Moto del día: Montesa Scorpion 50

Moto del día: Montesa Scorpion 50

Concebido como un ciclomotor versátil para fidelizar clientela joven, el Scorpion 50 se dotó de un motor de origen alemán.


Tiempo de lectura: 3 min.

Cuando hablamos de ciclomotores en la historia del parque móvil con acento hispano, lo más recurrente es pensar en Derbi. No en vano, junto a la labor emprendida por Avello en Gijón ésta fue la máxima responsable de los mismos al menos en materia productiva. Unos datos auspiciados en incontestables éxitos de ventas como el Antorcha. Sin embargo, también hubo otras marcas a priori alejadas de este segmento capaces de trabajarlo de una manera u otra.

En este sentido, incluso Sanglas -siempre apegada a las cilindradas más generosas con ciclo de cuatro tiempos- llegó a disponer de sus propias opciones en materia de ciclomotores allá para mediados de los años sesenta. Y es que, tras el desplome de ventas experimentado por las turismo a comienzos de la década, había que adaptar las gamas a una polaridad marcada por las monturas urbanas y las deportivas, especialmente Off-Road.

Eso sí, dentro de aquella tendencia hubo marcas que lo hicieron con más gusto y convencimiento que otras. Por ejemplo, el caso de Bultaco fue el de una negativa que, tras ser vencida, acabó en fracaso. La mejor manera de resumir la aparición y desarrollo del ciclomotor 49, pedido por los distribuidores en contra del criterio de Francisco Xavier Bultó. Así las cosas, en Montesa tampoco es que se convirtieran en un referente para el mundo de los ciclomotores pero, a decir verdad, sí registraron una buena lista de iniciativas entre las cuales destacó el Scorpion de 1972.

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A comienzos de los años setenta los ciclomotores con habilidades Off-Road lograron un gran índice de ventas, especialmente entre la juventud

Montesa Scorpion, un ciclomotor con aspiraciones

En 1970 apareció una de las Montesa más emblemáticas en su gama Off-Road. Hablamos de la King Scorpion 250 Trail, la cual jugó además un importante papel en la trayectoria comercial de la marca catalana en los Estados Unidos siendo una Trail con hasta 24 CV en su versión más afinada. Aquella que, por otra parte, contaba con el novedoso sistema de mezcla para el aceite Automix. Sin duda, una comodidad -de estar en buenas condiciones de funcionamiento- para los usuarios de las mecánicas con dos tiempos.

Ahora, dicho esto resulta obvio cómo no pocos adolescentes soñaban con ver entre sus piernas modelos como el King Scorpion. Sin embargo, tanto por motivos de edad como por razones financieras aquellos inquietos aficionados nóveles no podían permitirse el acceder a ellos. Llegados a este punto, diversos fabricantes vieron un buen filón comercial en producir ciclomotores a los que podríamos definir “con ínfulas”.

En suma, pequeñas máquinas que, al menos en lo visual, esperaban asemejarse a iconos deportivos de mayor rango. Una idea en verdad sensacional, pues actuando en la gama a modo de modelos de acceso permitían fidelizar clientela desde la adolescencia, desde su primera montura. Un contexto donde debemos leer a la Montesa Scorpion, la cual fue presentada como una especie de hermana menor del modelo de Trail con cuarto de litro.

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Con dos generaciones -diferentes especialmente por algunos detalles cromáticos en el depósito-, este ciclomotor ayudó a abrir las ventas de Montesa por el segmento más popular

Respecto a la mecánica, ésta montaba un motor monocilíndrico de dos tiempos y 48 centímetros cúbicos capaz de entregar 2,2 CV a 4.800 revoluciones por minuto con un cambio de tres velocidades. Eso sí, su diseño no correspondía a Montesa sino a la alemana JLO, la cual actuaba como proveedora de motores escuetos para la casa barcelonesa tal y como -de esto hablaremos con calma en próximos artículos- hacía Mototrans con Bultaco. La velocidad máxima estaba legalmente limitada a 40 kilómetros por hora y, en lo referente al peso, éste quedaba en tan sólo unos 50 kilos. En suma, una máquina divertida y aparente para gente joven con necesidad de llevar un vehículo versátil en tierra y asfalto. Hoy en día, una interesante -y útil- pieza de colección.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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