A veces, el motociclismo tiene conexiones inesperadas entre segmentos, épocas y países muy diferentes. Debido a ello, aunque la Rickman-Kawasaki CR 900 es una motocicleta que emparenta con las superbikes de los años setenta, nosotros vamos a empezar a narrar su historia en la España de los años sesenta. Concretamente durante el primer Motocross de Barcelona celebrado en 1961. Un año en el que el auge del Off-Road ya era más que evidente en Cataluña, con un Francisco Xavier Bultó plenamente enfocado en ampliar la gama de su marca desde los modelos de carretera hasta los de tierra. Tal y como soplaban ya los aires de mercado provenientes del mundo anglosajón.
Así las cosas, en aquella carrera el piloto británico Don Rickman consiguió alzarse hasta el primer puesto gracias a una Bultaco Sherpa S. Impresionado por el rendimiento de su motor, enseguida estableció relaciones con la casa barcelonesa. Y es que, no en vano, junto a su hermano Derek gestionaba una de las mejores empresas británicas de entre todas las especializadas en el Motocross. Rickman Bros Motorcycle. Enfocada en la fabricación artesanal de chasis ligeros y resistentes, ésta basaba su modelo de negocio en montar sobre ellos las mejores mecánicas posibles. De esta manera, sus creaciones resultaban máquinas extremadamente efectivas sólo al alcance de los mejores pilotos y entusiastas.
Con todo ello, durante tres años los hermanos Rickman colaboraron intensamente con Bultaco de cara a crear la Métisse. Llamada así en clara alusión a su carácter mestizo, ésta combinaba un estudiado chasis de doble cuna realizado por los británicos con el motor monocilíndrico de dos tiempos y 244 centímetros cúbicos de Bultaco. Llegados a este punto, en 1964 la Rickman-Bultaco Métisse estableció un punto y aparte en la trayectoria de la marca de Francisco Xavier Bultó, siendo el precedente necesario para el desarrollo de la amplia saga Pursang. La más longeva y prestacional cuando hablamos de Motocross en la historia de Bultaco.
Durante los años sesenta los hermanos Rickman destacaron por conjugar diferentes piezas y hacer motocicletas de Motocross sensacionales; en los setenta repitieron la fórmula con las superbikes
Rickman-Kawasaki CR 900, del Cross a la carretera
Tras esto, resulta sencillo comprobar cómo entre la afición española el nombre de Rickman Bros Motorcycle resulta relativamente conocido. Sin embargo, lo cierto es que siempre suele asociarse a las creaciones Off-Road. Algo por otra parte completamente lógico. Al fin y al cabo, éste es el ámbito donde los hermanos Rickman desarrollaron su carrera empresarial, creativa y deportiva durante todos los años sesenta. Sin embargo, ya entrados en la década siguiente empezaron a contemplar con más ahínco las posibilidades brindadas por el segmento de asfalto más prestacional.
Pero, ¿por qué? Bueno, a comienzos de la década las superbikes niponas ya dominaban el mercado con creaciones como la Honda CB750 de 1969 o la Kawasaki Z1 900 de 1972. De hecho, estos fabricantes firmaron los mejores motores de cuatro en línea en su momento. Siendo especialmente fiables, duraderos, eficientes y, además, con una entrega de potencia progresiva que no hacía necesario ser un as del circuito para poder disfrutarlos. Sin embargo, las motocicletas en las que se montaban estas excelentes mecánicas tenían un problema bastante serio.
Ni más ni menos que sus chasis. Francamente torpes e ineficientes en comparación con los creados por los diseñadores británicos o italianos. De esta manera, hacia 1973 talleres como Bimota empezaron a trabajar en un nicho de mercado tan escueto como dotado de futuro. Aquel caracterizado por mezclar las mejores mecánicas niponas con bastidores artesanales donde se aplicaba la mejor ingeniería del momento. Así las cosas, las creaciones de Bimota llevaron un paso más allá las bondades técnicas de Honda, Kawasaki o Suzuki hasta crear superbikes prácticamente perfectas.
A diferencia de otras empresas como Bimota, Rickman vendía también ofrecía las piezas sin montar en forma de kit. Algo muy británico tal y como en el automovilismo ocurría con los “kit car” en fibra de vidrio
Vista esta idea, resulta lógico pensar en las similitudes de lo realizado por los hermanos Rickman durante los años sesenta con sus modelos de Motocross. De hecho, ellos mismos también lo vieron, lanzándose a esta fórmula con modelos como la Rickman-Honda CR750 de 1974. Además, justo en aquel año el conglomerado empresarial donde se albergaban Norton y Triumph – proveedores mecánicos habituales para Rickman – entró en una profunda crisis financiera, por lo que virar hacia los motores japoneses de carretera se antojaba como una muy buena opción. De esta manera, en 1975 continuaron la senda marcada por su creación del año anterior presentando la Rickman-Kawasaki CR 900. Respecto al motor, éste se tomaba de la Kawasaki Z1 900. Con cuatro cilindros en línea ajustados a 1.106 centímetros cúbicos para rendir 83 CV a 8.000 revoluciones por minuto, éste se montó sobre un chasis de cromo-molibdeno. Mismo material que el empleado en el basculante, añadiéndose también nuevas suspensiones, frenos y llantas. En suma, de cada Kawasaki Z1 900 usada como donante sólo quedaba la mecánica, pudiéndose vender todo lo demás en forma de kit. De hecho, lo del kit era una particularidad de Rickman, ya que marcas como Bimota sólo vendían la motocicleta completamente ensamblada. Con todo ello, la Rickman-Kawasaki CR 900 fue una de las superbikes de serie corta más respetables de su época. Eso sí, su comportamiento resultaba tan desafortunado en ciudad como brillante en carreteras abiertas. Y es que, para bien o para mal, estamos ante una máquina absolutamente especializada en la velocidad.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS