Quienes sean lectores habituales de esta pequeña sección con afán enciclopédico sabrán cuál es el estilo de la misma: en líneas generales, trazar la semblanza de una motocicleta, ciclomotor, velomotor o similares dando sus cualidades básicas a modo de ficha técnica redactada. Sin embargo hoy, hablando de la Yamaha XVS400 Drag Star, nos vamos a permitir el comenzar por una historia trivial. Una historia que, lejos de haberse vivido, tan sólo se escuchó. Y es que, como podrán imaginar, quien es periodista lo es las veinticuatro horas del día. A fin de cuentas, en este oficio tenemos mucho gusto por el chisme y el pegar la oreja.

Pero entremos en materia. Hace más o menos unas cinco semanas, en una terraza junto a la cual se estaba celebrando una concentración motera, escuchamos a un par de aficionados hablar sobre las bondades de sus respectivos vehículos. El primero en hablar, digno poseedor de una BMW enfocada a la realización de largos viajes, justificaba su elección en las mismas bondades que cualquier seguidor de la casa bávara ya conocerá: un uso eficiente y agradable en casi todas las situaciones que una larga ruta pueda plantear.

El segundo, algo más particular, tuvo que dar más vericuetos a la hora de justificar a su máquina: una Yamaha XVS400 Drag Star, evidentemente, muy por debajo de las prestaciones presentadas por la BMW que, dicho sea de paso, pertenecía a nuestro tiempo más presente. De todos modos, tras unas cuantas ambigüedades sentenció a su máquina como una “motocicleta agradable, sencilla, divertida”. Y vaya, si bien nosotros continuamos a lo nuestro sin decir palabra alguna -lo último que haríamos en horas no laborales sería mezclarnos con más moteros- la verdad es que no podemos estar más de acuerdo pues, bajo su aspecto Cruiser, esta Yamaha esconde claves muy jugosas a fin de entender la génesis de toda una panoplia de motocicletas nacidas durante los años setenta.

Su estética es lo primero que percibimos, claramente incluida dentro de las llamadas Cruiser nacidas a mediados de los años setenta bajo la inspiración de las Harley más icónicas

Yamaha XVS400 Drag Star, perfecta en situaciones intermedias

A mediados de los años setenta los fabricantes nipones ya eran hegemónicos en multitud de segmentos comerciales. Algo logrado especialmente gracias a lo bien que sintonizaron con el mercado joven. Aquel que, con unos bolsillos más bien poco holgados, siempre ambiciona las máximas prestaciones o la estética más fardona. Así las cosas, muchos de aquellos primerizos en el sector de las dos ruedas no podían permitirse el rodar con una majestuosa Harley-Davidson. Una de esas en las que la sola postura de conducción ya exuda a las claras tranquilidad y dominio de la situación.

No obstante, los fabricantes japoneses estaban ahí para saber leer la situación. Debido a ello, empezaron a presentar modelos que, a día de hoy, bien podríamos calificar como “trampantojos de Harley-Davidson”. Y es que, aunque en la estética y la posición del piloto las imitaban descaradamente, obviamente se basaban en mecánicas con menor cilindrada así como presupuesto más accesible. De todos modos la fórmula funcionó; razón por la cual, hasta nuestros días, no es nada raro ver en ámbitos urbanos unidades de las llamadas Cruiser.

Precisamente, el nombre dado a estas motocicletas con una posición de conducción baja, con las piernas hacia adelante y los brazos estirados normalmente ensambladas por marcas niponas con el público más joven en el punto de mira. Motos que no son, pero parecen. Eso sí, más allá de su estética normalmente tienen un comportamiento solvente en ciudad, estando afinadas para funcionar perfectamente a regímenes medios en el día a día.

Agradable y sin pretensiones especiales, esta Yamaha es una opción simpática, llamativa y cómoda para estar en el mundo de las dos ruedas; además, se está acercando a las tres décadas de antigüedad, por lo que empieza a entrar en el ámbito de las clásicas

Obviamente, las coordenadas en las que mejor se mueve la Yamaha XVS400 Drag Star aunque, a decir verdad, su motor bicilíndrico con cuatro tiempos y 399 centímetros cúbicos también permite cualidades turismo gracias a sus 33 CV a 7.500 revoluciones por minuto. Todo ello para mover una silueta con 204 kilos. Sinceramente, una de las expresiones más prestacionales, potentes y rotundas de las llamadas Cruiser. Y es que, aún entrando por los ojos, esta máquina acaba convenciendo por sus cualidades. Al menos para alguien que, como escuchamos en aquella terraza, llevaba usándola desde los años noventa.