Moto del día: Auranthetic Charger

Moto del día: Auranthetic Charger

La alternativa al patinete eléctrico en los años 70


Tiempo de lectura: 4 min.

La Auranthetic Charger “All-Electric Motorcycle”, como la describía la compañía, fue una moto eléctrica nacida en California (Estados Unidos) durante la década de los 70. La idea tras esta máquina era ofrecer un servicio de movilidad de pequeñas dimensiones que no solo fuese fácil de conducir y de aparcar, sino también de mantener. ¿No sientes una especie de déjà vu al ver actualmente multitud de patinetes por las calles?

Lo cierto es que no podemos decir mucho acerca de los orígenes de la compañía, pues apenas hay información de ella en la red. Lo único que podemos afirmar con certeza es que la Auranthetic Charger fue lanzada al mercado estadounidense en 1973, justo cuando estalló la primera crisis del petróleo. Empleaba dos baterías en serie de plomo-ácido (SLA) de origen automotriz con 12 voltios y 90 amperios cada una. La potencia eléctrica total era de 24 V.

La Auranthetic Charger era una moto escueta en sus dimensiones, aunque no lo eran tanto como las de la Mini Marcelino.  Tenía una longitud total de 1.575 milímetros, 940 mm de altura y 1.143 mm de distancia entre ejes. El asiento, a 635 mm del suelo, podía acomodar a un solo pasajero. Uno podría pensar que, dada su aparente sencillez, también sería una moto ligera. Y lo es, sin baterías. Con ellas, marca una masa sobre la báscula de 95,3 kilos frente a los 45,4 kg sin ellas.

Auranthetic Charger (1)

Además de la versión de dos ruedas, la Auranthetic Charger también se fabricó -aunque en menor medida- como triciclo de dos ruedas traseras

Supuestamente, tenía una autonomía de entre 30 y 50 kilómetros, y una velocidad máxima de 40 km/h. Su ficha técnica específica que el motor entregaba 1 CV de potencia (745 W), equivale a un ciclomotor. Aunque parezca raro a primera vista, si se aumentó la corriente para compensar el bajo voltaje, puede resultar factible. Recuerda que estaba impulsada por viejas baterías que tenían que rellenarse con agua destilada una vez al mes para reemplazar la que se perdió evaporada. Baterías con mantenimiento, en otras palabras.

Sin embargo, quizá una de las mayores peculiaridades de la Auranthetic Charger es la forma en que funciona el acelerador. El sentido común dicta que tendría que ser un potenciómetro, estableciendo algún tipo de relación lineal entre la demanda en el puño y cuántos voltios se enviaban a la rueda motriz. Pero la realidad es que tenía dos configuraciones: apretarlo un poco y tener 12 V, o apretar a fondo y recibir los 24 V. No existía una modulación intermedia.

A pesar de que era una buena idea sobre el papel, sobre todo en una época donde el consumo de combustible ya se empezaba a mirar con lupa, solo unos pocos de centenares se fabricaron, tanto con dos como con tres ruedas. Aparentemente, las Auranthetic Charger podían escogerse en el color que uno quisiera, siempre que fuera naranja. Hubo algunos concesionarios a lo largo de EEUU y al menos uno más en la Columbia Británica, la provincia más occidental de Canadá.

Auranthetic Charger (2)

Tras finalizar su producción, la Auranthetic Charger fue reconvertida con un motor de combustión interna por Taiwanese Gemini Mini Scramblers y SST. La compañía cortó los chasis, soldó en cajas las baterías y e instaló los componentes eléctricos necesarios para adaptarse a su nuevo corazón. Salvando las distancias por la diferencia tecnológica de casi cinco décadas, la Charger podría considerarse una precursora de los patinentes y pequeños scooters eléctricos.

Aunque en 1973, probablemente, muchos de tus conocidos habrían tenido motos de gasolina y no habrían apreciado lo genial que era una motocicleta totalmente eléctrica, lo cierto es que era una adelantada a su tiempo. Para los trayectos urbanos del día, como ir a la escuela o al trabajo, o hacer la compra, es una alternativa fantástica. Si deseas saber más detalles técnicos acerca de la Auranthetic Charger, puedes echar un vistazo al manual de usuario (en inglés).

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Sobre mí

Luis Blázquez

Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.

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