La BMW R 1150 RS nunca tuvo el éxito arrollador de algunas de sus contemporáneas en la casa bávara. A decir verdad, hace años que la idea de BMW de fabricar una moto que aúne deportividad en curvas con comodidad y capacidad para hacer largos viajes empleando su motor bóxer no funciona especialmente bien en el mercado.

La BMW R 1150 RS comenzó su periplo comercial allá por 2001, sustituyendo a toda una veterana como era la BMW R 1100 RS, que llevaba a la venta desde 1993. La moto no sufrió grandes cambios ni suponía un salto de gigante respecto a su predecesora, la cuál sí fue transgresora en su día. En este caso podríamos hablar más de evolución que de revolución, al igual que pasó con sus hermanas como la BMW R 1150 GS o la BMW R 1150 RT.

Las grandes revoluciones ya tuvieron lugar en su día con la llegada del motor 1100, que trajo consigo la inyección electrónica de combustible y las cuatro válvulas por cilindro. En este caso, en la BMW R 1150 RS, se limitaron a introducir pequeños cambios aquí y allá para seguir mejorando y justificar la creación de una nueva generación de motos en torno al “nuevo” motor.

Las principales novedades eran el pequeño aumento de cilindrada, que pasaba de 1.085 a 1.130 cm³. Junto con este incremento, llegaba una nueva caja de cambios con una marcha más, para hacer un total de seis. La sexta relación de cambio se planteaba como una marcha overdrive o súper directa para conseguir que el motor girase bajo de revoluciones en autovía, aumento el confort de marcha y disminuyendo sensiblemente los consumos.

De hecho, el consumo de combustible era una de las grandes fortalezas que presentaba este modelo. Estamos hablando de una moto grande y pesada, de más de 1.000 cm³, casi 100 CV de potencia, y con eje cardan, que siempre tiene un poco más de pérdidas respecto a una cadena de eslabones. Pese a todos esos hándicaps, la moto se conformaba con 5 litros de combustible cada 100 km, una cifra que ya quisieran para sí muchas tetracilíndricas japonesas de la época con la mitad de cubicaje.

En cuanto a la filosofía de la moto, era una RS. Al igual que su predecesora, buscaba ofrecer un producto polifacético que aunase comodidad para realizar grandes viajes y que a la vez permitiese una conducción deportiva y disfrute en curvas los fines de semana. Era una moto pensada para todos aquellos que querían viajar, pero que la BMW R 1150 RT les parecía un armario demasiado grande, ancho y pesado.

Lo conseguía a medias, ya que si bien el confort era bueno y no perdía muchos puntos respecto a la RT, la faceta sport quedaba un poco desdibujada en parte por culpa de un motor algo “descafeinado”, un peso demasiado elevado y una postura de conducción que tampoco quería arriesgar con planteamientos más agresivos y cargando mayor peso sobre el tren delantero.

Los esquemas de suspensión con el Paralever en el tren trasero y el Telelever encargándose de la parte frontal no eran la opción más dinámica, ya que seguían manteniendo una orientación enfocada en el confort con tarados tirando a blandos.

Es por ello que para mí esta moto tenía sentido, tenía su nicho de potenciales clientes en gente que buscaba una montura cómoda para realizar grandes kilometradas sin problemas, pero que la estética de las grandes y en parte aburridas motos touring le tiraba para atrás y buscaba algo más “juvenil”.

A decir verdad, la estética de la moto tampoco era un punto fuerte. Hay que tener en cuenta que el modelo se comenzó a vender en 2001, y para esa época el lenguaje de diseño de la moto, sus lineas angulosas y trazos rectos, ya estaba bastante obsoleto en aquella época. De hecho, si ponemos una foto de la BMW R 1100 RS de 1993 al lado de una de la BMW R 1150 RS vemos que el diseño prácticamente no avanzó nada entre ambas máquinas.

Me voy a meter en terreno pantanoso, pero en mi opinión BMW nunca ha estado muy acertada con el diseño de los diferentes modelos que han formado la familia RS a lo largo de los años. Nuestra protagonista nació “vieja” en lo estético, pero es que después llegó la BMW R 1200 ST y, aunque el atrevimiento de los alemanes por hacer algo rompedor fue loable, su frontal no llegó a convencer a nadie.

Por último, volveríamos en 2014 con la BMW R 1200 RS, y en mi opinión volvieron a meter la pata al presentar un diseño muy conservador, que buscaba no desagradar ni molestar a nadie, pero que precisamente por eso no llama lo más mínimo la atención y es bastante soso e impersonal. Con la nueva R 1250 RS tengo un poco la misma impresión, aunque ya se sabe, en esto de los gustos el criterio es subjetivo.

El modelo se descatalogó en 2005 con la llegada de la ya citada BMW R 1200 ST. Durante los escasos cuatro años que estuvo a la venta a penas se vendieron un puñado de unidades en nuestro país. Es por ello que hoy en día puede ser complicado encontrar unidades de segunda mano, aunque si os decidís por ella, tendréis una BMW bóxer especial y exclusiva en comparación a las más manidas y repetidas GS y RT.

De segunda mano no están a precios muy excesivos si tenemos en cuenta su polivalencia y que sigue siendo una moto vigente hoy en día a nivel de prestaciones y tecnología. Arrancan en poco más de 3.000 euros por unidades bastante entradas en kilómetros hasta algo más de 4.000 por aquellas que están en un estado óptimo de conservación.

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