Debido a su nombre, seguramente a muchos aficionados desmemoriados respecto a lo que fue el motociclismo español de los noventa el MotoGAC Kanoway les suene incluso extranjero. Y no es para menos. Es más, sinceramente esta denominación comercial invita a ello. Sin embargo, se trata de un cicloscooter fabricado en Éibar. El mismo lugar donde se ensamblaban las Lambretta vascas, pasando para la historia como uno de los principales focos industriales para el sector automotriz en Euskadi. Pero vayamos por partes. Al fin y al cabo, en la amplia tradición metalúrgica del País Vasco cohabitan con total normalidad productos y resultados muy diferentes.
Así las cosas, lo primero a tener en cuenta es la fundación de G.A.C a finales del siglo XIX. Primero centrada en la fabricación de armas para, hacia 1930, dedicarse de lleno a la producción de bicicletas, muy demandadas hasta bien entrados los años sesenta no como objetos de ocio y recreo, sino como la única opción de transporte económicamente accesible para millones de trabajadores. De hecho, tanto en Italia, España o Japón la incorporación de pequeños motores fue algo de lo más normal dadas las estrecheces de sus respectivas posguerras. Situación en la que, de una forma natural, los primitivos velomotores como el Derbi SRS fueron derivando hacia los ciclomotores. Dotados aún de pedales no por ser en base bicicletas, sino por simples remilgos legales respecto a las homologaciones y los segmentos fiscales.
Así las cosas, lo cierto es que los ciclomotores gozaron de una excelente salud en la España de los años sesenta. Es más, incluso marcas relacionadas con las cilindradas medias – como Sanglas – diseñaron sus propios modelos. Todo ello para, ya en los setenta, representar enormes éxitos de ventas al aparecer la categoría de los ciclomotores de campo. Un nicho de mercado donde el Puch Minicross y el Derbi Cross fueron indiscutibles éxitos comerciales destinados a formar parte del imaginario juvenil de toda una generación. Además, la aparición del Vespino diseñado en Madrid por Motovespa – la cual demostró aquí una excelente audacia al lanzar este producto sin correlación alguna en la gama Piaggio – asentó totalmente a los cicloscooter. Dotados con las ventajas del scooter aunque sin superar los 50 centímetros cúbicos. Máxima cilindrada a la que, desde mayo de 1965, podía aspirar un ciclomotor.
MotoGAC fue una denominación comercial creada por la vasca G.A.C a fin de intentar posicionarse en el mercado tras la ruptura de relaciones con Motobécane y Yamaha
MotoGAC Kanoway, intentando salir adelante
Al igual que pasara con Derbi, G.A.C derivó de una manera muy lógica al mundo de las dos ruedas motorizadas con cilindradas escuetas. No obstante, al contrario que la marca catalana la de Éibar decidió operar como fabricante bajo licencia en vez de crear sus propios diseños. Así las cosas, firmó un pacto con la francesa Motobécane en 1951. Todo ello para lanzar al mercado una de las máquinas más conocidas y celebradas en los segmentos populares: la Mobylette.
A partir de aquí G.A.C adquirió una gran experiencia sobre cómo manejarse en el segmento de los ciclomotores, por lo que cuando se dejó de renovar el trato con su socia francesa allá por los años ochenta no tuvo inconveniente en seguir adelante con la presentación de un cicloscooter. Se trataba del MotoGAC Kanoway, diseñado en colaboración con las Escuelas Técnicas del País Vasco para ser una alternativa a los Vespino, Suzuki y Derbi del momento.
Ahora, la situación en la factoría de Éibar ya era bastante desesperada. Es más, las reducciones de personal se hicieron constantes. Así las cosas, se puso un potente acento en la estrategia comercial creando la denominación MotoGAC. Una idea puesta al servicio de dar una imagen más fresca y renovada aunque, desafortunadamente, esto no libró a la empresa vasca de pasar por los profundos rigores y problemas propios del motociclismo español de los ochenta. Con la competencia japonesa haciendo estragos al tiempo que la liberalización de las importaciones se llevaba por delante a los históricos fabricantes catalanes.
Fue el primer diseño completamente propio de la empresa, creado en colaboración con las Escuelas Técnicas del País Vasco
No obstante, volviendo a la MotoGAC Kanoway hay que reconocer cómo ésta era una buena opción si se estaba buscando un ciclomotor para el día a día. Respecto a la mecánica, ésta se basó en un monocilíndrico de dos tiempos con 49,3 centímetros cúbicos para entregar 3CV a 6.200 revoluciones por minuto. Además, su bastidor monotubo en chapa estampada así como su cambio automático con variador daban un manejo cómodo junto a una buena sensación de acabado. En suma, un adecuado y bien pensado diseño realizado totalmente en el País Vasco.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Yo tuve unas de las primeras,escape capado que hacía que tuviese poca velocidad al cambiar a otro ya era otra cosa,el sistema de candado debajo del asiento se colocaba en la rueda delantera muy bien,se me rajo el chasis solo sin caída y la tuve que llevar al desguace, bien terminada pero no podía competir con la derbi variante.