La historia de la Rumi Turismo 125 no sólo cuenta los inicios de su marca, sino también una buena cantidad de datos sobre la situación en la que se encontraba Italia después de la Segunda Guerra Mundial. Para empezar, lo primero a tener en cuenta es cómo Rumi no empezó en el sector de las motocicletas. Lejos de ello, originalmente echó a andar proveyendo de bienes de equipo a la industria textil. No obstante, en plena contienda transitó a la producción de armamento. Algo, por otra parte, muy común entre todas las empresas que, de una manera u otra, tienen que ver con el sector de la metalurgia. Eso sí, acabada la guerra había que buscar una nueva ocupación.
Exactamente igual que Ducati, la cual venía de fabricar equipos de radio y, dicho sea de paso, que Piaggio, responsable de dotar -junto a Alfa Romeo Avio- con no pocos aviones al ejército fascista de Mussolini. Así las cosas, en 1950 Rumi saltó al mundo de las dos ruedas convencida de la necesidad que los italianos tenían de éstas, siendo aún lo suficientemente modestos como para poder aspirar a los FIAT que, ya a finales de la década, empezarían a hacerse mayoritarios entre las clases medias. Es decir, un proceso social muy similar al que vivimos con la motorización de las capas populares en la Península Ibérica.
Dicho esto, lo cierto es que a Rumi no se la entiende sin un personaje fundamental en sus inicios. Hablamos de Pietro Vassena. Dotado de una enorme creatividad, Vassena ya diseñó sus primeras motocicletas allá por los años veinte aunque, a decir verdad, la fama le vino con el submarino C3. Presentado en 1948 bajo el lema “ el primer medio submarino para la paz y la investigación submarina “, llegando a sumergirse hasta los 412 metros. A partir de aquí, Donnino Rumi lo contrata de cara a desarrollar la gama completa de su nueva empresa automotriz, tomando como base de ella un motor de dos cilindros diseñado por el propio Vassena unos años antes.
Vassena era uno de esos caracteres en los que las barreras entre ingeniero e inventor empiezan a difuminarse en nombre de una enorme creatividad
Rumi Turismo 125, el inicio de una amplia gama
Cuando en 1949 se presentó el prototipo de la Rumi Turismo 125, más de uno se quedó sorprendido. Y es que, a pesar de que su motor no era nada revolucionario – un bicilíndrico de dos tiempos con 6 CV para llegar hasta los 90 kilómetros por hora – la posición del mismo sí era, al menos llamativa. No en vano, ésta se planteó en un ángulo horizontal al suelo. No obstante, lo cierto es que Moto Guzzi ya había experimentado con aquel diseño y, además, había ganado no pocas carreras con él.
Entre otras cosas porque al colocar el motor así, colgado del bastidor en vez de envuelto por el mismo, se conseguía situar el centro de gravedad en una posición muy baja. Es decir, la Rumi Turismo 125 gozaba de un gran aplomo en comparación con otros modelos de su segmento, disfrutando además de un motor muy suave en su funcionamiento, sin casi vibraciones. Respecto a los cilindros, estos eran de hierro mientras que todo lo relativo a los cárter se realizó en aluminio.
Asimismo, la horquilla delantera incorporaba una novedosa horquilla telescópica – en España Montesa fue de las primeras en incluirla, acuciando así a que Lube también lo hiciera – para entregar un confort de marcha más que interesante. Todo ello rematado con un precio, digamos, de presentación. Es decir, un precio de derribo para popularizar así la marca gracias a la salida al mercado de éste su primer modelo.
La posición del motor fue una finura entre las 125 italianas del momento y, además, contaba con una excelente refrigeración
Y es que, tras éste llegaron diseños scooter en 1952 – curiosamente muy exitosos en las populares carreras de scooter celebradas en la Italia del momento – así como multitud de variantes de la Rumi Turismo 125 en los cuales se incorporó rápidamente la suspensión trasera. Desde la Junior hasta la Sport, calificada por ciertos periodistas de la época como “ simplemente, la mejor 125 en la que hemos montado “. No en vano, había sido una de las máquinas diseñadas por Vassena, uno de los ingenieros más prolíficos e inteligentes de entre todos los que trabajaron en la Italia previa y posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS