clara apuesta de la firma austriaca en el mercado de las superdeportivas. En ese sentido, era una de las primeras motos radicales que a pesar del paso de los años no ha envejecido mal (aunque ya está descatalogada) y es que esta moto venía del mundo de la competición. Con la intención de indagar en lo desconocido, trabajaron para convertirla en una moto “de calle”, confirmando así que ambos mundos eran completamente compatibles.
Con esta moto, a simple vista, ya sabías que te ibas a encontrar, al menos por el color naranja metalizado que hacía que fuese una de las bestias más llamativas. Esta deportiva se caracterizaba por ser una moto de combate, guerrera y espartana, y es que en su interior se escondía un motor de 1.148 cc, que rendía una potencia de 154 CV, ofreciendo esa respuesta agresiva que los usuarios tanto estaban esperando. En ese sentido, ese rugido estaba presente, con un ligero toque de gas ya podías disfrutar de ese dulce sonido que te animaba a ser libre.
Un año más tarde, decidieron unirla todas las versiones en una única moto, la KTM 1190 RC8 R, cuya gran novedad era el aumento de su cilindrada de su motor bicilindrico, pasando a ser de 1.195 cc y al mismo tiempo una potencia máxima declarada de 175 CV junto a un par motor de 175 Nm a 8.000 rpm. También se realizaron cambios en otros apartados y se revisó la refrigeración.
No importa el terreno sobre el que sucedan las cosas, si KTM está presente, todo será muy radical y deportivo, por eso, la KTM RC8 1190 R, era una Superbike muy racing
Con ello, no es de extrañar que los usuarios se interesasen más en este último modelo, aunque realmente todo seguía como siempre, con un chasis multitubular en cromo-molibdeno junto a un basculante de doble brazo y suspensiones de su firma WP, lo que hacían que más allá de que fuese una superdeportiva de circuito, fuese una moto más completa. Tanto es así, que estaba hecha a la perfección tanto en velocidad punta, que llegaba a ser más rápida que la Ducati 1098, como para el paso por curva, donde la agilidad de la misma te invitaba a dejarte llevar.
En ese sentido, los usuarios no tardarían en comprarla, y es que era una moto de competición que podías llevarla por la carretera con una matrícula. La firma austriaca confirmó que era necesario innovar, donde pecaron en cuanto a la velocidad punta, siendo un poco más limitada que el resto de sus rivales más directos. Eso sí, siempre te demandaba una marcha más, nunca era suficiente y no estaba a la altura de las marcas japonesas, pero eso no importaba. KTM se habían propuesto darle la vuelta a la tortilla y lo hicieron.
La KTM RC8 1190 R no fue una moto que la gente recordase con facilidad, pero en la firma de Mattighofen sí. Fue un grito de esperanza en una fábrica que necesitaba unir sus dos pilares más importantes y lo hicieron. Eso sí, quizás se dieron cuenta de que sus errores eran demasiado de principiantes, por lo que tenían que sentarse a pensar que era lo que habían hecho mal para que las ventas no fuesen las esperadas.
Alejandro Delgado
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