La Yamaha RD05 V4 es una de esas máquinas que se entienden más como hijas de un contexto que como creaciones con principio y final en sí mismas. De esta manera, antes de subirse a la misma lo más recomendable es conocer qué estaba ocurriendo en el Mundial a finales de los años sesenta en materia tecnológica. Sin duda uno de los momentos más especiales en la historia del motociclismo deportivo, con las marcas echadas al galope en el incremento de cilindros con el telón de fondo pintado por la irrupción de los fabricantes japoneses. Un contexto complejo en el que conviene moverse paso a paso. Veamos.
Para empezar, las casas europeas tradicionales apenas podían aguantar el tirón producido por las japonesas. De hecho, en las cilindradas inferiores el dominio de las Suzuki, Honda y Yamaha ya era manifiesto para mediados de los sesenta. Un prólogo a lo que ya estaban siendo sus intentos por dominar las categorías de 350 centímetros cúbicos y medio litro, donde MV Agusta resistía frente a viento y marea gracias a sus excelentes motores de cuatro cilindros. No obstante, lo cierto es que Honda se alzó como mejor constructor en 350 centímetros cúbicos allá por 1966, firmando al año siguiente una temporada sensacional con Mike Hailwood ganando 16 carreras al competir también en el cuarto de litro.
Además, los japoneses estaban aprendiendo a mezclar la ligereza con motores dotados de cada vez más cilindros, siendo capaces de subir endiabladamente de marchas con cajas de cambios que podían llegar hasta las catorce relaciones. En suma, la carrera tecnológica estaba echada al galope y los japoneses parecían posicionarse muy cerca de poder superar a los fabricantes europeos también en las cilindradas más generosas. Algo que ejemplificaba a la perfección la excelente progresión de Honda, Suzuki y Yamaha mientras MV Agusta no lograba atinar con sus motores experimentales de seis cilindros en línea rescatados de los años cincuenta.
En la segunda mitad de los años sesenta se estaba produciendo una escalada tanto en el número de cilindros como en el de velocidades ofrecidas por las cajas de cambios, hechos a los que se puso un final abrupto con la reglamentación aprobada por la FIM en 1968 de cara a 1970
Yamaha RD05 V4, futuro truncado
Llegados a 1968 resultaba más que evidente el buen ritmo de los fabricantes nipones. Sin embargo, justo en ese momento de pleno despegue llegó un jarro de agua fría en forma de unas nuevas reglamentaciones para el Mundial dictadas por la FIM de cara a la temporada de 1970. Con ellas en la mano, el número de cilindros se limitaba a uno en 50 centímetros cúbicos, dos en 125 y 250 y cuatro en 350 y medio litro. Además, las cajas de cambios no podían contar con más de seis marchas.
Es decir, la FIM echaba por tierra de un plumazo todo lo que las marcas japonesas estaban logrando con no poco esfuerzo e ingenio en materia tecnológica. Por ello, en 1968 Honda y Suzuki abandonaron el Mundial – la primera también afectada por una severa crisis en sus ventas producida dos años antes – mientras que Yamaha hizo lo propio en 1969. Un frenazo en seco como pudo suponer en el mundo de los rallyes el final abrupto de los Grupo B tras el accidente mortal de Toivonen y Cresto con su Lancia Delta S4.
Además, las motocicletas de competición presentadas en 1968 por los fabricantes nipones quedaban sujetas a una muerte anunciada. De esta manera, el lanzamiento de la Yamaha RD05 V4 fue todo un canto de cisne, teniendo como tenía un motor V4 de dos tiempos con una cilindrada de 249 centímetros cúbicos para entregar 73 CV a 14.000 revoluciones por minuto con una caja de cambios de ocho velocidades. Todo ello con la novedad de contar con válvulas de disco rotativo.
La válvula de disco rotativo dio un nuevo aporte mecánico al motor de esta montura, el cual subía de forma endiablada hasta las 14.000 revoluciones por minuto
Sin duda toda una delicia mecánica, aunque al mismo tiempo completamente invalidada por aquel nuevo reglamento de cara a un futuro más que próximo. Así las cosas, la Yamaha RD05 V4 fue llevada a través de los primeros puestos de la parrilla por Phil Read. El genial piloto inglés – primero en ganar los títulos mundiales de 125, 250 y 500 – que, tras competir con el equipo oficial Yamaha en aquella temporada, la siguiente lo siguió haciendo con la misma marca aunque a través de un equipo no oficial debido a la retirada de la misma.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS