La Honda XL 125 pasó bastante desapercibida por el mercado español, aunque por los gustos generales y la historia de la moto en nuestro país, deberían haber logrado un mayor interés. Sin embargo, como bien recuerdan los amigos de Motos Clásicas 80, por aquel entonces, las motos de 125 centímetros cúbicos solo se podían conducir con 18 años y pocos usuarios optaban por el cuarto de litro cuando, la Honda XL, tenía una variante algo más potente –la XL 200–.
Creada y fabricada en Italiana, la Honda XL 125 llegaba a España en 1982 con una clara apuesta por el concepto trail, un tipo de motor que hoy está bastante desfigurado pero que, en sus orígenes, buscaba combinar un buen comportamiento en carretera con un buen comportamental en campo, lo que obligaba a que fuera relativamente pequeñas y ligeras. De hecho, estéticamente, todas ls “viejas” trail dejan clara su orientación y se puede apreciar, con un simple golpe de vista, que son motos “de campo”, como se las solía llamar –y se sigue haciendo, por cierto–.
Otro detalle que destacaba bastante de las trail ochenteras, es el enorme asiento que montan. une elemento muy largo, con mucho mullido, lo que hace pensar en un elevado confort tanto en carretera como en caminos de tierra, donde, por lo general, siempre interesa ir más tiempo de pie sobre los estribos que sentado. No obstante, el asiento grande y mullido es una constante en la década de los 80 incluso en las deportivas, solo hay que echar un vistazo a motos como la Gixxer 750, la CBR 600 F o las GPz de Kawasaki.
El motor de la Honda XL 125 era el mismo de la honda CB-X 125 y se montaba sin recibir la más mínima adaptación a sus nuevas exigencias. Según cuentan en la revista Motociclismo –número 764–, el motor era muy elástico y podía cumplir perfectamente con su nuevo cometido con suficiente soltura, además de ser bastante silencioso. Hablamos de un monocilíndrico de 124 centímetros cúbicos de cotas supercuadradas –56,5 por 49,5 milímetros para diámetro y carrera respectivamente–, ciclo cuatro tiempos, que rendía 13 CV a 9.500 revoluciones y 1.05 mkg a 8.000 revoluciones, gestionados por un cambio de cinco relaciones.
Como cabe esperar, había que exprimir el motor para que la moto andara suficientemente rápido, aunque permitía cierto ritmo en carretera de montaña –la revista antes mencionada decía que “en carreteras reviradas se obtenían muy buenos promedios en conducción deportiva, siendo este el terreno donde mejor se expresa el motor de la XL–, mientras que el ciudad era un vehículo ágil y brillante para moverse con soltura entre el tráfico. Igualmente, había halagos para la horquilla Marzocchi y para los amortiguadores traseros, así como para la estabilidad, considerada “poco menos que impecable”.
Interesante resultan ciertos comentarios sobre la calidad de la montura. Se decía que, en Europa, éramos incapaces de alcanzar la calidad de las motos japonesas, ni siquiera en las fabricadas de dichas marcas niponas. La honda XL 125 había mejorado bastante ese apartado, pero mostrada algunas “chapuzas latinas” que dejaban claro el origen de la moto, como el guardabarros delantero torcido en relación con el plano vertical de la moto o que la máscara no encajaba con el faro ni con el tablier.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS