Aunque no es una de sus máquinas más conocidas, la BMW RS 54 es uno de los emblemas en la recuperación de la gama motociclista por parte de la casa bávara. Una modelo del cual apenas se fabricaron un máximo de 25 unidades, todas ellas destinadas a pilotos-cliente de equipos privados con intereses en las competiciones internacionales de medio litro. Datos que, a priori, pueden no llamar demasiado la atención. Sin embargo, leídos en su contexto la historia de esta montura se convierte en toda una lección de historia sobre la forma y manera en la que la industria alemana fue regresando al nivel tecnológico previo al fin de la Segunda Guerra Mundial. Así las cosas, lo mejor será poner orden en toda esta historia remontándonos hasta los años previos a la contienda.
Aupada por el ansia de generar una avasalladora maquinaria bélica, la ingeniería germana vive durante los años treinta un periodo de efervescencia en todos los ámbitos. Especialmente en el del motor, donde desde la aviación hasta el automovilismo experimenta cada año nuevas y más espectaculares mejoras con el fin de alcanzar todo tipo de récords en velocidad y resistencia. Algo a priori atractivo. Aunque, en realidad, bajo todo aquello se ocultaba la pavorosa realidad de un gobierno expansionista interesado en el auge tecnológico no tanto para volcar todas aquellas innovaciones en los modelos de serie, sino en la guerra mundial que acabó estallando con la invasión de Polonia tras las preocupantes anexiones sobre Austria y Checoslovaquia.
Así las cosas, tras ser derrotada en 1945 por los Aliados, Alemania pasa a vivir una época de restricciones en materia de ingeniería mientras se debatía cuál habría de ser su posición dentro de la reconstrucción de Europa. En este contexto, BMW llegó a tener tantas dificultades para salir adelante que hasta tuvo que recurrir a la fabricación de material de cocina. Además, una de sus plantas había quedado en el territorio de la futura RDA mientras la otra se encontraba tan destruida que hasta se habían perdido los planos de no pocos automóviles y motocicletas. En suma, había que empezar casi desde cero. De esta manera, muchos pensaron que BMW jamás volvería a ser una referencia en el mundo de las dos ruedas. No obstante, poco a poco se empezó a ver la luz al final del túnel.
Hasta 1950 Alemania tenía prohibida la fabricación de motocicletas con medio litro de cilindrada. Además, BMW pasó tantas dificultades económicas tras la Segunda Guerra Mundial que tuvo que fabricar material de cocina para sobrevivir, siendo especialmente recordadas sus ollas de acero
BMW RS 54, una motocicleta pensada para los piloto-cliente
Para 1948 BMW lanzaba la R24 con un motor de cuarto de litro. Básicamente un diseño muy parecido a los que ya realizaba antes de la contienda, pero que al fin y al cabo dando continuidad comercial para la empresa en aquellos momentos de seria zozobra. Después de ella, llegaron más modelos pensados para el día a día, aunque hubo que esperar hasta 1950 para que pasaran las sanciones que imponían a la industria alemana no fabricar motocicletas de medio litro.
Llegados a este punto, BMW presentó ese mismo año la R51/2 con un motor plano de cuatro tiempos y 24 CV. También muy similar a los diseños que hacía antes de la guerra. Pero sin duda todo un paso adelante, ya que con ella regresaba a las cilindradas más potentes. De hecho, en 1951 lanzó la R51/3. Un modelo de especial importancia para comprender a la BMW RS 54, ya que esta última se basó en la primera al salir al mercado de pilotos-cliente tres años más tarde.
Todo un reto mecánico, puesto que en el campeonato mundial se había prohibido el uso de la sobrealimentación. Precisamente la principal baza que podrían tener las BMW más grandes previas a la Segunda Guerra Mundial, utilizando de forma eficaz este sistema capaz de enriquecer la combustión gracias al aumento de la presión del aire en la fase de admisión. Teniendo que trabajar sin sobrealimentación, el bicilíndrico de medio litro perdía casi dos terceras partes de la potencia que podía adquirir con aquel sistema. Fijada en unos 80 CV.
Como moto para piloto-cliente con intereses en el mundial de medio litro, esta BMW tenía carencias serias tanto en estabilidad como en potencia. No obstante, su motor es responsable de ganar ni más ni menos que 19 veces el Campeonato del Mundo de Sidercars
De esta manera, los ingenieros se emplearon a fondo para que la BMW RS 54 fue competitiva aún portando una mecánica atmosférica. Y bueno, más o menos lo consiguieron. Ya que rediseñando mucho las válvulas, la culata y la compresión se pudieron conseguir unos 40 CV. Bastante más que las unidades de serie. Aún así, muy poco para optar a los primeros puestos del mundial con garantías. Y eso por no hablar de los problemas dados por el chasis. Muy inestable a altas velocidades debido, en gran medida, a la escasa distancia entre ejes. De hecho, algunos pilotos que la llevaron en la época se quejaron tanto de esto que, aún alabando las cualidades mecánicas de la BMW RS 54, declaraban sentirse más confiados – y por tanto más rápidos – con monturas más pesadas e incluso menos potentes. De todos modos, la propia BMW ya sabía todo esto, ofreciendo este modelo con la idea de que gracias a él no pudieras ganar un mundial. Sino, sencillamente, quedar en un puesto más o menos honroso. No obstante, cuando decimos un mundial decimos uno de medio litro. Ya que, atención, gracias al motor de la RS 54 BMW ganó ni más ni menos que diecinueve veces el Campeonato del Mundo de Sidecar. Impresionante.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS