Corrían más o menos finales de los 70, cuando en Estados Unidos irrumpía una nueva especialidad: el supermotard. Auspiciado por la cadena ABC, se denominaba ABC Superbikers, y allí compitieron algunos de los mejores pilotos del momento tanto de motocross, velocidad o dirt track. Las motos eran preparaciones a partir de modelos offroad o de flat track, pero tras saltar el charco a mediados de los 80 y convertirse en una disciplina con gran aceptación en Francia, una pequeña empresa decidió crear la primera moto de supermotard como tal. Se le conoce por Barigo Tanagra o, en sus comienzos, como la Barigo Magie Noire, magia negra en francés.
Barigo fue una pequeña marca francesa fundada por Patrick Barigault en 1980. Lo cierto es que merece la pena que un día hablemos sobre ella y todo lo que consiguieron en las disciplinas offroad, con importantes resultados en los rally raid, tanto con motos propias como preparaciones sobre bases japonesas. Quedémonos por ejemplo con su victoria en el Rally de Túnez de 1981, el tercer puesto del Dakar en el 82 (victoria en la categoría Marathon), primera moto bicilíndrica en el Dakar 85 (motor Ducati, antes incluso de la Cagiva Elefant) o subcampeón de Francia de rallies (1987 y 1989).
Aunque lo más impresionante son las cuatro victorias consecutivas en el Dakar con una moto en la que desarrollaron el chasis y la parte de ciclo. Fue en los años 95, 96, 97 y 98, con Stéphane Peterhansel (3) y Eddi Ori (1) como pilotos, sobre la Yamaha YZE 850T. Entre todos ellos sumaron nada menos que 18 victorias de etapa.
Volvamos de nuevo a la moto que nos ocupa, la Barigo Tanagra. Aprovechando su experiencia, Patrick desarrolla junto a Siccardi la primera moto 100 % de supermotard. Cierto es que la base es uno de sus modelos de motocross, pero todo en ella está pensada para usar en esa disciplina, desde las llantas, frenos o las suspensiones. La muestra por primera vez en el Salón del Automóvil de París de 1986, y deja a todo el mundo boquiabierto. Los japoneses se hinchan a hacerle fotos, y preguntarse cómo demonios no se les ocurrió a ellos antes.
El éxito es inmediato. Todo el mundo quiere saber cómo conseguir una de esas Barigo Magie Noire. Y es que lo del nombre también tiene historia porque, en un primer lugar, escogen lo de magia negra, pero luego se dan cuenta que coincide con un perfume femenino de Lancôme (sigue a la venta), y esto puede crearle problemas, por lo que acaba denominándose Barigo Tanagra (ciudad griega conocida por sus estatuillas en terracota).
Aún en fase de prototipo, empezaron a llover llamadas desde Estados Unidos, Australia, Japón, y por supuesto de Europa. En uno de los concesionarios Barigo se venden siete de una tacada, como el sastrecillo valiente. Pero la empresa es demasiado pequeña y no está preparada para ese impacto, ni a nivel económico ni por supuesto financiero. De hecho, este era uno de los mayores problemas en todos sus modelos, algo que Patrick sabía y sobre lo que en alguna ocasión hablaba:
“En Barigo fuimos maestros en el arte de explicar a nuestros clientes que no podíamos proporcionarles una motocicleta” – Patrick Barigault
La Tanagra contaba con uno de los mejores motores del momento. Estaba suministrado por Rotax, con quienes tenían muy buena relación. Cubicaba 560 cc y desarrollaba 48 CV, pero se podía solicitar con un kit de fábrica que elevaba la potencia hasta los 55 CV. Pesaba 120 kg en seco, lo que para aquellos años era casi un peso pluma. 50 Nm de par máximo daban una pegada más que contundente. Todo se intentaba gestionar con una caja de cambios de cinco velocidades.
En la parte de ciclo destacaba la horquilla Marzocchi M1R, pero si querías se podía pedir con una WP invertida. Detrás optaba por un monoamortiguador. Curiosamente, los frenos no estaban demasiado sobredimensionados y confiaba en dos discos de 230 mm, uno en cada rueda. Las llantas eran de aleación, de tres palos y en 18″, montando neumáticos sin cámara.
No se sabe con certeza cuántas Barigo Tanagra se construyeron, pero se calcula que no se llegaron a la decena. Todas a excepción de una montaban ya horquilla invertida WP opcional y el kit, que también incluía un radiador de aceite para mantener la temperatura del motor bajo control. Una pequeña empresa que se adelantó a la gran industria motociclista existente.
En 1992, Patrick evolucionó el concepto e introdujo la nueva Barigo S92, conocida también con SM 600. Su configuración tanto estética como en componentes, había mejorado a un ritmo vertiginoso (al igual que la especialidad de supermotard). En este caso ya no era una moto cien por cien de competición sino que estaba homologada para usar en carretera. Apareció justo un año más tarde que otro modelo revolucionario, la Gilera 600 Nordwest. Barigo siguió desarrollando nuevas motos, alguna rompedora. Pero eso será otra historia.
Ender
Japan Rules!!COMENTARIOS