La Honda CBR 1000 F es otro de aquellos misiles de vuelo bajo que comenzaron a llegar a nuestras carreteras a finales de los años 80. Esta moto se presentó en 1987 junto con su hermana pequeña, la Honda CBR 600 F. Sin embargo, ahí acababan las similitudes entre ambos modelos puesto que eran propuestas enfocadas a diferentes usos.
La Honda CBR 1000 F era una moto con un motor muy grande para la época y también era bastante larga y pesada. Es lo que en la jerga coloquial hoy en día llamaríamos un hierro, un tanque o un barco. Sus principales competidoras eran la Kawasaki ZX-10 Tomcat (y a partir de 1990 la Kawasaki ZZR 1100), la Suzuki RF 900 o la Yamaha FZR 1000 Exup; todas ellas eran motos pensadas para correr mucho… en línea recta.
Se suele decir que la Honda CBR 1000 F fue la primera motocicleta con botón de hiper espacio. Sólo tenías que roscar el puño derecho para entrar en velocidad de curvatura. Esta era su principal baza y encanto; pero si querías agilidad, paso por curva, y sensaciones deportivas… entonces tenías que irte al recién estrenado segmento de las 600 o las 750 de la época.
Además de las antes mencionadas, la Honda CBR 1000 F tenía al enemigo en su propia casa con la Honda VFR 750, un modelo bastante diferente en concepción ya que buscaba una orientación más exótica y exclusiva con detalles como el motor V4 o el mono brazo trasero, pero que en la práctica venía a satisfacer las mismas necesidades: un vehículo rápido y cómo para viajar a todo trapo por autovías.
Quizá lo más sorprendente de este modelo para aquella época era el motor. Estamos hablando de una mecánica “de litro” con 998 cm3, cuatro cilindros en línea, 16 válvulas y refrigeración líquida. Erogaba unos masivos 132 CV que subieron a 135 con el primer restyling. En 1987 ya contaba con una caja de seis velocidades, y algunas florituras técnicas como el embrague hidráulico.
Ya os podéis hacer a la idea del carácter de esta mecánica. Es un propulsor con “una tonelada” de bajos. La Honda CBR 1000 F de esas motos que, si quieres, puedes conducirlas como si fueran automáticas porque con una sóla velocidad puedes apañártelas para hacerlo todo. Si tenéis la oportunidad de conducir una de estas hoy en día, aún os sorprendería la contundencia que emana del motor a cualquier régimen de giro, aunque es de justicia reconocer que le falta la estirada explosiva en altas revoluciones que tienen las motos deportivas de mil actuales.
En cuanto a la parte ciclo, la Honda CBR 1000 F montaba un robusto chasis de doble cuna fabricado en acero para poder lidiar con todas las fuerzas implicadas en el rodar de esta moto, que no eran pocas. A la masiva fuerza del propulsor se le une un peso en orden de marcha de 248 Kg (270 en las últimas versiones con frenada combinada).
Estamos ante una moto grande en todos los aspectos. La distancia entre ejes alcanza los 1500 mm y sus fibras son anchas, voluminosas, y envolventes; por lo que la protección aerodinámica es de sobresaliente. Como vemos, todas sus especificaciones apuntan en la misma dirección: cruceros por autovía a gran velocidad con una estabilidad y una comodidad envidiables.
Destacaba el asiento ancho y bien mullido que acepta sin rechistar tus posaderas y las de tu acompañante. Además, era bastante sencillo aumentar la capacidad de carga del modelo tirando de piezas after market ya que el colín tenía un diseño ancho y robusto por lo que podía lidiar sin problemas con ese extra de peso. En cuanto a su faceta más touring, esta moto destaca por un consumo de gasolina bastante comedido: 6 l/100 Km y gracias a su tanque de 22 litros era posible recorrer unos 360 kilómetros entre repostajes.
Por ciudad, su elevado peso y su amplio radio de giro no ayudaban a hacerte el día a día más llevadero. Por otra parte, el carenado y las fibras de la moto eran muy cerrados y envolventes lo cual tampoco era lo más adecuado para evacuar la ingente cantidad de calor que generaba el propulsor de 1.000 cm3.
En carreteras de curvas te podía hacer un apaño. No en vano las siglas CBR pesan y es una moto con la que puedes ir muy rápido gracias a su gran reserva de par, aunque en las curvas más cerradas y ratoneras te tendrás que tomar las cosas con calma. La suspensión estaba más orientada hacia el confort que hacia las prestaciones puras y eso tampoco ayuda.
Las primeras series tenían una ciclística que hoy en día podría parecernos de chiste para una moto de semejante porte. Destaca la rueda trasera de sólo 140 mm -en la actualidad hay motos de 125 cm3 con más goma- y quizá lo más demencial son los frenos. En el tren anterior monta una pareja de discos de 296 mm mordidos por unas pírricas pinzas de dos pistones paralelos.
En este aspecto es donde más obsoleto se ha quedado el modelo. Huelga decir que a partir del primer restyling (modelo SC 24) arreglaron lo de la rueda con unas gomas de 170 mucho más acordes a la potencia y peso de la moto. En cuanto a la frenada, las pinzas bi pistón aguantaron durante toda la vida comercial del modelo, pero en 1992 se equipó a la moto con un pionero sistema de frenada combinada CBS para mejorar al menos en parte este sistema.
La vida comercial del modelo tocó a su fin en 1997 cuando llegó la Honda CBR 1100 XX super blackbird. La Honda CBR 1000 F duró 10 años en el mercado y al no tener una sucesora directa la denominación cayó en el olvido tras solo una generación, a diferencia de su hermana de 600 que vivió 5 reediciones a lo largo de su historia. En 2004 volvieron las siglas a la palestra con la Honda CBR 1000 RR, esta vez ya sin la F, pero esa moto venía por otra rama del árbol genealógico, la de la familia Fireblade.
A diferencia de la Honda CBR 600 F, que con el royo ese de que es un mito cotizan carísimas, la Honda CBR 1000 F se ha mantenido en valores muy razonables en el mercado de segunda mano. Las viejas tetracilíndricas de 1.000 es un segmento que siempre se ha caracterizado por su gran depreciación.
Además, debido a que era una moto más cara de comprar y de mantener, la mayoría de sus propietarios eran personas de mayor edad que en general las cuidaron mejor a lo largo de su vida. Gracias a estos dos motivos, te puedes encontrar unidades en el mercado de ocasión en estados de conservación excepcionales por poco más de 1.000 euros. A estos precios sí da gusto hacerse con una clásica.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.