Moto del día: Silver Bird Don Vesco

Moto del día: Silver Bird Don Vesco

Creada a partir de la mecánica de la Yamaha TZ 750, esta motocicleta llegó a ser la más rápida del mundo gracias a su récord en el salar de Boneville.


Tiempo de lectura: 3 min.

A comienzos de los años setenta Yamaha ya era una referencia en el Mundial gracias a haber cosechado diversas temporadas tanto en 125 como en 250 centímetros cúbicos. Sin embargo, todo lo relativo a las cilindradas más generosas aún se le resistía. Es más, debido al impresionante dominio ejercido en las mismas por MV Agusta casi ninguna marca pensaba en lograr los laureles en las mismas. Sin embargo, hacia 1973 se mezclaron dos factores esenciales para explicar cómo nació una de las motocicletas de carreras más sensacionales de todos los tiempos: la Yamaha TZ 750.

Concebida justo cuando MV Agusta empezaba una debacle sin retorno debido a su cada vez más ajustada contabilidad, la Yamaha TZ 750 se hacía eco de la ilusión despertada en algunos sectores por la recién estrenada Formula 750. Dotada de un calendario propio respecto al Mundial, aunque al mismo tiempo especialmente popular en territorios tan referenciales como el Reino Unido. País que, a la sazón, copaba la mayor parte de carreras en esta competición desde la cual Yamaha esperaba asaltar el Mundial de 500 tras testar sus máquinas.

Con todo ello, desde su chasis -tan ligero como rígido- hasta su suspensión monobrazo -tomada del diseño elaborado con éxito para el Mundial de Motocross- la TZ 750 logró ser una de las máquinas de circuito más exitosas de todos los tiempos al cosechar seis títulos consecutivos en la Formula 750. Una gesta en la que fue clave su motor con cuatro cilindros en posición transversal; capaz de entregar -incluso desde sus primeras evoluciones- una fuerza tan evidente que incluso obligó al montaje de unos neumáticos más anchos de lo normal. En fin, un diseño pensado por y para la velocidad.

El motor de cuatro cilindros y dos tiempos montado en la TZ 750 destacaba no sólo por la velocidad que podía desarrollar, sino también por su gran entrega de fuerza desde bajas vueltas

Silver Bird, una máquina para la velocidad

Nacido en 1939, el californiano Don Vesco llegó a convertirse en toda una referencia para el mundo de las carreras en los Estados Unidos; no sólo por sus propias hazañas, sino también por regentar un concesionario capaz de patrocinar hasta unos sesenta pilotos al mismo tiempo. Asimismo, también fue conocido por sus esfuerzos en materia de récords de velocidad, siendo la primera persona en superar las 250 millas por hora.

Cifra rebasada -manteniendo el registro mundial durante doce años- cuando en 1978 alcanzó las 318 y, en 2001 sólo un año antes de morir por cáncer de próstata- las 458. Ni más ni menos que 737 kilómetros por hora (¡!). Además, en 1975 logró ser el primer piloto en llevar a una motocicleta por encima de las 300 millas por hora -482 kilómetros por hora- gracias a la llamada Silver Bird. Una máquina patrocinada por la propia Yamaha, interesada en promocionar las bondades de su TZ 750 más allá de los circuitos.

silver bird (1)

Diseñada a modo de torpedo, la Silver Bird es una de las máquinas más recurrentes a la hora de contar la historia de Boneville. Uno de los templos de la velocidad a nivel mundial

Y es que, no en vano, ésta usaba dos motores procedentes de aquella motocicleta -en su primera versión con cilindrada de 694 centímetros cúbicos cada uno- para generar así hasta 240 CV. Por cierto, todo ello con una mecánica de dos tiempos. Respecto al peso, éste se iba hasta los 410 kilos. Pero claro, no sólo estamos hablando de un motor bastante generoso, sino también de toda una estructura aerodinámica especialmente alargada, Básica para romper récords de velocidad sobre el firme del salar de Boneville. En fin, toda una leyenda de la velocidad y, además, un curioso capítulo en la historia de aquella sensacional Yamaha.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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