Una carrera. Una victoria. Un momento estelar. Con este tarjetero de presentación recuerdan muchos aficionados a la Honda CR750 Daytona de 1970. Una de las motocicletas más importantes para la proyección de la marca japonesa en el mercado norteamericano, siendo además toda una lección publicitaria aún con las dudas y reservas puestas por la directiva japonesa en el desarrollo del proyecto. Así las cosas, lo mejor será empezar por el principio comprendiendo paso a paso los hitos básicos que definieron a esta motocicleta de competición capaz de ganar la que, en su momento, era la carrera más reconocida y mediática en todo el calendario norteamericano. Vamos a ellos.
En primer lugar hemos de situarnos a mediados de los sesenta. Momento en el que Honda ya se ha convertido en el mayor fabricante de ciclomotores y motocicletas en el mercado mundial, creciendo de forma exponencial en lugares con industrias mecánicas muy asentadas. De esta manera, las monturas urbanas – pero también deportivas y recreacionales – de la empresa nipona consiguen ser hegemónicas en Reino Unido e, incluso, Estados Unidos. Algo realmente llamativo, pues ambos países contaban con marcas y tradiciones motociclistas absolutamente asentadas. Llegados a este punto, la pregunta estaba clara. ¿Cómo lo lograron?
Bueno, la verdad es que responder a esta pregunta nos llevaría verter ríos de tinta totalmente inadecuados para los textos breves que caracterizan a esta sección, dominada por el querer aportar un panorama accesible y general sobre el motociclismo histórico. No obstante, podemos resumirlo con la suma de varios factores entre los que destacó la excelente calidad / precio de las monturas Honda así como la apuesta por los nuevos segmentos de carácter urbano y diario. Además, se realizó una ambiciosa estrategia publicitaria en la que estas motos aparecían como opciones fiables, bien ejecutadas y extremadamente agradables e, incluso, simpáticas. Una tendencia que ya no pudo ser la única a partir de 1968, cuando el lanzamiento de la potente y prestacional CB750 lanzaba de lleno a Honda al exclusivo nicho comercial de las superbikes.
Honda era bastante reacia a entrar en la competición norteamericana, pero al lanzar aquella superbike no tenía más remedio que defender su imagen prestacional también en los circuitos
Honda CR750 Daytona 1970, una historia efímera
Vamos a ver. Aunque un fabricante pueda moverse en los segmentos más prestacionales sin hacer caso alguno a las carreras, esto no deja de ser minoritario. De hecho, para ilustrar esto con una marca por todos conocida hemos de salir del motociclismo para entrar al automovilismo. Ahí encontramos a Lamborghini, la cual nunca ha querido ingresar en las competiciones más reconocidas a pesar de basar su actividad en la fabricación de superdeportivos. Una visión que no compartía Honda durante los sesenta, al menos en Europa.
Al fin y al cabo, desde comienzos de la década, el fabricante japonés se había batido el cobre en los circuitos europeos más prestigiosos. Pero, ¿qué pasaba con América? Al fin y al cabo, allí sus ventas crecían de forma exponencial. Sin embargo, Honda no veía claro entrar en las muy especiales competiciones norteamericanas, pudiéndoselo permitir ya que, de todos modos, su gama se alejaba de lo prestacional. No obstante, cuando en 1968 apareció la CB750 con sus cuatro cilindros y comportamiento más que deportivo las cosas tenían que cambiar, forzosamente.
De esta manera, para 1969 el director de carreras – altamente especializado en hacer ganar a pequeños equipos privados frente a los oficiales – Bob Hansen comenzó a presionar a Honda para que entrase en el calendario norteamericano con un modelo basado en la nueva y exitosa superbike de la marca. Y bueno, tanto poder de persuasión tuvo que finalmente lo logró. Eso sí, debería ser bajo el liderazgo de Honda Europa, la cual desplazaría a un equipo de pilotos y técnicos a Estados Unidos para hacerse cargo de todo. De hecho, la incorporación de un piloto local entre los cuatro previstos fue la máxima concesión dada por Honda a Bob Hansen.
Cada una de las cuatro unidades contó con detalles y ajustes mecánicos especiales, por lo que resulta imposible hacer una ficha técnica del modelo en sí
El nombre de aquel piloto fue Dick Mann. Uno de los motociclistas más experimentados y laureados del país, quien a priori no podía hacer mucho ante los más jóvenes y enérgicos británicos asistidos por mecánicos japoneses. Y sí, subrayemos lo de “ a priori “. Porque llegados a la carrera de Daytona 1970 – objetivo marcado ya que ganar aquí generaría un impacto publicitario sin parangón – fue el propio Dick Mann quien consiguió cruzar primero la línea de meta tras una carrera agónica en la que las monturas se llevaron hasta el límite de la rotura. Todo ello con broncas en vivo entre Bob Hansen y los técnicos japoneses, interpretando una insubordinación que, finalmente, le costaría el despido nada más haber acabado el día a pesar de haber sido una pieza clave en la victoria. Victoria que consolidó totalmente la imagen de la Honda CB750 gracias a estas derivadas de circuito bautizadas como Honda CR750 Daytona. Aparentemente similares a la versión de calle, aunque aligeradas al extremo gracias al uso de aleaciones experimentales. Dando así más brío sus mecánicas, las cuales se movían entre los 86 CV y 92 CV ya que cada máquina contaba con ajustes distintos. Una ingeniería de la cual trataremos otro día con más detalle, aunque de nada hubiera servido sin el arrojo y carácter de Dick Mann y Bob Hansen.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS