La Yamaha XT 125 empezó a venderse en el año 2005 dentro de nuestras fronteras. Llegó en una época de cambios en los gustos de los motoristas, en el que los usuarios del carnet convalidado A1 de coche reclamaban motos muy lógicas y extremadamente fáciles de llevar. Por ello, en Yamaha decidieron sacar al mercado una moto trail muy sencilla y práctica para complementar a la más nerviosa, potente y divertida Yamaha DT 125 RE con mecánica dos tiempos.
Para desarrollar el modelo XT simplemente tuvieron que echar un vistazo a lo que tenían por el almacén de la casa, y pensaron que el concepto que querían llevar a la producción podía solventarse recurriendo al propulsor de la Yamaha YBR 125, una moto que llevaba a la venta unos años con un planteamiento similar, pero pensada para rodar únicamente sobre asfalto.
De esta forma se consiguió una moto muy sencilla y barata, pero bien construida y muy fiable. Si repasamos las características de su propulsor vemos que se trata de un sencillo monocilíndrico cuatro tiempos refrigerado por aire, que cuenta con un único árbol de levas y dos válvulas. Es un motor cuadrado, con un diámetro/carrera de 54×54 mm, alimentado por carburador y capaz de entregar una potencia de 10 CV a 8.250 RPM, aunque alguna que otra fuente de la época declaraban un par de CV más.
La parte ciclo también siguió la misma filosofía del propulsor: sencillez y robustez. Para ello se recurre a un chasis de simple cuna fabricado a partir de tubo de acero, al que se ancla un basculante de doble brazo de sección rectangular fabricado en el mismo material. A nivel de suspensiones se busca lo mismo, ya que es una moto pensada para no complicarse demasiado cuando salimos al campo, por lo que un esquema sencillo es suficiente para su cometido.
De esta forma, se monta una horquilla telescópica convencional en la parte delantera que no posee ningún tipo de ajuste y tiene un tarado bastante blando, ideal para absorber irregularidades como si se tratase de una alfombra voladora, pero con la que es muy sencillo hacer tope si vamos muy fuerte o si se realiza una frenada brusca.
Detrás encontramos un monoamortiguador que va anclado de forma directa -sin bieletas- y no tiene posibilidad de ajustes -ni siquiera en precarga- pero que puede colocarse en dos posiciones, ya que en su alojamiento dispone de dos emplazamientos en los que se puede anclar simplemente cambiando el pasador de un agujero a otro, consiguiendo algo más de altura.
Los frenos cuentan con un disco en cada rueda, el delantero de 245 mm va mordido por pinza de único pistón, el trasero de 220 mm también es mordido por una pinza de pistón simple. El conjunto proporciona una frenada suficiente para la potencia y un peso declarado de tan solo 120 kg. No dispone de sistema ABS ni de frenada combinada.
A nivel estético vemos que es una moto que está bien resuelta, con formas redondeadas que no buscan esconder el hecho de que estamos ante una moto pequeña, con una longitud de 1.995 mm y una distancia entre ejes corta, de 1.335 mm.
Asimismo, tiene el asiento situado a 860 mm del suelo, que para ser una moto de campo es bastante bajo. Además, es una moto estrecha, con un ancho de 840 mm, por lo personas que superen por poco el 1,65 metros no tendrán ningún tipo de problema para plantar los dos pies sin ninguna dificultad en el suelo.
En cuanto a equipamiento, destaca el hecho de complementar el arranque eléctrico con un arranque a patada, algo que valoramos cuando nos quedamos sin batería. El cuadro de instrumentos consta de una pequeña pantalla LCD con retroiluminación naranja que muestra toda la información de manera totalmente digital, mostrando tacómetro, velocímetro y varias funciones como parciales, cronómetro o una curiosa función para registrar la aceleración de 0 a 40 km/h.
Las llantas radiadas del modelo R tienen unas medidas totalmente camperas, con un diámetro de 21 pulgadas la delantera y de 18 pulgadas la trasera, con neumáticos 90/90 el delantero y 120/80 el trasero, que además son medidas prácticamente estandarizadas que podemos encontrar en numerosas motos de campo.
Hay que mencionar que también encontramos una versión X o supermotard que difiere únicamente con el modelo trail o R en que equipa llantas de 17 pulgadas en ambos ejes, con neumáticos 100/80 para el delantero y 130/70 el trasero. Además, el equipo de frenada delantero es distinto, con un disco de 260 mm y pinza de doble pistón, así como la suspensión delantera que posee 5 mm menos de recorrido respecto a la versión trail o R.
A nivel dinámico, es una moto cuyas virtudes se convierten en inconvenientes dependiendo del prisma en el que se mire, ya que su sencillez la hace una opción ideal para viajar con ella sin complicaciones, con absoluta fiabilidad y con facilidad para repararla de manera muy sencilla y poco costosa.
Sin embargo, una vez que encontramos sus límites, que es algo que será bastante fácil en cuanto hagamos unos cuantos miles de kilómetros sobre ella y adquiramos algo de experiencia, nos acotará para seguir aprendiendo o querer disfrutarla en otras situaciones.
En definitiva, es una moto fácil, pensada para principiantes que no tengan mucha experiencia o para aquellos que busquen un medio con el que circular por entornos rurales con buena fiabilidad y economía de uso. Es como comer judías verdes al vapor, buenas para la salud y para tu economía, pero un poco carentes de diversión, por lo que en cuanto las comas mucho y de seguido, seguro que miras de reojo un buen chuletón.
Calcula cuánto cuesta asegurar una Yamaha XT 125 R/X con nuestro comparador de seguros.
Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS